jueves, 28 de enero de 2016

Intelectuales, lo esencial y lo accesorio

“La red sirve para atrapar peces, atrapado el pez, olvídate de la red. La trampa sirve para cazar nutrias, cazada la nutria, olvídate de la trampa. La palabra sirve para expresar la idea, comprendida la idea, olvídate de la palabra. ¿Cómo podré yo encontrar un hombre que haya olvidado las palabras para poder hablar con él?”

(Chuang Tzu, libro XXVI, Las cosas exteriores)



 




 

El hombre sencillo suele estar conectado con lo esencial, siendo displicente con lo accesorio. El intelectual, muchas veces se enamora del sonido de su voz y de sus pensamientos, y enredado en sus propias palabras, toma éstas y se le nubla la realidad. Antepone lo accesorio olvidando lo esencial.



Canta don Ata:

“No digo que tengan voz
ni que se digan palabras;
ocasiones el silencio
dice las cosas más claras...

¡Tierra mía!
En el camino de tus montañas encontró mi corazón
estas palabras.
Lo grande, lo intraducible, queda dentro de mí.
Como una música recóndita, amparada en la
fuerza cósmica de tu silencio.

(Atahualpa Yupanqui, “El canto del viento”)

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