Lo no manifiesto se expresa furtivamente a través
de lo manifestado.
Cuando decidimos que algo es bello, al
mismo tiempo, aunque no se haya manifestado aun, damos existencia a lo feo.
Cuando decimos y creamos “bueno”, en ese
instante damos nacimiento a “malo”.
Si tomamos una hoja de papel en blanco (la
Unidad), y trazamos una línea que vaya de un lado a otro, rompemos la unidad y
creamos dos lados en la hoja (dualidad). Eso es lo que hacemos cada vez que con
nuestra mente juzgamos, legislamos, valoramos. Desandar el camino será quizás la
tarea.
Así, creando parámetros, cánones, tablas y
valores, rompemos la Unidad y damos existencia a la Dualidad. Y ya nos
obligamos a quedarnos en uno de los dos polos. Creamos un mundo donde deseamos
que solo exista “bueno”, y no exista “malo”, “lindo” sin “feo”, y así.
Estos polos mutuamente se crean, juntos
nacen al mismo tiempo que les damos vida a uno de ellos con nuestra mente
parcial dualista.
Yin y Yang no pueden vivir separados. No son
opuestos, excluyentes, sino dos caras de una sola moneda. Son la ladera oscura
y luminosa de la misma montaña. Solo cambia la posición del sol. Creamos polaridad
donde solo existe unidad.
Más vale dejar de canonizar, legislar,
juzgar y valorizar, y volver a la unidad, a la simpleza llana del tronco
virgen, no trozado aun para hacer piezas individuales de madera.
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