Las plantas no pueden ser un mero
sustituto de los remedios químicos. Así no funciona. La decisión de comenzar a
utilizar plantas medicinales nos pone en situación de tener que estar más
atentos, más conscientes, a escuchar mucho más profundamente el lenguaje del
cuerpo, con el cual este nos comunica su estado.
Si agudizamos nuestro sentido del
cuerpo, de su situación, podemos “estarle encima” sin que los desarreglos se
vuelvan ya inmanejables. Enseguida detectamos el problema, y hacemos lo que
haya que hacer para restablecer el equilibrio perdido de forma suave y natural.
Si somos solo una mente, si vivimos
en nuestra cabeza, desconectados del cuerpo, de nuestras emociones y energías
sutiles, cuando llegamos a oír lo que aquel nos dice, es porque el pobre ya ha
gritado hasta enronquecer. El desequilibrio es ya enorme, y para volverlo a su
armonía se requiere de mucho mas esfuerzo, tiempo y paciencia.
Y como en general, la gente de
nuestra moderna sociedad no tiene ni tiempo, paciencia, ni ganas de hacer
esfuerzos, entonces cae en el “deme ya”, y acude ansiosamente a los
medicamentos químicos, que en general solo tapan los síntomas, la luz de
alarma, agravando así el problema de fondo.
Las plantas medicinales no son un
remplazo “un poco más sano” que los remedios alopáticos. Podemos ir más
profundo, conectarnos con ellas, con su energía, con su poder energético
curativo y sanador.
Para lograr esta conexión con debemos
parar.
Escuchar el latido de nuestro cuerpo
y buscar el conocimiento de las hierbas medicinales, de los humildes yuyitos.
Ir a la Tierra, salir del cemento, abrazar a la Pacha. Tener en casa las
plantas que necesitemos.
El camino de las plantas nos pone en
sintonía con el latir de la Pachamama, con los ciclos y ritmos del Tao, y
viceversa, estar en armonía con la Pacha y el Tao, profundiza nuestra conexión
con el mundo vegetal.
El cuerpo es un universo individual,
que tiene ciclos que corren con los tiempos de la tierra y del Tao. Esos ciclos
y energías, en la Medicina Tradicional China se llaman los Cinco Elementos.
Conocerlos, y estar atentos a ellos,
es tener en la mano un mapa de ruta, una excelente guía con líneas generales
para escuchar más afinadamente nuestro cuerpo. Más allá de los desequilibrios
puntuales que uno pueda venir arrastrando, los Cinco Elementos son un modelo
básico de equilibrio energético, emocional, espiritual y físico.
Si uno, en líneas generales goza de
buena salud, cumpliendo el trabajo anual de los cinco elementos, podrá
mantenerse saludable con el uso de las plantas adecuadas.
Entre uno y otro periodo, siempre es
bueno usar hierbas que eleven y fortalezcan el sistema inmunológico, como la Uña
de gato, o la Equinacea.
Las plantas sirven para limpiarnos,
purificarnos, y sanar dolencias de todo tipo.
Los animales las usan a nivel físico,
orgánico, como por ejemplo los perros. Nosotros podemos usarlas de la misma
forma, pero también podemos adelantarnos a este estadio más denso, orientando
la limpieza a nivel energético, emocional y espiritual. El cuerpo será un
reflejo de aquellos otros niveles.
Es por eso que es tan importante el
conocimiento de las plantas medicinales, pero también el modo en que los ciclos
se manifiestan, se potencian y se controlan. El esquema de los cinco elementos
es una guía para ello. Su limpieza, purificación, la escucha atenta del
lenguaje de nuestro cuerpo, nos permite ver los problemas y desequilibrios
cuando están todavía en germen, sin llegar a manifestarse físicamente todavía.