jueves, 28 de noviembre de 2019

Cristiano



Cristiano

No te fijes en sus lujosas biblias,
En sus cruces colgadas,
En sus rosarios y sermones.

No computes su presentismo en la misa dominical,
No repares en sus continuas confesiones ante el párroco,
O en su profusa ingesta de hostias.

No te confundan sus cantos, rezos y salmodias.

Si su vida no es reflejo auténtico y emanación florida del sencillo sermón del monte, ése no es cristiano.

Si el simple mensaje que el hijo del carpintero pronunció ante los menesterosos del desierto sobre aquella lomada palestina no perfuma su mirada y su gesto hacia los otros, a los pobres y despreciados del mundo; no te confundas, no estás frente a un cristiano; estás ante uno de los "buenos y justos" que lo crucificaron al nazareno, y que aún lo siguen haciendo con cada humilde y despojado de esta tierra.

Jbv.

Ese sabor que distingue al taoísmo



¿Qué ese sabor que distingue al taoísmo?



Taoísmo es una manera de estar en el mundo y de tratar con las cosas.
Es un modo de relacionarse con los otros, con la naturaleza y los fenómenos de la vida. Es una práctica y un Camino (Dao, Tao).

Así es que el taoísmo abarca todas las esferas de la vida ordinaria del practicante. No es algo que "se hace" en determinado momento del día o de la semana. No es necesario asistir a ningún sitio sagrado ni particular. El templo es la vida misma, el ritual son todos los actos cotidianos; y sin embargo, si es correctamente andado el sendero, no se nota. Es sin afectaciones, adornos o ñoñez. Es silencioso, invisible, común. No hacen falta ropas extrañas, peinados o barbas estrambóticas.

Todo se hace de un modo y con una intención diferente, y sin embargo nadie lo ve; aunque "algo", envuelve al practicante.

Dijeron:

"Cuando encuentres el Camino,
Otros te encontrarán a ti.

Al pasar cerca de tu casa se sentirán atraídos hasta tu puerta.

Y el camino que no puede nombrarse con palabras resonará en tu voz,

Y el camino que no puede verse se reflejará en tus ojos."

Los relatos taoístas están llenos de personajes sencillos como carpinteros, barqueros, carniceros, simples agricultores, que deslumbran a los eruditos y nobles con su sabiduría.

Es difícil explicar las diferencias, pues sólo se entienden adentro, sin palabras.

Por eso dicen que es una experiencia frustrante mostrar el Tao: al ser explicado, suena vulgar, obvio, insípido, opaco, sin ningún atractivo.

Dijo Lao Tse, el oscuro archivista de biblioteca:

"El Tao que puede ser expresado con palabras no es el Tao verdadero.
El que se ha liberado de su importancia personal ve su esencia y maravilla.
El habitualmente lleno de deseos y apegos no ve más que sus últimos reflejos.
Hacer las cosas sin hacerse cosa con las cosas. No reclamar posesión, no esperar resultados.
El trabajo es hecho sin que sea visto, por eso parece siempre por hacerse, y así es como prospera."

jbv

Lao Tsé desapareció sin dejar huellas montado en un buey azul. Nadie más supo del oscuro funcionario de la Biblioteca imperial. Dejó a su paso, por insistencia del guardián de la frontera, y un poco a regañadientes, el lacónico manojo de versos con sus principales y tremendas intuiciones, llamado luego Tao Te Ching.

Presencia





¿Está usted ahí?
Ahí, sí, en eso que está haciendo.

¿Está ahí cuando conversa con otra persona, cuando ceba mate, al lavar los platos, cuando prepara los alimentos, cuando hace su trabajo manual o administrativo?

¿Está usted ahí en su oración, o repite mecánicamente fórmulas verbales?

Cuando alimenta a los animales, barre la casa o atiende el fuego del hogar, ¿está usted ahí?

¿O acaso su espíritu o su mente viajan a pasadas y lejanas culpas y remordimientos?

¿O quizás deambulan por las ansiedades y especulaciones de lo que podría pasar en el futuro?

 Cuando es así, vivimos ausentes.

Nos convertimos en autómatas y la realidad se torna árida e insípida. El corazón un péndulo que oscila entre el ayer y el mañana, sin jamás detenerse en el ahora.

"Lo cotidiano se vuelve mágico", canta el músico santiagueño Peteco Carabajal, cuando las manos de su madre amasan el pan.

¿Porqué se vuelve mágico ese simple acto? Porque la madre, cuando amasa el pan, le da una sagrada dimensión a lo simple, estando plenamente allí. Entonces, la milenaria conjunción de harina agua, grasa y sal, ya no es una receta  inerte y sin alma, sino que se vuelve alquimia y transmutación.  Ella está ahí, Total, en el acto, en el sentido profundo de lo que está haciendo.

En el amor y en la potencia de ese cotidiano rito doméstico.

Está plenamente allí, amasando y encendiendo el fuego del horno de barro para su gente.

Todo acto cotidiano, invisible, inadvertido, se espiritualiza con la presencia total, con la intención, con la respiración atenta y la conciencia alerta.

Evagrio Póntico,  monje hesicasta y Padre del Desierto, recomendaba en sus escritos para el entrenamiento de la mente: "Que no se escape ni una inhalación y ni una exhalación sin tu atención".

Sin más templos que cualquier lugar ordinario, sin más ritos que los pequeños actos cotidianos, sacralizados y espiritualizados por la Presencia Total de todo su ser: sentidos, mente, espíritu y corazón.

Sin más ropaje y adorno místico que el amor sencillo, arisco de las estridentes y vacías demostraciones, ese amor que gusta de esconderse en los detalles.

Y que solamente será capaz de ver aquel que tenga ojos para ver, y oirá quien tenga oídos para comprender ese lenguaje silencioso y callado, sin brillos encandilantes, de la invisible presencia que no deja huellas evidentes. Esas cosas que no pueden ver aquellos que tienen los ojos abiertos, pero profundamente ciegos.

Jbv

lunes, 25 de noviembre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 64

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 64.



"Todo está en permanente flujo y transformación.

Los seres y fenómenos ya existen incluso antes de ser. Del no ser pasan al estado germinal, imperceptible, luego se desarrollan hacia su plenitud y vuelven a transformarse.

Con este conocimiento entre las manos, la sabiduría médica resuelve rápidamente lo que aún está asentado y tranquilo,
Lo que todavía no ha dado señales de alteración,
Lo frágil y pequeño.

La sabiduría médica se ocupa de las cosas cuando aún están en estado germinal, antes de que se hayan manifestado.
Así, dirige los tratamientos sin brillantes intervenciones ni rudos protocolos, en tranquilidad, desde el embrión de los desequilibrios.

De esta manera, parece que el médico no haciera nada, no deja estelas ni huellas, y vive en lo secreto su saber. Los profanos llaman magia o esoterismo a lo que sólo es atención, escucha, disciplina y práctica.

Es sencillo entender que todo comienza pequeño y leve y se vuelve grande y peligroso.

La prevención y la anticipación debe ser el alma de una sabia ciencia médica, y no la cacería y persecución policial de síntomas infinitos.

Es más sencillo arrancar un brote verde que tener que hachar un árbol.

Durante el tratamiento se debe conservar el mismo cuidado, sensibilidad y atención tanto al final como al inicio.

Todo es permanente movimiento y vibración, germen y final.

Quien busque sanar a otras personas debió y debe seguir siendo capaz de ver en germen a sus propios demonios y domarlos firmemente al más mínimo indicio de rebelión.

Sólo así estará entrenado para combatir con los feroces demonios que atormentan a quienes acudan a su puerta."

Jbv

Pintura de Shitao, pintor, poeta y calígrafo taoísta del siglo XVII

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 65



"Quien porta la sabiduría médica, en su práctica procura llevar siempre a sus pacientes hacia la simplicidad.

Evitará llenarle la mente y el corazón de complejidades, conceptos, deseos, idealizaciones; más bien buscará que la persona regrese y transite por la senda del vacío, de la sencillez y abrace la unidad.

Es difícil tratar personas llenas de recovecos, laberintos y pensamientos. Ardua tarea tiene el médico que atiende una mente y un corazón repleto de agitación.

Quien porta esta sabiduría sabe dónde hacer que se detenga el mucho pensar y hace de esto la regla de sus tratamientos. Es la virtud misteriosa, la de atraer y conducir al que sufre siempre de vuelta a la Unidad e integración perdidas."

Jbv. Lecciones médicas del Tao Te Ching, capítulo 65.

Pintura de Shitao, pintor, calígrafo y poeta taoísta del siglo XVII.