viernes, 3 de noviembre de 2017

El carpintero




El carpintero atento corta la Madera. Realiza los movimientos adecuados, la presión justa de la mano sobre el serrucho y la caladora. El olor del cedro en el aire, todo lo inunda de su aroma. El sonido de la máquina en el taller.

La textura de la madera sin cepillar, peluda, rasposa. La garlopa, el cepillo de mano, la viruta que se enrolla como rulos en el bote de madera y luego salta al paso de la cuchilla. Brillosa madera, refleja la luz.

Todo el carpintero está ahí. Con notable precisión ensambla con golpecitos cajas y espigas. Va tomando forma el mueble. Un banquito quizás.

El olor del cedro, guarda en sí los trinos de los pájaros que habitaron aquel valle de Bolivia tal vez, el rumor de algún riacho que pasaba cerca, y el beso de algunos amantes que se fusionaron al pie del cerro lejano. Todo eso vibra en las manos del carpintero. Y él asume esa dimensión con total responsabilidad.

Allí está la pieza terminada, nada extraordinaria. El carpintero siempre estuvo ahí presente, en cada inhalación, en cada exhalación. En el olor, el sonido de las herramientas, en el “chisss” de la raspilla y la lija. Siempre ahí. Cuando se iba, traía de vuelta su mente aquí.

A pocas cuadras, otro carpintero realiza un mueblecito similar. Preciso, prolijo, firme. Pero está vacío, aislado. El otro lleno, en comunion.

Estar o no estar en la acción. ¿Será lo mismo? Entre el artesano y la obra, ¿hay vacío, o el continuum energía-materia entre dos cosas que para el distraído parecen separadas, pero que están indefectiblemente unidas para el atento? ¿Son lo mismo ese cedro lejano, los pájaros, los amantes, el río y el carpintero presente?

¿Y el cedro y el carpintero que vagaba por sus pasados, futuros, frustraciones y ansiedades, pero estaba ausente mientras trabajaba, son lo mismo?

Y así la vida. Y todo lo que hacemos, puede estar bellamente unificado con cada ser y acto que aparenta ser aislado, tomando de esa manera una dimensión universal, o podemos vivir en el reino estanco de los fragmentos separados, y las vidas ausentes. Estar en lo que hacemos, uno con todo.

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