jueves, 5 de septiembre de 2019

El llamado de Cthulhu

El llamado de Cthulhu



No somos en absoluto seres racionales.
Volátiles criaturas profundamente atravesadas por las emociones, por impulsos inconscientes individuales, y hasta por herencias inconscientes que son colectivas, propias de nuestra especie.

Como el terrorífico Cthulhu del escritor Lovecraft, los instintos e impulsos de bestias salvajes duermen como un monstruo en las profundidades de un lago, y a veces se despiertan o se sacuden en sueños, agitando la superficie de las aguas aparentemente calmas.

Toda nuestra vida es conducida desde ese terreno completamente irracional.

La "razón", tan cacareada por esta incivilización, es apenas un instante, un relámpago en la noche, un caballo al galope visto desde una cerradura. Es una herramienta que se utiliza para resolver alguna que otra cuestión técnica concreta (igualmente dentro de un marco general irracional), para luego volver al océano nebuloso de la sinrazón.

Prácticamente ninguna de nuestras decisiones, impulsos, elecciones, expresiones de nuestra vida cotidiana surgen de la razón.

Las bases mismas de este sistema social, productivo y económico son irracionales, y toda su estimulación y fortalecimiento apela a lo irracional. Es absolutamente atentatorio contra la vida humana y del planeta, y sin embargo, se presenta como el pico de la razón evolutiva y no es cambiado, todo lo contrario. Como tampoco cambiamos nunca absolutamente nada en nuestras vidas por cuestiones "racionales".

Somos aquellos mismos que hace tres millones de años bajaron del árbol y encendieron el fuego para iluminar y calentar las cavernas.

Las cuevas siguen adentro nuestro, gritando en su mitológico lenguaje como el llamado de Cthulhu. Sus huellas y sus sombras salen periódicamente a recordárnoslo.

Cuando alguien me habla de razones y civilidad, siento el impulso visceral de simplemente irme hacia otra parte.

Jbv

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