miércoles, 8 de noviembre de 2017

Los ejes de mi carreta




Dice Fung Yu Lan en su Historia de China: "Este es también Aquel. Aquel, es también Este. Que Aquel y Este dejen de ser opuestos constituye la esencia misma del Tao. Sólo esta esencia, como un eje, es el centro del círculo, que responde a los cambios sin fin."

Y cantó Yupanqui en los versos de Risso: Por eso el ruido de los ejes habla de que hay movimiento. Si existe s
ilencio de quietud, es porque hay estancamiento o se desea la detención. Y eso no es natural.

Cuando uno está en el fleje de la rueda, hay agitación y sacudón en el movimiento. Cuando uno se sitúa en el eje, hay quietud en medio de la confusión, y puede observar imparcialmente, en silencio, desde el centro mismo.

Uno no es "abandonao" por no engrasar los ejes del cambio, por querer disfrutar de ser conciente de ese movimiento. Cuando hay vacío interior, no se necesita silencio, pues ha cesado el pensamiento, se ha fijado el foco en la esencia, y no en la oposición y aislamiento de los fenómenos.

La evolución del ruido al silencio, de ese solitario carrero criollo de la pampa que envuelto en la infinidad de mutaciones del Tao, hace foco en el eje esencial de la rueda. Como quien en profunda meditación se concentra en el eje de su respiración para asir la mente en el círculo infinito del cambio.

"No necesito silencio, yo no tengo en qué pensar. Tenía, pero hace tiempo, aura ya no pienso más.
Los ejes de mi carreta,
Nunca los voy a engrasar."

No hay comentarios:

Publicar un comentario