jueves, 25 de junio de 2020

Apuntes de sachasofía: "Sacha profeta".




Arcángel Rosales es barbado, medio relleno y aficionado a la predicación que abre conciencias a martillazos.

Va por las callecitas de Raco de nombres yupanquianos vestido a lo ciruja urbano y cuando se sienta en alguna mesa y el vino le dicta cosas, expresa su mística inspiración con la contundencia que más de un problema le ha traído con el monasterio de el Siambón y hasta con el mismo Sanchez, arzobispo del Tucumán.

Gran docto en religiones, tras años de vida monástica, asqueado de la institución el místico Rosales anduvo caminos que lo condujeron hasta las cuevas de su propio corazón.

Se hizo ermitaño en los profundos y  ásperos montes de Tapia aunque cada tanto se llega hasta Raco y en más de una oportunidad hasta el Siambón, vez que tuve la honra de su visita.

Así gritaba eufórico en la mesa de Huidobro un sábado otoñal:

"¡Religión de la tierra, escritura sagrada de las piedras!

¡Culto sin héroes! No hay más castigo ni infierno que las consecuencias de violar los rígidos mandamientos de la Naturaleza.

No existe más premio ni recompensa que la plenitud que se experimenta con la liberación de las propias energías, el desarrollo total de toda la potencia que está en la naturaleza animal del humano cuando somos humildes y obedientes vasallos de lo que dicta la Pachamama.

Santos rituales son todos aquellos pequeños actos de la vida cotidiana que uno sabe que fortalecen y acrecientan la propia energía y el poder.

¡Piadosa cruzada, santa indignación, sería echar a patadas a todos los mercaderes de nuestro planetario templo!

El rito más sagrado es el que podamos oficiar para borrar nuestras nefastas huellas de la tierra redimiendo así a la Madre de nuestros impactos devastadores.

La reconciliación es con nuestros instintos silvestres olvidados y dormidos, negados en pos de la cultura y la civilización, con los propios ritmos y con el tiempo de nosotros, pequeñas criaturas inmersas en los inconmensurables tiempos cósmicos.

El sacramento es el Equilibrio, la única teología aceptable es la contemplación del conmovedor Cielo estrellado lejos de ese demonio, becerro de oro idolatrado llamado Ciudad, Civilización, Confort.

Un rezo es el solemne Silencio frente a todo lo que tienen para decir el río, la montaña, el monte, la selva, la llanura y el mar.

¿Qué canto es más sacro que aquél salmo que el Viento entona entre los juncos o el cañaveral?

¿En qué templo puedes sentirte más en contacto con lo Supremo que a cielo descubierto y adonde pisan descalzos tus pies?

No hay más grande catedral que el Aconquija con sus nieves eternas.

Los Ángeles trinan cuando son aves y es un arcángel el Kakuy.

Nadie es más santo que un caballo, ni hay mayor salvador que un amigo o un perro fiel.

¿Quién posee más sabiduría que un gato, o tiene mayor capacidad de contemplar la creación que un árbol erguido en lo alto de un cerro?

¿Qué místico enclaustrado podrá jamás meditar con más hondura que un biguá?

¿Qué sacerdote charlatán podría tener más autoridad ni capacidad de mediar con lo divino que el aire puro que se respira campo adentro?

La religión de la tierra. Un hacer, un sentir, una fe verdadera que nos re- liga, que nos vuelve a unir con nuestro origen del cual orbitamos desligados por completo.

 Una Buena Nueva que nos abra las puertas del paraíso perdido de ser otra vez parte de los ciclos naturales, y nos religue con la propia esencia.

¡La Senda es diversa. Cada cual es el Camino, la Verdad y la Vida. La necesaria comunión será encontrarnos y fundirnos espiritualmente con todos aquellos que anden por estos ásperos y  sinuosos senderos del mundo con nosotros!

Luego de sus epifanías, el sacha profeta retoma su caminar, hacia su ermita en algún perdido rincón de los cerritos montaraces de Tapia.

Jbv, "Apuntes de sachasofía", inédito.

Dibujo: Jbv "El sachaprofeta Arcángel Rosales"

3 comentarios: