Dijo
el maestro Deng Ming Dao: "Hagas lo que hagas en tu vida, ten una
práctica. No tiene que ser Qi Gong, Taijiquan, medicina, caligrafía o
taoísmo. Puede ser matemáticas, música, arte, literatura, cocinar, o
cualquier cosa.
Lo maravilloso de tener una práctica es que es optimista. Estás trabajando en mejorar. Buscas liberarte de tus defectos. Quieres obtener respuestas a tus preguntas. Cuando llegas a un nuevo nivel, es muy estimulante.
Si simplemente alcanzarás el dominio y te recostaras a descansar, tu
vida se estancaría horriblemente. Estarías en la monotonía de repetirte
una y otra vez, siempre.
Así que tengan una práctica, que es un camino de etapas sin fin. Entonces la emoción de la práctica será contigo año tras año."
Todo es trabajo, ascenso, práctica. La "Revelación" otorga todo de
golpe. Luego, todo puede volverse un desierto plano que se repite a sí
mismo.
A la inversa, la práctica sola, sin pequeños momentos
de revelación, no da saltos cualitativos, sino que sólo acumula
cantidades.
El gran despegue, el vuelo del Kúntur, la Gran
Práctica es la combinación de trabajo permanente, humilde y abnegado,
hecho con la mirada despierta, con todos los sentidos alertas y al
acecho. El vivir receptivo a los fugaces y atronadores momentos de
"satori", esos destellos en los que se vislumbra el lado oculto del
universo desde nuestros ojos que se han vuelto abismos.
Ese
camino, el que practica y a la vez busca y entrena la apertura de los
sentidos, el acecho de sí mismo, es el que da nacimiento a los
verdaderos maestros en cada arte particular.