Muchas veces el taoísmo solo se limita a señalar
lo paradójico de la existencia, lo raro y sorprendente que es el vivir, sin
pretender dar una lección moral.
Esta actitud es poderosa para entender la disposición
mental y espiritual sin juicio, de pura y absoluta contemplación de las cosas y
sus mutaciones, sin juzgar ni calificar.
Un ejemplo de esta manera de mostrar la
realidad el relato de Chuang Tzu del árbol que logra vivir y crecer sin peligro
de ser derribado por los carpinteros, precisamente por ser inútil su madera.
¿Es
mejor ser inútil? No es esa la lección, no hay moraleja, solo se muestra la paradoja.
Acto seguido se relata el caso del ganso
que graznaba cuando llegaba un extraño a la casa, y así servía de “alarma” a la
familia.
No así el otro ganso, que seguía en silencio con su vida sin hacer nada.
En este caso, el ser útil es lo que lo salvó cuando el dueño de casa debía elegir
entre uno u otro para sacrificarlo para el banquete que se ofrecía a un
visitante importante. “mata al que no hace ruido”, dijo el hombre a su hijo.
¿Útil? ¿inútil?,
No hay lección. Hay una vida que vivir sin
juicios, contemplando y estando totalmente presentes en lo que está ocurriendo.
El maestro no te lleva hacia la luz, solo enciende una vela.