viernes, 26 de mayo de 2017

Palabras: vientito con ruido nomas



Uno se topa por la senda con el valor del silencio y la inutilidad de la palabra.
La palabra nunca expresa cabalmente lo real, lo que verdaderamente está ahí, despojado de todo concepto mental. La comunicación pareciera un esfuerzo inútil.

Lo real se revela en el silencio, como un destello atroz, instantáneo, jamás discursivo, dualista, temporal. “Satori” le dicen allá por el Japón. 

Lao Tse eligió como primer verso de su brevísimo y lacónico Tao Te Ching la frase: “El Tao que se puede expresar por medio de palabras no es el Tao verdadero, son solo sus externas manifestaciones”.
Cuanto más se usa la palabra, mas se aleja uno de la verdad. Canta Yupanqui también: “Malaya pudiera un día, vivir así, sin palabras”.

El valor de la no palabra es algo que invade sin pedir permiso. Lo lleva a uno a los empujones a expresarse siendo, haciendo, callando cada día un poquito más.

Las palabras se vuelven vientito con ruido que sale de bocas, y en el silencio caben todos los abismos y misterios, y algunos hasta terminan por revelase.

“El que habla no sabe, el que sabe no habla”, dice Lao Tse, y yo creo ya estar hablando demasiado.

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