viernes, 16 de diciembre de 2016

De la Tierra al Sol



En los Andes se representa la evolución y transformación personal interior con el tránsito de la serpiente al cóndor.



Amaru, la serpiente, es el comienzo en el plano material. Al principio de nuestra vida nos movemos en zig zag, arrastrándonos, limitados por nuestra condición, tratando de evolucionar. Amaru está conectada con la energía serpentina, puede ir hacia la luz o la oscuridad. Además la serpiente puede devorarse a sí misma, igual que nosotros.

El próximo nivel es el de Uturunku, el puma. Aparece cuando comenzamos un trabajo de equilibrio emocional, una armonía interna y externa que nos permite adquirir el único poder capaz de liberar al caminante.

Este poder es el coraje. El puma es el camino del corazón sin miedo, un camino que se debe transitar con armonía, equilibrio y seguridad. El miedo nos atormenta, nos impide el desarrollo, y estanca nuestro Kawsay, la energía vital que nos alimenta. El felino es el animal que ve en la noche, en lo oscuro. Con el coraje y la ferocidad del puma, tigre, jaguar, podemos ver en las tinieblas de nuestro espíritu, de la educación que hemos recibido, de nuestra cara oculta.

Como Uturunku, debemos esperar sin miedo, con equilibrio y serenidad la oportunidad que nos hará avanzar. Y así progresar en el sendero utilizando el coraje como foco de nuestro desarrollo, conquistando nuestras metas y superando los miedos que nos impiden la libertad. 

Y abrimos las alas de pronto, y levantamos vuelo como Kuntur, el cóndor. Volar es libertad, grandeza, el cóndor es el ave que más alto se eleva, es la visión total. Puede volar al Sol. Inteligencia, elevación, visión y sagacidad son virtudes de Kuntur. El es el estado más alto del desarrollo espiritual, pero no se puede ser Kuntur sin antes haberse arrastrado como Amaru, y sin el coraje y la ferocidad de Uturunku.

Todas las elevadas culturas ancestrales insisten en que la transformación depende solo de uno mismo. Los antiguos chinos taoístas hablaban de la transformación alquímica interna de los “Tres Tesooros”: JIng, Qi, y Shen, y así alcanzar el pleno desarrollo de nuestra potencia humana integral. 

La paciente elevación de Kundalini a través del desarrollo interior en el hinduismo es otro aspecto de la total integración por medio del trabajo propio. 

Incluso Nietzsche hablo en su Zaratustra de “Las Tres Transformaciones: De camello a León, y de León en niño”.
Ninguna cultura espiritual elevada depositó su integralidad, elevación interior y desarrollo en un dios externo, caprichoso y dador de gracias o castigos a gusto o disgusto, ni mucho menos en clérigos convencedores tan imperfectos como ellos mismos.
El camino es interno, “el reino de dios esta dentro de vosotros”.

El tiempo de la transformación depende sólo de uno mismo.


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