martes, 25 de septiembre de 2018

El Fuego y el diente de león



El fuego, lo mas cálido, luminoso y brillante que existe en la Tierra, necesita siempre, para manifestar su poder, estar adherido a algo, depende siempre del contacto con algo exterior a si mismo.
Cuando la parte orgánica, corrompida, perecedera del humilde diente de león ha sido consumida, purificada hasta su esencialidad, el soberbio fuego y toda su claridad y poder desaparecen. No son nada.
El Tao, sin los "diez mil seres", no podría ser percibido.
Zaratustra se burló también del sol: " ¡Tú gran astro! Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!"
El Libro de los Cambios lo sentencia:
La sabiduría, la espiritualidad, sólo se manifiestan en la interacción con el mundo. No es tan sólo un adorno del que hacen gala algunas personas en soberbia y majestuosa distancia. Se ve allí, en el barro de las situaciones ordinarias, y en el roce con los demás.
Tu luz no brilla por sí misma, el fuego no arde por sí sólo. Mira a los costados. Allí está el combustible que te hará arder, y atravesar el portal.
Porque el fuego es la flor. Si resistes la tentación de tomarla y la esperas, tras su descomposición encontrarás el fruto, y en el fruto la semilla.