miércoles, 23 de agosto de 2017

Recuerdos de la sombra



Recuerdos que brotan de esa sombra interna que en la sangre nos acecha como el Uturunku en la selva.
Gritos ancestrales que nos llaman de la tierra fatigada. "Volver" gritan las voces con acento de polvo y lluvia, fuego, piedra y sangre de cacería y ritual.
Claman por el hombre las plantas y su poder; la semilla que enseña: "se vos también el germen de algo nuevo porque llevas toda la historia de la tierra adentro".
El desierto del tiempo va hacia atrás: "vuelve"... susurra una ola que hiela mis pies descalzos en la arena ardiente.
La piel delgada, débil de siglos de abrigo y confort, pide sol, lunas, tierra, sudor, trabajo, autosuficiencia, guerra.
De algún lado nace el recuerdo: rugidos, noches iluminadas por el fuego tribal y santo, y el calor de la piedra ennegrecida y la carne quemada.
Un sueño profundo y reparador tras un día humano, demasiado humano.
Dos manos fuertes, armas y herramientas; un hondo silencio que todo dice, poca palabra y una certera acción que no admite réplica.
Una fuerza cósmica tira volver.
En la tierra de los surcos de las manos y bajo las uñas germina el regreso.
Los arroyos pegan la vuelta, la hoja seca alza vuelo y retorna a la rama en forma de zorzal. Sus ojos alertas son un ruego: "¡vuelvan, abandonen ese camino al abismo que es el Adelante!"
Las sombras en la caverna son más verdaderas que las definidas formas hd de la televisión.
Volver al tronco virgen no trozado aún, al que fue uno antes que dos, a la sangre que supo ser roja y furiosa de fuerza vital. El salto a la huella en el barro desde la franja de cemento.
Clama el regreso, aparece súbito el recuerdo de la especie, llama la tierra a sus cansados en el desvío.
Es el recuerdo, a veces hondo, perturbador y obsesivo. Es el recuerdo, a veces sólo el fuego de un rayo en esta noche cada vez más oscura de una humanidad desquiciada.

viernes, 11 de agosto de 2017

Los primeros pasos en el Camino según el Libro de las Mutaciones, I Ching





El tiempo del Progreso se describe en las líneas del hexagrama 35. 

El progreso, en todos los órdenes, tiene un desarrollo. En cuanto al Sendero Interior, se podría describir de esta manera:

Linea 1 : “Progresando pero rechazado. La perseverancia trae ventura. Al no encontrar confianza, conserve uno la calma. Ninguna falta.”

Los primeros pasos en la práctica del Camino traen rechazo y desconfianza en el círculo mas íntimo y cercano. Uno pareciera que “ha cambiado”, y esto genera ruido. También aparece la falta de confianza en uno mismo, y en el camino elegido. Sin embargo, este es el momento de conservar la calma, no dudar si uno ha descubierto que el progreso y crecimiento interior le hacen bien. El avance será seguro.

Linea 2: “Progresando pero con tristeza. La perseverancia trae ventura. Luego obtendrá uno gran felicidad de su antepasada.”

Aquí los seres cercanos empiezan a vislumbrar que algo bueno surge de este Camino emprendido. Notan cambios, y la actitud de algunas personas pasa de la desconfianza a la aceptación, incluso se contagia cierta curiosidad. Uno se entristece porque muchos de los propios valores, educación, costumbres, empiezan a ser cuestionados hondamente y a ser soltados o modificados por uno mismo.”

Linea 3: “Todos están de acuerdo. Se desvanece el arrepentimiento”.

Aquí ya todos han aceptado el Camino tomado. Si bien muchos no lo comparten, empiezan a ceder en su rechazo. Si había dudas propias, se desvanecen.

Linea 4: “Progreso como el del hámster acaparador. La perseverancia acarrea peligro.”

Uno ya se siente firme en el Camino, pero el ego no ha sido dominado, incluso, se acrecienta con la trampa espiritual del ego que se cree liberado, y entonces uno busca acaparar la atención, predicar, convencer, brillar y mostrar lo bueno y profundo que es y cosechar admiración. Perseverar en esta actitud es peligroso, ya que si uno no da la batalla contra esto, caerá indefectiblemente.

Línea 5: “Se desvanece el arrepentimiento, no tomes a pecho ganancia ni pérdida. Las empresas traen ventura. Todo es propicio.”

En esta etapa uno ya ha reflexionado, y con arduo trabajo empieza a aplacar el ego y la práctica del Camino se profundiza.  Entonces comienza el desapego de muchas cosas, de los aplausos o los insultos, de las preferencias y aversiones, y surge una nueva objetividad. En este estado de serenidad y paz, lo que uno emprende suele ser autentico, natural, fluido, y llega a buen puerto.

Línea 6: “Progresar con los cuernos es licito únicamente para castigar la propia comarca. Tener conciencia del peligro trae ventura. No hay tacha. La perseverancia trae humillación.”

Aquí se ha llegado al momento del Camino en el que definitivamente debe aplicarse con rigor y dejar las excusas y flojedades, defectos y vicios, para lograr un franco y definitivo progreso en el Sendero. A sí mismo, a la propia comarca, no andar con el dedo señalando a los demás. Así todo, un rigor excesivo consigo mismo también puede traer frustración y cansancio. Un equilibrio entre disciplina y flexibilidad, exigencia con uno mismo y liberalidad con los demás, es signo de un franco adelanto en el tiempo del Progreso.


Tiempo y espacio






El tiempo se llena con mutaciones.

El espacio es la tierra, el útero receptivo, el pivote donde la fuerza creadora se despliega para producir vida y muerte, luces y sombras.


La disposición y quietud de la tierra, del espacio, es la que permite que Pacha, que el poder del Tao, lleve todas las cosas a su consumación.



La actitud receptiva es la que permite a las fuerzas creadoras actuar. Sin silencio, sin vacío, sin tirar por la borda y hacer espacio, ¿dónde podría hacer pie lo Creativo en lo Receptivo, y así poder mover la rueda del Cambio, Transformación y Renacimiento?



La quietud, el vacío, el dar lugar, es lo que hace posible el movimiento, la existencia de las cosas y sus infinitas mutaciones.
Buscar el vacío en nosotros, hacer lugar, sacar la basura.

Todo cambia en un abrir y cerrar de ojos: "todo se construye y se destruye tan rápidamente, que no puedo dejar de sonreír", dijo Charly García.

El viento se mueve en el cielo, y los diez mil seres por la tierra y el agua. Unos y otros se transforman en el tiempo y en el espacio, y así todo es una misma cosa a fin de cuentas: Qi, kawsay, energía vital que cambia, se reúne, se dispersa, que es ahora una cosa, y que en el espacio y el tiempo se vuelve otra.

El hombre ordinario fija todos los seres y fenómenos, vive una vida estanca atajando cosas que se escapan, caen o desaparecen.

El sabio, el guerrero, hace lugar, y pone su foco en ese momento invisible que existe entre el ser, el cambio, y el nuevo estado de ser de las cosas. "Quien ve lo pequeño, lo que está en germen, tiene vista clara" expresa el Tao Te Ching.

Así, el guerrero se deshace en la conciencia de ser sólo kawsay, qi, energía vital en movimiento y permanente transformación, un átomo más en el inmenso torbellino de los cambios que se producen en el tiempo y en el espacio.