Las cosas más valiosas que se aprenden no se enseñan mediante la palabra.
Así lo hacen el río, el monte, el viento, el juncal, la luna, el fuego y el cerro.
-¿Qué le ha enseñao el río?
-A fluir, a correr, a rodear, a veces volver. A ser suave y blando y si hace falta salvaje como Uturunku.
-¿Y el juncal?
-Que aunque parezcamos individualidades aisladas, por abajo e la tierra hay una raíz única que nos ata a todos, y desde la que todos salimos pa' juera. Somos la expresión visible de una totalidad invisible.
-¿Y el fuego, que le ha enseñao?
-Que la humildá. Que lo más brillante y luminoso también está atao. Si el fuego se separa de lo de abajo pierde su poder y se extingue. La fuerza y sostén está en lo de abajo, y el brillo se lo llevan otros. El fuego precisa de la sequita madera, del oscuro carbón para arder y expandir su luz y calor. Si creyera de pronto que Es por sí, se apaga.
-¿Y el monte?
-A guardar pa' mi mis misterios.
-¿Y el cerro?
-A callar.
-A fluir, a correr, a rodear, a veces volver. A ser suave y blando y si hace falta salvaje como Uturunku.
-¿Y el juncal?
-Que aunque parezcamos individualidades aisladas, por abajo e la tierra hay una raíz única que nos ata a todos, y desde la que todos salimos pa' juera. Somos la expresión visible de una totalidad invisible.
-¿Y el fuego, que le ha enseñao?
-Que la humildá. Que lo más brillante y luminoso también está atao. Si el fuego se separa de lo de abajo pierde su poder y se extingue. La fuerza y sostén está en lo de abajo, y el brillo se lo llevan otros. El fuego precisa de la sequita madera, del oscuro carbón para arder y expandir su luz y calor. Si creyera de pronto que Es por sí, se apaga.
-¿Y el monte?
-A guardar pa' mi mis misterios.
-¿Y el cerro?
-A callar.
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