lunes, 26 de octubre de 2020

El fruto y la flor


 

Lo sutil y constante yace oculto entre la infinitud del cambio permanente.


Nada está quieto, nada hay que no sea puro vibrar.


Detrás de la hojarasca crepitante, el fuego eterno de la mutación.


El humo y el viento. El silencio y la quietud.


Abraza la danza de las transformaciones, desata las amarras de los muelles de ilusión.


Hacer y pasar.

Darse y olvidar.


Quédate en eso sin nombre, abraza ese Gran Misterio. 


Los ruidos afuera, un estanque sereno en tu centro. 


En calma entre la agitación eres el eje del sol y la luna, la tierra y el cielo, la muerte y el hombre.


Sin intervenir las cosas pasan. Sin objetivo ni meta, todo sucede.


Ir silencioso. Tesoros adentro entre las burdas ropas.


Pasar. Pasar. 


Templos de cotidianeidad. 

Práctica atenta de lo ordinario. 

Palabras sencillas. 

Silencios hondos.


Simple comida

Simple tarea

Simple morada

Simple la mente.


Amar. Nutrir. Ceder.


Quien sabe andar no deja huellas.

El buen pescador se olvida de la red cuando ya tiene el pez en la mano.


El buen entendedor se olvida las palabras pescado el concepto.


El meollo del asunto y lo accesorio. ¿A qué le das tu atención?


Lo esencial y lo marginal. ¿Qué te roba la fuerza?


El fruto y la flor. ¿Con cuál te quedas?


Jbv

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