Encontrarse,
Reconocer la tarea,
Asumirla
Y luego olvidarse de uno por completo.
Instalarse en el lugar correcto.
Ser impecable. Ni demás, ni de menos.
Nada que ver con el santo
Ni el religioso ni el moralista.
Hay una senda por recorrer que le es propia a cada uno.
Casi todas, de algún modo u otro conducen a los demás, para encontrarse a uno mismo ahí, en ese mar del todos
Para luego volverse a olvidar completamente de sí.
Y así, como las olas en la playa, un loco y suave ir y venir, del recuerdo al olvido, del olvido al recuerdo, y en el medio, el cumplimiento de la misión encomendada, por más secreta y callada que esta sea.
¡Nunca la olvides!
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