viernes, 10 de julio de 2020

Apuntes de sachasofía: apología de la Sacra Siesta



En el interior del país "La Siesta" es sagrada. Pero no sólo el acto solemne de echarse a dormitar un rato después del copioso almuerzo.
La Siesta es un concepto amplio y difuso; es el sacro tiempo que se extiende con límites indefinidos e imprecisos. ¿Es desde las 13 a las 17? ¿De las 14 a las 16? ¿Acaso una oscilación espacio-temporal que ronda las 15? Quién sabe... Pero todos lo entienden.
Nos vemos a "la siesta", lo organizamos para "después de la siesta", que sea "antes de la siesta mejor".
Se trata de una franja horaria de frontera lábil donde el sol en su extremo Yang se muestra orgulloso en el Cielo, y aquí en la Tierra una oleada Yin amodorra a los seres vivientes.
Pero magias surgen en ese letargo que envuelve a los entes materiales. Por eso es el momento que elijo para salir a andar por los senderitos de La Siesta.
Las aves callan, las personas se aquietan y se guardan en sus madrigueras, los perros no le chumban al caminante pues siestean a gusto bajo el sol.
Caminar en La Siesta otoñal es nutrirse con el don de Inti en su cénit, con el oxígeno cargado de vida de la montaña, alimentarse el espíritu con el hondo silencio que nos rodea.
Es tiempo de duendes de la yunga, de diablillos de las piedras, de traviesas hadas del agua.
La sangre ralentizada por el letargo reptiloide propio de la hora empieza a circular con la caminata bien respirada, las células se llenan de alquimia serrana, y las ideas frescas nos asaltan y resuelven todos nuestros enigmas.
Es la Magia de La Siesta, donde las almas se zambullen en los brazos del Gran Misterio Silencioso.
Jbv
Fotos: senditas del El Siambón, región del Tukma.

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