viernes, 27 de enero de 2017

Ser nomas



El joven marinero Braian se presentó un día de franco en la quinta (así se llamaban las parcelas de tierra en donde las familias isleñas vivían y trabajaban) de don Cipriano Fuentes. El hombre, como siempre, estaba alimentando sus gallinas, tejiendo un canasto de mimbre, o simplemente mateando con su habitual imperceptible sonrisa.



-He osado venirme hasta aquí para preguntarle por el camino de la perfección personal, por la forma en la que he de lograr la virtud. Siempre he admirado su serenidad, y la certeza de sus acciones, que parecen suaves y simples.



Don Cipriano no respondió por unos cuantos largos segundos.

Autor de la obra: Juan Arancio



-Usted ya es perfecto, no hay nada que perfeccionar ni tiene ninguna virtud que lograr, sentenció el hombre, al mismo tiempo que le ofrecía un pomelo al chico.



Lo llevó hasta el muelle. “El agua simplemente fluye, no hace nada y todos, animales, hombres y plantas vivimos a su vera. Así los árboles se nutren y los peces tienen su espacio.



El sol no hace nada ajeno a su esencia tampoco, sólo es Sol, y todos buscamos su luz y vivimos de ella.

La luna no hace nada más que ser Luna, y así los días y las noches se suceden en orden, las plantas crecen y los niños nacen.



Ninguno de ellos necesita perfeccionar nada. Todo es perfecto en su original ser. No hay nada que hacer o agregar para lograr la perfección, más bien quitar todo lo que es artificioso, accesorio, lo que no es verdadero, y sólo ser su ser real. No hay nada que mejorar.



Nacemos reales, con nuestra esencia desnuda, y nos vamos tapando con años de mentiras, disimulos, reglas, ritos y caprichos que nos alejan años luz de lo que somos en verdad.

El sol, el agua, la luna, mis gallinas, no ejercen ninguna virtud. No hacen nada más que ser lo que son, y así todo está ordenando acorde a la perfecta armonía de la naturaleza. Todo se desvía, se entorpece y se embrolla cuando queremos ser lo que no somos, cuando esperamos las cosas ya mismo, inmediatamente, en tiempos imposibles, o cuando deseamos satisfacer necesidades que sólo existen en nuestra pobre cabeza.



Ahora usted viene a preguntarme cómo he llegado a la perfección y cómo logré desarrollar mi virtud, y a mí solo me cabe sorprenderme ante su pregunta. Este viejo no ha llegado a ninguna parte, porque nunca ha salido a ningún lado. Sólo soy yo, Cipriano Fuentes y nada más. Como lo son este arroyo, el sol, la luna y mi canoa. No tengo nada que decir al respecto, muchacho.



Usted ya es perfecto, sólo que su esencia está tapada por capas de preguntas, imágenes, apegos, quediranes e ilusiones. Yo nunca me pregunté nada, ni hice nada. Sólo he sido lo que soy. Hacer con naturalidad es Ser Verdadero. Yo no hago nada forzado y en mi quinta todo está ordenado y el bicherío hace lo que tiene que hacer. Las azaleas y las hortensias florecen a tiempo, y los naranjos y ciruelos se ofrecen en el momento preciso. Cada fragmento de la gran Unidad hace lo que en esencia es, y el Todo camina armoniosamente sin reglamentos ni leyes artificiales. No tengo nada que decirle sobre la perfección, más que alentarlo a que mira a su alrededor, y luego para adentro.”



Luego el isleño hizo silencio, armó un cigarro y fumó mirando la costa de enfrente desde el muelle.

Braian se despidió, subió a su canoa y permaneció callado por cuatro días.

viernes, 20 de enero de 2017

El Shopping como agujero negro!

 

Es el destino final del cosmos. Es un vórtice absorbente mil veces más poderoso que un agujero negro.
Todo se lo chupa y devora: voluntad, valores, ideas, dineros, esfuerzo, convicciones, cultura, ideología, etc.
Allí dentro se produce la curvatura tempo/espacial intuida por Einstein y demostrada por Stephen Hawking, de la que ninguna partícula de materia del universo, ni siquiera la luz, puede escapar a su fuerza gravitatoria.

Es el núcleo de la crisis civilizatoria que padecemos, el agujero negro, esfínter de la sociedad en decadencia en que vivimos.

Su poder es tal que "llama de lejos". Parece ser que hoy día su máxima actividad energética reside en algún punto de la ciudad de santiago de Chile, ya que miles y miles son atraídos y deglutidos como partículas de polvo espacial en aquel centro comercial en ese rincón de la Vía Láctea. También supieron ser sitios sagrados de poder Miami, brasil, Paraguay.


Nada parece poder resistirse. Los totems y estatuillas idolátricas modernas (artefactos electrónicos, indumentaria, calzado y lo que usted pueda concebir con la imaginación) llaman y atraen con su oscuro poder y exigen pleitesía y honras por medio del mayor acto ritual sacrificial del siglo XXI: comprar, consumir, obedecer.

Todo se lo lleva un Choping, hasta al mismo chanfle, y el universo entero acabará por ser devorado con lo que quede de nosotros también.

El hombre aislado que se fue de la tierra

El hombre actual no tiene otro rumbo que el consumo idiota. Busca desesperadamente ser alguien para la sociedad, que es sólo un monstruo de átomos aislados que nada tienen que ver unos con otros. El otro es un competidor, rival, enemigo.

El hombre actual abrió un abismo entre él y la tierra. Ya no forma parte de la naturaleza, sino que es algo separado, un cometa lanzado por el espacio que ni sabe adónde va, sin sentido lleva una existencia plagada de inquietud.



Al no sentirse parte del Todo, es incapaz de participar interiormente del gran misterio, de la comunión con los demás seres de esta tierra.

Perdido ese sentido de pertenencia, esa comunión que le da orden a la vida de todos los pueblos ancestrales, que le daba y da un pleno sentido a su manera de vivir, el hombre moderno vive deprimido, aislado, vacío, dominado por el pánico que lo vuelve agresivo, competitivo, voraz consumidor de mierda para llenarse de lo que sea. O se vuelve depresivo, insatisfecho crónico, débil y lleno de angustia.

Es necesario que volvamos si buscamos la real sanación. Despojarse de toda la basura mental y moral que cargamos encima, y volver a ocupar nuestro lugar en la Pacha Mama, que aún nos espera para brindarnos un sentido profundo de existencia, un sentido que es de humildad, de coparticipación con el resto de la creación, de Ayni, reciprocidad, y no de prepotencia, dominio y destrucción. 



Volver a diluir nuestro gigantesco ego enfermo entre el resto de los seres, sumergirnos en el mar de la sencillez, trepar el cerro de la visión, nadar en el lago de la serena alegría, de ser sólo una ínfima partícula de la naturaleza que viaja junto al resto de las "diez mil cosas" en este sendero cósmico.