viernes, 11 de agosto de 2017

Tiempo y espacio






El tiempo se llena con mutaciones.

El espacio es la tierra, el útero receptivo, el pivote donde la fuerza creadora se despliega para producir vida y muerte, luces y sombras.


La disposición y quietud de la tierra, del espacio, es la que permite que Pacha, que el poder del Tao, lleve todas las cosas a su consumación.



La actitud receptiva es la que permite a las fuerzas creadoras actuar. Sin silencio, sin vacío, sin tirar por la borda y hacer espacio, ¿dónde podría hacer pie lo Creativo en lo Receptivo, y así poder mover la rueda del Cambio, Transformación y Renacimiento?



La quietud, el vacío, el dar lugar, es lo que hace posible el movimiento, la existencia de las cosas y sus infinitas mutaciones.
Buscar el vacío en nosotros, hacer lugar, sacar la basura.

Todo cambia en un abrir y cerrar de ojos: "todo se construye y se destruye tan rápidamente, que no puedo dejar de sonreír", dijo Charly García.

El viento se mueve en el cielo, y los diez mil seres por la tierra y el agua. Unos y otros se transforman en el tiempo y en el espacio, y así todo es una misma cosa a fin de cuentas: Qi, kawsay, energía vital que cambia, se reúne, se dispersa, que es ahora una cosa, y que en el espacio y el tiempo se vuelve otra.

El hombre ordinario fija todos los seres y fenómenos, vive una vida estanca atajando cosas que se escapan, caen o desaparecen.

El sabio, el guerrero, hace lugar, y pone su foco en ese momento invisible que existe entre el ser, el cambio, y el nuevo estado de ser de las cosas. "Quien ve lo pequeño, lo que está en germen, tiene vista clara" expresa el Tao Te Ching.

Así, el guerrero se deshace en la conciencia de ser sólo kawsay, qi, energía vital en movimiento y permanente transformación, un átomo más en el inmenso torbellino de los cambios que se producen en el tiempo y en el espacio.


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