miércoles, 3 de junio de 2020

Cazadores recolectores



El paradigma de recolector, cazador y pescador, que predominó durante el 99% del tiempo que el sapiens habita en la tierra -y que en algunos pueblos aún persiste- es quizás el que más se aviene a un ideal taoísta, y que es afín a los fundamentales conceptos de wu wei (no acción, no interferir, no entorpecer el curso natural de las cosas) y de tzu jan (espontaneidad, naturalidad, así por sí mismo).

El recolector-cazador-pescador no interviene, no modifica su entorno. Lo observa, lo contempla, se vuelve uno con él, lo aprehende dentro de sí para comprender su funcionamiento, sus ciclos. Toma el fruto, y nada más.

Es la perfecta ecuación de la portentosa salud de esos pueblos: mente serena, quieta, aguda y observadora. Y un cuerpo fuerte, ágil, flexible, veloz, pleno de vitalidad.

Los ciclos de los Cinco Elementos ordenan su dieta, su comportamiento de luz y oscuridad, de abundancia y escasez.

Lao Tsé expresa en su poema 30: “Lo mejor es contentarse con los frutos espontáneos, sin pedir más. No arrebatar nada a la fuerza. Sólo el fruto, sin urgir más. El fruto, sin más empeñarse, sin encapricharse. El fruto, y aún este a no tener más opción. No fuerces nada.”

En el modelo recolector-cazador-pescador, el ser humano es una pieza más en su entorno, invisible, integrado plenamente en su ambiente, que jamás es transformado ni modificado para sus propios fines. Es un ser que no deja huella. Llega, con-vive y se va. Sabe cuándo es suficiente. Es ley entre estos pueblos nunca tomar de más.

Es “el tronco no trozado aún” para fabricar utensilios (artificios). “Se parte el tronco para fabricar vasos”, dice en su poema 28 Lao Tsé.

Es el modelo humano más ancestral, puro y antiguo (cercano al Uno del cual surgieron todas las cosas, al origen, al Tao). Natural, previo al artificio de la agricultura y de la moderna producción industrial de comestibles.

Así es como el “viejo maestro” Lao Tsé ilustra un sabio ideal abrazado al Tao, a la “madre de los diez mil seres”; aquel que mora en la esencia natural y original propia y de toda la especie, y que con su ejemplo de vivir despojado de toda ambición de extravagancia, deseo de acumulación y sofisticación, hace que “el pueblo por sí mismo vuelva a la autenticidad del tronco no trozado”.

jbv
Foto: Pueblo Waorani, Ecuador. Su modo de vida mantiene intactas 200 mil hectáreas de selva virgen, reservorio de biodiversidad y equilibrio natural.

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