viernes, 28 de febrero de 2020

Wu Wei Tao



"El  camino de la no acción.
El camino del hacer sin hacer.
El camino del dejar abiertas las puertas de todas las posibilidades.
El camino de mutar con las incesantes mutaciones.
El camino de soltar las amarras.
El camino de correrse del medio.
El camino de quitar los obstáculos al flujo natural de las cosas.
El camino de no entorpecer.
El camino de no interferir.
El camino de suspender el juicio.
El camino de dejarse llevar.
El camino de vaciarse de ideas conceptos y apegos.
El camino de hacer lugar.
El camino de dejar de porfiarle al sentido que toman los acontecimientos.
El camino de ser fértil, fecundo y profundo como un valle, vacío y quieto.
El camino del silencio, que contiene todas las palabras e ideas posibles que el lenguaje no es capaz de expresar.
El camino del aquietamiento, que te convierte en eje y Punto Cero de todos los posibles movimientos.
El camino del cerrar la ventana y volver al centro de la sala.
El camino de cerrar los ojos y volver al estómago.
El camino de la contemplación sin preferencias ni aversiones.
El camino del andar sin dejar pisadas, del hacer que vengan sin haber llamado, de que oigan sin haber hablado, de enseñar sin decir.
El camino de hacer florecer la primavera y congelar el invierno mientras permaneces sentado bajo un árbol en otoño.
El camino del amor sin posesión.
El camino del nutrir sin reclamar.
El camino del dar sin dejar pistas.

Wu wei Tao.

El camino desconcertante y sin forma.
El camino de ser una danza improvisada.
El camino de quien es sombra en la sombra,
Nadie entre los nadies.
El camino del insignificante andrajoso que lleva una piedra preciosa en su regazo.
El camino descalzo donde nada queda sin hacerse y donde la propia naturaleza esencial de cada ser puede realizarse y manifestarse en su plenitud."

Jbv

domingo, 23 de febrero de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 21.




Lecciones médicas del Tao Te Ching: Capítulo 21.

"Todas las cosas llegan a ser lo que son por seguir el Tao, o por no haberlo seguido.

Del Tao, como de un gran fuelle vacío surgen todas las cosas y fenómenos, como sonidos que nacen del soplo de un viento invisible. Éstas cosas y fenómenos pueden verse, oírse, tocarse, percibirse, mas no el Tao que los produce.

Quien porta la sabiduría médica sabe que todo es manifestación exterior de un proceso interior, y que todo sigue un curso indetenible  de mutaciones.

Este proceso es a veces oscuro y secreto, pero que existe y tiene siempre un sentido y dirección. Y esa es la fe de quien tiene la misión de sanar a otras personas que acuden a su puerta.

La salud es el resultado de muchos procesos, acciones y no acciones invisibles. Es abrazar el Tao.

La enfermedad es el resultado de muchos procesos, acciones y no acciones invisibles. Es soltar el Tao.

Curar y devolver el equilibrio perdido a los dolientes es resultado de misteriosos y sutiles sucesos internos que luego se ven en resultados externos.

El camino es oscuro y silencioso, pero produce luz en el espíritu de quien lo anda.

La aguja es la manifestación exterior y visible de un proceso secreto que ocurre adentro.

La planta curativa tiene dentro un poder invisible que produce manifestaciones palpables de salud.

Esta regla es eterna y jamás ha sido olvidada por quienes portan la sabiduría médica.

Los síntomas y los signos externos son la voz de un invisible desequilibrio interior.

Quien tiene la misión de sanar a otras personas no olvida esta ley y busca ver el interior por medio de lo exterior, como la sabiduría suprema es capaz de conocer el Tao a través del libro de la Naturaleza."

Jbv
Pintura: Zhu Da, pintor y monje taoísta del siglo XVII.

domingo, 16 de febrero de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 27



Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 27

"Cuando estás enfocado tan sólo en la esencia de lo que haces te olvidas de lo secundario y lo accesorio.

La más alta categoría es ser capaz de hacer sin hacer, de resolver sin necesitar herramientas, de terminar la obra y que no queden allí pistas de tu tarea, e irse a otra parte sin reclamar mérito.

Quien porta la sabiduría médica sólo tiene por objetivo devolver el equilibrio perdido a los dolientes y perdidos que acuden a su puerta.

Olvida todo y su mira está puesta en llevar a cabo su misión de la manera más natural y discreta.

Trabaja sin dejar huellas propias, busca por todos los medios que su paciente encuentre por sí mismo el sendero que lo sacará del cautiverio y lo llevará a una plena libertad sin dependencias externas.

Con sencilla, amorosa y certera Visión le indicará a la persona rendida el lugar indicado en dónde  tirar las redes para realizar una pesca milagrosa en un lago que parecía ya vacío de peces.

Como un sastre, da puntadas pero no queda hilo detrás.

Es como un caminante que no deja huellas o como quien da un discurso silencioso sin palabras.

Desata el nudo en donde se ha atascado su paciente para que esta persona pueda dar el siguiente salto en su camino de evolución.

Quien ha asumido la misión médica no desampara a nadie jamás y siempre lo hace sin ostentación y en lo secreto.

Lleno de luz, no se tiene por maestro ni va dando cátedra por el mundo.

Si el Camino le presenta un discípulo, o un verdadero discípulo lo encuentra a él, ambos, desinteresadamente, se benefician y se nutren, como un artesano y su materia prima que es transmutada en algo superior a la suma de las partes.

Aparecer ignorante siendo sabio es la más alta maravilla."

Jbv

Imagen: Shitao, pintor, calígrafo y poeta taoísta del siglo XVII.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Apuntes de sachasofía: Hombre, canto y paisaje.



Nada hay más quieto que el cerro, y sin embargo, gracias a su quietud todo es movimiento y fluidez sobre él.

Todo crece y se vitaliza allí poderosamente: la yunga, las aves, los escurridizos animalejos, el ágil río montañés. Quietud y movimiento danzan a la par.

El hombre cerreño es igual. Movedizo, flexible ante el vivoreo de las sendas, de escaso hablar, saltador de piedras. El montañés ve límites por todas partes, por eso su espíritu y su pensamiento se orientan hacia el cosmos, hacia arriba, igual que su canto natural, la baguala.

Nada más amplio que las pampas y las llanuras, y debido a su amplitud todo puede expandirse.

El viento sin límite ni dirección, animales capaces de galopar, de andar y recorrer imposibles distancias. Aguas y lagunas amplias, hombres de pensar ancho y abarcativo, de silencios estirados como leguas por andar. Largo como como el decir de una milonga bien pampa, monótono y mántrico como un lonkomeo, galopeador como el malambo llanero.

Nada más callador de misterios que la selva. Y por ello todo allí canta y distrae del secreto.

Cualquier habitante de la espesura vegetal aparece y se oculta a su gusto. Todos saben de sorprender, esconder y ser sorprendidos. Todo parece que es, y es otra cosa. Todo tiene una cara en la oscuridad. La visión nocturnal del jaguar, el veneno mortal de la colorida ranita, la fuerza inaudita de la blanda serpiente apretadora, el mensaje cifrado de la planta de poder. El implacable y letal saber cazador del avá guaraní, o el tonocoté.

Sorpresivo y enrulado como un Escondido, vivoreante como el chamamé que canta el Alto Paraná.

"El mejor paisaje es el Hombre", sentenció el bodhisattva Yupanqui. Y quizás de esto hablara.

Tierra y Hombre.
Bestia y paisaje.
La comunión del movimiento y la quietud, del espíritu moldeado por la geografía, poder y flexibilidad.

Mágica y mística comunión entre la comarca y el alma, que brota en un canto típico y popular.

La tierra le dicta cosas al oído de quien preste atención, para que la traduzca.

El paisaje habla del hombre que lo habita. El hombre habla en sus modos del paisaje donde ha nacido.

"El Hombre es tierra que anda", dijo el bodhisattva Atahualpa.

El hombre es tierra que anda. Y la tierra es un hombre andando hacia el paisaje más profundo que pueda contemplarse: un corazón, un alma humana inmersa en el entorno que la ha moldeado.

Jbv "Apuntes de sachasofía: hombre, canto y paisaje".

Foto: atardece en la selva isleña, delta del Paraná.

martes, 11 de febrero de 2020

Marta, María y la visita de la Luz.



En el evangelio de Lucas 10-38-42 se relata un episodio que a simple vista puede resultar intrascendente desde un punto de vista superficial, pero que desde una mirada esotérico-mística cobra una profundidad que nos interpela hondamente a quienes buscamos una Palabra, una lucecita en nuestra oscuridad.

El texto dice así: "Llegó Jesús a una aldea, y una mujer, de nombre Marta, lo recibió en su casa. Tenía ésta una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras que Marta andaba afanosa entre los muchos quehaceres del servicio. Intervino Marta y dijo: 'Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje sola con los quehaceres? Dile pues que me ayude'. Mas el Señor le contestó: 'Marta, Marta, tú te preocupas y te apuras por muchas cosas y sólo es necesaria Una. María ha escogido la parte mejor que no se le quitará".

Sin entrar en detalles sobre qué relación tenían estas mujeres con Jesús y el motivo de la visita, podemos extraer de ese cotidiano episodio algunas claves que pueden sernos de utilidad.

Jesús pone en evidencia dos formas de relacionarse con el espíritu y la consciencia divina: una relación desde lo accesorio y otra desde lo esencial. Él le dice a Marta, que va y viene por el mundo exterior, ocupada en lo accesorio: "Sólo Una cosa es necesaria". De esto se habla en muchas tradiciones, sobretodo en el taoísmo y en el cristianismo esotérico: volver al Uno (el Padre y Yo somos Uno). La Única Acción. No dispersar el Qi, no fijar la atención en mil cosas exteriores, sino centrarse, buscar el centro y la unidad, la integración de nuestras partes fragmentadas.

Marta va y viene saturada de cosas y deberes. María está quieta, en silencio y total apertura a recibir la Palabra, la Luz, la Iluminación. Ella está en una plena disposición de vacío y receptividad hacia lo divino. No "hace" cosas para crecer en el espíritu. Mas bien no hace nada. Cuando la luz la visita ella simplemente está ahí para dejarse iluminar. Ese es todo su hacer.

La persona que se encuentra distraída, viviendo en lo externo, atareada con mil cosas accesorias, ni siquiera cuando la Luz entre en su casa estará preparada para recibirla. Simplemente estará en otra parte, haciendo otras cosas.

Es más, será posible que esta persona, desde su supuesta superioridad se enfurezca con aquellos que no están "haciendo lo correcto" para lograr lo espiritual, y seguirá con su atención puesta en los actos exteriores de piedad y devoción.

Culpará tal vez a los otros por no poder acceder ella a la paz, a la calma interior, y exigirá amargamente que aquellos se desvíen de su camino "equivocado".

Pero el maestro insiste en que Una sola cosa es necesaria. Sentarse, y cuando la luz llegue dejarse iluminar enteramente, permitir que el cáliz vacío se colme de esa agua viva que quien la bebe no muere jamás.

Marta tiene buenas intenciones. Una de ellas es "agradar" a la divinidad y a los otros. Hacer lo que se espera de ella.

Es muy necesario despojarse de todos los roles, de las máscaras, de lo que se espera de nosotros. Sólo así se puede Ver. Sólo desde el despojo de lo externo se puede tener la experiencia de la divinidad, del Uno, de la conciencia superior.

Desde lo establecido, desde el rol que se nos ha impuesto o que hemos asumido voluntariamente no existe satori posible, no hay iluminación que pueda alcanzarnos. Una mujer, en la galilea del tiempo de Jesús debería estar sirviendo al maestro y a los hombres, y de ninguna manera estar sentada a los pies de aquel que viene a enseñar. Ella sin embargo eligió desobedecer,  salirse de ese rol y no cumplir con lo establecido.

Por ello todo los grandes iniciados fueron personas que rompieron con lo que se esperaba de ellos: Moisés, Jesús, Siddartha Gautama, Amma Sincletica, Krishnamurti, Lao Tsé, Atahualpa  Yupanqui. Desde el lugar del Rol, desde el papel exterior, la Palabra y la Luz no penetrarán jamás.

"María eligió la mejor parte, y no le será quitada".

Es irónico darnos cuenta de que la Luz, la Sabiduría, la Iluminación, se nos escapa y sigue de largo justo cuando creemos estar haciendo todo "correctamente". Medito a diario, hago zazen todos los días, voy a misa, rezo, hago yoga, prendo sahumerios, me visto de tal manera muy espiritual, balbuceo mantras, como comida "consciente"... Y nada, sigo siendo el mismo caos.

Y vemos con estupefacción que personas simples, que no "siguen los pasos adecuados" para el ascenso espiritual, que incluso parecieran hacer las cosas "mal"  viven en profunda paz, calma, silencio interior, serenidad y alegría.

Esa es la irónica respuesta de Jesús a los que a veces somos como Marta: no tienes que estar "haciendo cosas" para iluminarte, para Ver,  para crecer en consciencia. Mas bien se trata de No hacer cosas.

Como llamaba a la meditación el taoísta Chuang Tsé: "Quedarse quieto sin hacer nada". Wu wei, aquietarse, no hacer, no interferir.

En relación a la luz, a dios, al tao, podemos ser Marta o podemos ser María. O a veces una y a veces la otra.

Como también relata la parábola de las vírgenes prudentes, la divinidad, la Palabra ha de encontrarnos con la lámpara llena de aceite para no quedar a oscuras en la noche, en disposición de receptividad, con el cáliz vacío para recibir el agua viva, en quietud interior.

Siguiendo los pasos ajenos, lo que otros esperan de nosotros, solo haremos que el Cristo pase de largo. Que hable y no lo escuchemos. En el exterior, atareados en mil cosas accesorias no estaremos allí para recibirlo, o nos encontraremos distraídos, yendo de aquí para allá, creyendo que vamos por el camino correcto.

Jbv

domingo, 2 de febrero de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 77.




"El camino de la salud busca emular a la Vía del Cielo tal como quien tensa un arco: rebaja lo alto y levanta lo bajo. Quita lo que sobra y completa lo que falta.

Quien porta la sabiduría médica pretende hallar el equilibrio del yin y el yang y así restablecer la salud del sufriente. Sedando el exceso, tonificando la deficiencia, desbloqueando lo que se ha bloqueado, desatando el nudo que impide el pleno desarrollo de lo que está en su naturaleza ser.

El camino de la enfermedad es exactamente al revés: seguir quitando de adonde falta y seguir agregando adonde ya está lleno y hay de más.

Por esa fatídica vía la salud es cosa perdida y el único desenlace puede ser la muerte.

Sólo aquel médico sabio que ha cultivado y desarrollado su energía vital por medio de una ferviente y constante práctica es capaz de ofrendar su exceso de Qi a los dolientes que acuden a su puerta sin debilitarse.

Así, la persona sabia emula al camino del Cielo y la Tierra: hace sin ser visto, no se queda a recibir los halagos, no busca brillar, pasa de largo sin dejar huella.

Sólo se debe a su práctica medicinal y sanadora pues ella es lo que ha asumido como su misión y destino."