viernes, 21 de octubre de 2016

La soledad del Camino

 El Sendero, transitado seriamente, es un camino solitario. Muchas veces de un gran vértigo de soledad.



Se sueltan demasiadas cosas, se profundizan y radicalizan muchos cambios, que más que cambios, son un regreso al origen, a la esencia perdida.

La gente empieza a hacer vacío, a mirar hacia otra parte.

Hay silencio, mucho frío y silencio alrededor.
Uno anda, empieza a recorrer el sendero y ya no puede volverse atrás.

Las cosas, por más insignificantes y cotidianas que sean, si no se viven de manera profunda y esencial, auténtica, dejan de interesar.
La compañía de personas que no lo oxigenan y vivifican a uno deja de ser deseable, y ya no se busca.

Uno mira a los costados, y se da cuenta que anda solo.

Así dice el capítulo 20 del Tao Te Ching:
"Sólo yo estoy impasible, inexpresivo, abobado, sin saber adónde ir.
Todos andan sobrados, yo estoy como olvidado.
Mi corazón, como el de un estúpido está caótico. Todos brillan, yo parezco estar en tinieblas. Los demás andan atentos y activos, sólo yo languidezco.
Perdido y sin paradero, cual viento en alta mar.
Todos andan ricos, sólo yo me obstino en ser un harapiento.
Me veo lejos, yo sigo el Camino."



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