viernes, 24 de junio de 2016

Los frutos.






No violente. Su ansiedad, sus deseos personales hablan ahí. Cuando apura las cosas, usted se pone por encima del orden cósmico, el Tao, y produce una violencia y tensión absurdas.


Es un microbio queriendo empujar el tren.


Tras las guerras y acampes de los ejércitos, solo viene el hambre y la miseria.


Solo su ego habla cuando quiere tomar las cosas a las apuradas, acelerar procesos, saltar cambios, dejar fijadas cosas que mutan.


El viejo Li Ching-yuen, quien vivió 256 años dejó claras y detalladas indicaciones para quienes deseen seguir sus pasos y emular su ejemplo. Su programa se basaba en tres reglas principales:
No apresurarse nunca en la vida. Tómese las cosas con calma, tómeselas despacio y tómese todo el tiempo que le haga falta. Li aconsejaba a sus discípulos que tuvieran siempre el corazón sereno, se sentaran con tanta tranquilidad como una tortuga, caminaran con tanta viveza como un pájaro y durmierantan profundamente como un perro.


Respire. Calma. Tome solo los frutos. Estos son la expresión de un invisible e ignorado proceso de cambio y maduración perfecta, que se da en un tiempo preciso, único, certero. 


El fruto no se apura ni se alienta al árbol para que lo de mas rápido. Llega a su debido momento. Usted simplemente va, porque luego de una minuciosa observación lo ha aprendido, y lo toma. Eso es todo.

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