jueves, 26 de marzo de 2020

La Palabra y la casa en la roca





Lucas 6-46 dice que dijo el nazareno:

 "El que escucha mi Palabra y la practica es como un hombre que al edificar una casa, cava, profundiza y pone el cimiento sobre la roca: cuando luego viene una crecida y el río se precipita contra la casa, no puede bambolearla porque está bien cimentada. Mas el que no practica, se parece al que edifica una casa sobre la tierra, sin cimiento, choca el río contra ella y rápidamente cae; y es completa la ruina de esa casa."

 La práctica, practicar algo implica proceso, desarrollo, disciplina y trabajo con evolución. Entrenamiento para algo.

La Palabra, con mayúscula es en realidad silencio. Acto, verbo sin palabras. El maestro de Belén no dió listas de haceres y no haceres. Fue testimonio vivo. Esa es la Palabra a practicar. Vivir y evolucionar cimentando sólidamente el espíritu en el silencio interno.

La cotidiana práctica interna en la Visión, la contemplación, el coraje de seguir el propio Camino, la meditación, la búsqueda de lo divino en el Pozo de Silencio interior. La unidad con el Todo, "Ser uno con el Padre".

Esta práctica interna de la Palabra sin palabras, sino que es Acto, la acción correcta que lleva a ser lo que está en muestra naturaleza íntima ser, conlleva indefectiblemente a la Visión del Otro, a la solidaridad (amor al prójimo) a la comunión con los demás, a dar, a jamás aceptar con indiferencia la injusticia. A decir en palabra y acto lo que somos: "de la abundancia del corazón habla la boca". "Por sus frutos se reconoce al árbol".

La Palabra es la práctica interna de hallar ese reino de Dios que "está dentro de vosotros", para que el mundo de afuera se parezca un poco también a lo que vamos creando adentro. "Como es adentro es afuera".

Aquél que ha entrenado, quien ha practicado el aspecto interior de la Palabra sin palabra ha construido un carácter y un espíritu sólido e indestructible como una casa cimentada en la roca, que resiste los desastres naturales.

Quien no ha practicado y ha vivido en la superficie y la banalidad, en lo exterior, es como una cabañita frágil apoyada en la arena. Su nulo entrenamiento para atravesar los tiempos de tribulación lo hará zozobrar, si es que no lo derrumba por completo.

Tiempos de probar nuestro cimiento. Tiempo de práctica de la Palabra. Estamos a tiempo.

Jbv

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