Hay que estar vigilando el interior. Con manifiesto poder enraizado en un hondo silencio. Y un comportamiento sereno, tranquilo, suave como brisa de otoño.
No volverse muy loco. Quien tiene claridad sobre sí no va al encuentro de los visitantes. Sin llamar a nadie, todos acuden a él.
En el mundo los logros no se sostienen mucho tiempo. Las insinuaciones maliciosas distraen al guerrero y lo hacen ser complaciente con aquello que le restará el poder finalmente.
Pasar, amablemente, con cierta gracia, sin desviarse nunca del camino. Y que ni parezca que uno tiene un camino y una tarea que cumplir.
Las bellas vistas y los ricos manjares distraen al caminante. El sabio no se aparta de la caravana por más tentaciones que se le presenten.
Tiene un destino, una misión sencilla.
Observar, observar y observar.
Percibir, percibir y percibir.
Qué poderosamente creativa es la silente atención del que no se separa jamás de su senda; sin rigidez, sin forzar, con una suave y mansa interioridad.
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Susurros del I Ching, hex. 44 Kou, Ir al Encuentro, La Complacencia.
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