viernes, 17 de noviembre de 2017

Vuelva al monte paisano: Fantasías de sábado soleado a la mañana



Hay que salir de la ciudad. Abolir ese paradigma caduco de convivencia (¿?) alienante de una vez por todas. Retomar el contacto con la Madre Tierra. Volver a ser los animales que nos corren por dentro, dormidos, drogados de urbanidad y civilización.
Dejar el balcón y la terraza, y las absurdas largas caminatas sobre cemento para acceder a un poco de pasto planificado. 

Dejar la ciudad, ir a los campos, los cerros, las selvas. Tenemos un país gigantesco y vacío. 

Formar comunidades pequeñas, autosuficientes, cooperativas y no competitivas, aldeas donde la democracia directa y horizontal y el respeto a los viejos y sabios sea ley no escrita. En las que la autoridad surja de manera natural y espontánea, libre. 

Sentir la sangre cómo vuelve a fluir por las venas. Cómo la piel retoma su color vivo. 

Los músculos se tonifican y las panzas se desinflaman.
El aire entra a raudales. Las sonrisas se dibujan y el final del día es de un sueño profundo y reparador, sin perturbadoras interrupciones.

El animal que vive en nosotros pide salir, que Recordemos. Dejar el traje de autómata programado de vidas atravesadas por diez mil artificios, y que la simpleza vuelva a reinar. 

La comida local y real en la mesa de todos. Que las estaciones y los cinco elementos manden y ordenen.
El sistema inmunológico sano y fuerte. Una mente poderosa, y prados llenos de yuyos sanadores.
El agua de arroyos claros o de lluvias limpias en las jarras y las pavas.
Saludos, silencio y una vida descalza sobre el pasto y bajo el sol. Donde un aguacero no sea una amenaza sino una bendición.
Recordar, recordar que fuimos y somos tierra que anda, y que busca volver. 

Jbv

No hay comentarios:

Publicar un comentario