lunes, 26 de octubre de 2020

La paradoja del andariego


 

El viaje es interior. 

Volverse es el movimiento del Tao.

Ceder es la acción del Tao.

Todos los seres se alejan y retornan a su raíz.


Es la paradoja del Andariego. Sin partir en lo exterior, nunca se comprende que el viaje es por los senderos de adentro. 


Dice Jean Luc Nancy en su delicioso librito "Qué significa partir": "Es partiendo de todo lo que ya está dado y de lo que es natural que podemos descubrir lo nuevo, que podemos cambiar. Una vida humana no se hace más que de nuevas partidas. Cuando alguien no parte nunca, no cambia, no deja nunca sus costumbres, se seca, se vuelve decrépito."


Don Atahualpa, gran recorredor de los caminos de la patria y del alma, entendió también la paradoja del andariego. Viajó, se alejó, y supo después que la vidala lo llamaba desde las tripas, golpeando pecho adentro:


"En lo mucho que he rodao

por cerros, pampas y montes

me han conversao los caminos

con sus profundas razones.


Consejos tienen las sendas

verdades los callejones,

Cuanto más largo el camino

más hondas son sus lecciones."


El mismo Lao Tsé, quien había vivido en una biblioteca viajando por su cosmos interno decidió al fin partir a su viaje. Tras un largo recorrido vislumbró al fin: 


"Sin salir por tu puerta sabes lo que es el mundo.

Sin mirar por la ventana se ven los caminos del cielo.

Cuanto más lejos te hayas ido, menos habrás aprendido.

Así, el santo se entera sin haber dado un paso; conoce sin haber visto, ejecuta sin hacer nada".


Salir para volver. Salir para comprender que adentro es el viaje. Pero que sin salir, el viaje interno a veces no puede comenzar. La paradoja de todo andariego.


Jbv.

Imagen: Senderos de Anfama, alta montaña de Tucumán.


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