América es una gran vasija de barro
Llena de silencios y misterios dormidos.
De boca fina o ancha según sea
El Ande, la selva, el río o la pampa.
Cuando el huayra de los antiguos sopla, desgarra melodías, coplas, cantos e historias, milenios de ancestros que viven en las
Plantas maestras, en las cerámicas sagradas, en la noche del monte o en una caja bagualera que eleva desde el cerro su cósmico canto.
El viento del tiempo despega ñaupas nombres y los trae desde el olvido,
Como si fueran hojas secas de otoño, húmedas,
Pegadas en el suelo mojado del ayer reprimido a sangre, fuego y cruz,
Y los vuelve Kúntur (Cóndor), que se eleva hacia las estrellas del sur.
América, como dijeron,
"Es un solo poncho",
Tejido por manos indias de cobre,
Con hiladas mestizas y criollas,
Y guardas negras mecidas por flecos gringos.
América es un poncho que ha de cobijarnos a todos
Sin que a nadie le queden los pies o la cabeza destapada al rocío.
Porque en América los muchos siguen durmiendo "al sereno", naciendo en un pesebre de paja, y continúan siendo crucificados sus mensajeros y defensores por la farisaica iglesia oficial y el moderno César neocolonial.
América es un solo poncho, hilado en la trama continental del Bravo a la patagonia.
Nuestros cielos estrellados son los viejos saberes, visiones e intuiciones y el camino del Avá hacia la Tierra sin Mal, faro y guía en el sendero de nuestra historia recorrida a pura ushuta gastada.
América es un solo poncho, tejido una misma copla, que lleva en sus cuatro versos la americana memoria.
Texto y dibujo: Jbv
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