martes, 29 de diciembre de 2020

Hex. 18, la integración total y la resurrección


 


Ser la montaña 


Solo quien ha integrado al fin su ánima y su ánimus, el que ha podido resolver a su padre y a su madre, aquél que ha limpiado el cuenco lleno de putrefacción y bichera y abrazado definitivamente el yin y el yang que danzan en sus sombras es capaz de vivir en verdadera quietud interior, como un gran cerro que siente a sus pies la suave brisa soplando.


Limpiar el cuenco


El hexagrama 18 del i Ching, "El trabajo en lo echado a perder" es la guía de toda la tarea que hemos de cumplir en nuestra evolución. Es además un fuerte símbolo de la liberación de la consciencia crística, la muerte y la resurrección.


Cuando hemos sanado lo que se echó a perder en nosotros, toda aquella tradición interior y familiar, sistema de creencias y cosmovisión, es como limpiar el  cuenco lleno de comida podrida y de gusanos, y acceder a la verdadera y profunda quietud interior.


Dice Richard Wilhelm en su comentario al hexagrama 18: "La indiferencia y la inercia que han conducido al estado de corrupción y podredumbre deben ser reemplazados por la decisión y la energía a fin de que un nuevo comienzo pueda suceder".


Los tres días de putrefacción y los tres días de resurrección


Dice el dictamen: "El trabajo en lo echado a perder tiene elevado éxito. Es  propicio atravesar las grandes aguas.

Antes del punto inicial tres días, después del punto inicial tres días".


Es la simbólica conciencia de cristo. El tiempo necesario para que todo se derrumbe y se corrompa, la cruz y la muerte, y la resurrección al tercer día de oscuridad.


Sólo cuando dios te ha abandonado somos libres y lo abandonamos a él. Así  somos capaces de morir a todo nuestro podrido sistema de creencias, a nuestras equivocadas ideas sobre nosotros mismos y sobre los demás, a nuestra ridícula cosmovisión personal.


Alguien que hace ese trabajo con lo echado a perder es un cristo, un "noble" que como dice la imagen: "sacude a las gentes y fortalece su espíritu".


Sólo quien ha realizado su integración, quien limpió su cuenco es capaz de ser verdadero guía, maestro de los demás y sacudir sus consciencias y así fortalecer sus espíritus y mostrarles la senda de la evolución. Un "maestro" que no ha hecho esa tarea, sólo proyecta sombras y dice palabras ajenas.


Todo lo que está putrefacto en nuestra tradición familiar, en nuestra propia tradición  íntima y personal, es decir, ese ridículo relato que nos hacemos permanentemente a nosotros mismos, debe ser limpiado o lo proyectaremos en cada idea, en cada relación, en cada convicción.


Nuestra Ánima familiar, personal, el yin interior, nuestra imagen femenina, materna, debe ser sanada.


Nuestro Ánimus familiar, personal, nuestro aspecto masculino el yang interior, debe ser inexorablemente sanado.


Dicen las líneas: "Rectificar lo echado a perder por la madre"


"Rectificar lo echado a perder por el padre".


"Tres días", el tiempo en que todo se pudre. La muerte, el abandono de dios. Sólo cuando supo quién era su verdadero padre, Jesús condescendió a morir en la cruz -el punto inicial-.

"Tres días" el tiempo de silencio y oscuridad necesario para la integración total y la resurrección.


Vivimos hasta el último día al servicio de "padres y madres" asumiendo perspectivas ajenas que un día ya tienen gusanos y muy mal olor. 


Sólo cuando realizamos la tarea de limpiar eso que se ha echado a perder podemos ponernos como dice la última línea mutante "al servicio de metas más elevadas" y dejar de servir a los intereses de esos figurones mundanos que son "reyes y príncipes".


Toda esa herida de servidumbre, de sumisión, de moverse en la sombra, arteramente, de silencio hiriente y asesino, debe ser cerrada al atravesar las grandes aguas del ánima.


Toda esa tontería del éxito, del reconocimiento, de la fuerza física, de la provisión, el palabrerío banal incesante, el nombre, la violencia, debe ser eliminada cruzando hasta las lejanas playas del ánimus.


Y un día tal vez habremos nosotros abandonado a ese dios. Los ojos se abrirán y uno será la montaña. Un gran cerro con la suave brisa soplando a nuestros pies.


Allí arriba el aire de altura es fuerte, vivificante, frío. Y permitiremos alegremente y en pura quietud interior que quien se anime, ascienda hasta esas elevadas cumbres a acompañarnos.


Jbv.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Hex 27, la nutrición

 


¿De qué cosas nutrimos nuestro estómago y nuestro espíritu?


¿Somos nutritivos para los demás?


Dice el hexagrama 27 del I Ching "Las comisuras de la boca": "Presta atención a la nutrición, y a aquello con que trata de llenar su boca uno mismo." "Así el noble presta atención a sus palabras y es moderado en el comer y beber."


Muchos siglos mas tarde, el maestro de Nazareth enseñó: "No es lo que entra por la boca lo que hace impuro al hombre, sino lo que sale de ella."


La nutrición es una importantísima y útil clave para conocerse a uno mismo y a los demás.


¿De qué te nutres?

¿De qué cosas se nutre esa persona que quieres conocer? 


Ver el foco de su energía, a dónde está puesta, es una de las informaciones más reveladoras sobre una persona. 


Dice Richard Wilhelm en su comentario al hex. 27: "Cuando se quiere conocer a alguien, solo es menester prestar atención a qué y a quién dispensa sus cuidados y cuáles son los aspectos de su propio ser que cultiva y alimenta."


¿A quién o a qué intereses sirve?

¿Qué rasgos de su personalidad alimenta?

¿De qué cosas nutre su cuerpo, su mente y su espíritu?

¿Y nosotros mismos?


También decía el filósofo Mencio: "para reconocer si alguien es capaz o incapaz no hace falta observar ninguna otra cosa sino a qué parte de su naturaleza concede particular importancia. El que cultiva las partes nimias de su ser, es un ser nimio. El que cultiva las partes nobles de su ser, es un ser noble."


¿Sus palabras y pensamientos nutren o desnutren?

¿Y las nuestras?

¿Cultivamos palabra y acción nutricia o venenosa?


En las comisuras de la boca está la llave para mantenemos en el centro y la sabiduría. Si cultivamos el silencio abrimos la boca sólo para decir la palabra que nutre. Mi maestro Lao Tsé dice siempre: "el que mucho habla muchas veces se queda sin palabras".


Abrimos la boca para que ingrese el alimento que fortalece, y para que salgan palabras que nutren. Así forjamos un carácter y un cuerpo nobles. Con el mismo criterio que aplicamos para nosotros, tenemos el códice para conocer a los demás.


Jbv


viernes, 25 de diciembre de 2020

Al que vino de lejos a decir

 


Bodhisattvas son los que vuelven de lejos. De lejanos lugares y lejanas eras. Una y otra vez a decirnos la palabra y la acción correcta.


Al que vino de lejos a decir

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Vino de lejos,

Recogiendo en su bolsa

Las semillas e hilachas

De añeras tradiciones.


Coplas trenzadas 

Con el telar de seis cuerdas,

Tejiendo un colorido aguayo milenario de artes olvidadas.


Cantor de silencios

Minero de los socavones

Del alma paisana.


No tuviste al fin tu premio.

No lograste hundirte en la laguna del anonimato.

Como irónico castigo a tu rebeldía

Vives en las partículas cósmicas que vibran

En todo aquel argentino que arrime sus penas

A ese hondo jagüel de soledades de la guitarra.


Jbv


Apuntes de sachasofía: Hombre, canto y paisaje.

 





Nada hay más quieto que el cerro, y sin embargo, gracias a su quietud todo es movimiento y fluidez sobre él.


Todo crece y se vitaliza allí poderosamente: la yunga, las aves, los escurridizos animalejos, el ágil río montañés. Quietud y movimiento danzan a la par.


El hombre cerreño es igual. Movedizo, flexible ante el vivoreo de las sendas, de escaso hablar, saltador de piedras. El montañés ve límites por todas partes, por eso su espíritu y su pensamiento se orientan hacia el cosmos, hacia arriba, igual que su canto natural, la baguala.


Nada más amplio que las pampas y las llanuras, y debido a su amplitud todo puede expandirse.


El viento sin límite ni dirección, animales capaces de galopar, de andar y recorrer imposibles distancias. Aguas y lagunas amplias, hombres de pensar ancho y abarcativo, de silencios estirados como leguas por andar. Largo como como el decir de una milonga bien pampa, monótono y mántrico como un lonkomeo, galopeador como el malambo llanero.


Nada más callador de misterios que la selva. Y por ello todo allí canta y distrae del secreto.


Cualquier habitante de la espesura vegetal aparece y se oculta a su gusto. Todos saben de sorprender, esconder y ser sorprendidos. Todo parece que es, y es otra cosa. Todo tiene una cara en la oscuridad. La visión nocturnal del jaguar, el veneno mortal de la colorida ranita, la fuerza inaudita de la blanda serpiente apretadora, el mensaje cifrado de la planta de poder. El implacable y letal saber cazador del avá guaraní, o el tonocoté.


Sorpresivo y enrulado como un Escondido, vivoreante como el chamamé que canta el Alto Paraná.


"El mejor paisaje es el Hombre", sentenció el bodhisattva Yupanqui. Y quizás de esto hablara.


Tierra y Hombre.

Bestia y paisaje.

La comunión del movimiento y la quietud, del espíritu moldeado por la geografía, poder y flexibilidad.


Mágica y mística comunión entre la comarca y el alma, que brota en un canto típico y popular.


La tierra le dicta cosas al oído de quien preste atención, para que la traduzca.


El paisaje habla del hombre que lo habita. El hombre habla en sus modos del paisaje donde ha nacido.


"El Hombre es tierra que anda", dijo el bodhisattva Atahualpa.


El hombre es tierra que anda. Y la tierra es un hombre andando hacia el paisaje más profundo que pueda contemplarse: un corazón, un alma humana inmersa en el entorno que la ha moldeado.


Jbv "Apuntes de sachasofía: hombre, canto y paisaje".


Pintura: Jbv, "vistas de El Siambón", tinta china, café.


jueves, 24 de diciembre de 2020

La creación


 

La Tierra se abre en actitud de plena disposición Receptiva al poder de lo Creativo, y así nacen los diez mil seres. Todos son sostenidos, todos aniquilados a su tiempo.


El camino del Cielo es actuar y crear, el de la Tierra, la quietud, la mansedumbre, la apertura y confianza en la fuerza sembradora.


 Toda la creación surge así como un encuentro entre dos que no hacen nada más que ser fieles a su naturaleza. No hay nada que haya que hacer. Nada por lo que esforzarse para que las cosas funcionen. Si hay esfuerzo, no es por ahí.


Las dos fuerzas encarnan la unidad y así todo surge y desaparece a su debido tiempo.


Y así se muestra el Camino en su dos aspectos. Sin forzar, sin artificio, simple y tranquilo. 


Cuando dos fuerzas complementarias se encuentran en pleno dominio de su libertad, la danza cósmica es un rito de apareamiento creativo, sin exigencias, sin segundas intenciones. El universo es creado en ese instante.


Jbv


miércoles, 23 de diciembre de 2020

La fuerza y la afabilidad del desborde hex 43



A veces la fuerza nos posee, nos desborda como algo incontenible. Tras ese momento de euforia y revelación, toma el mando una alegre serenidad que lleva adentro la firme resolución de integrar definitivamente las sombras. 


Decidimos llevar al plano de la consciencia todas nuestras oscuridades, sin engañarnos, dándole aviso de esta lucha que comienza a todos los aspectos de nuestro ser. Todos los recursos del reino serán puestos al servicio de este propósito.


Pero no tomaremos armas vulgares. En una mano llevamos la fuerza y en la otra la afabilidad. El agua es nuestra maestra. Y sabemos que siempre vence cediendo, buscando siempre hacia adelante los caminos de menor resistencia.


"El lago ha subido al cielo: la imagen del desbordamiento. Así el noble dispensa sus riquezas hacia abajo y recela cobijarse en su virtud".


I-Ching, hex. 43. Kuai, el Desbordamiento, la resolución.


"Se hace absolutamente necesaria una lucha incondicional si uno está dispuesto a contribuir a que llegue a gobernar el bien. Empero, para una decidida lucha por el bien destinada a eliminar el mal, existen determinadas reglas precisas que no pueden dejarse se lado si se pretende obtener el triunfo:


1° La decisión debe fundarse en un enlace entre la fuerza y la afabilidad.


2° Un compromiso con el mal no es viable; este debe quedar desacreditado sean cuales fueren las circunstancias. Del mismo modo, no es tampoco lícito que uno emule o embellezca sus propias pasiones y defectos.


3°  La lucha no debe ser conducida por medio de la violencia directa. 


Allí donde el mal se ve descubierto y estigmatizado, lucubra las armas a que debe recurrir, y cuando uno le hace el juego de combatirlo golpe por golpe, sale perdiendo, puesto que en esta forma uno mismo queda enredado en odios y pasiones.


 Por tanto, es cuestión de comenzar mirando por casa: mantenerse personalmente alerta en cuanto a los defectos estigmatizados. Así las armas del mal perderán por sí solas su filo, al no toparse con ningún adversario. 


Del mismo modo, tampoco los defectos propios han de combatirse directamente. Mientras uno siga debatiéndose con ellos a golpes, permanecerán siempre victoriosos.


4° La mejor manera de combatir el mal es un enérgico progreso en sentido del bien."


Richard Wilhelm, comentario al Hex. 43 del I Ching, Kuai, el Desbordamiento, la Resolución.


Río de la Plata, mi gran maestro.




lunes, 21 de diciembre de 2020

El "Te" y los diez mandamientos

 


Con el solsticio entramos de lleno al elemento Fuego, el que lleva todas las  cosas a su consumación.


En las escuetas enseñanzas que Lao Tsé dejó en ese manojito de imágenes que es el Tao Te Ching es central el concepto de "Te". 


 El Te es nuestra virtud individual, nuestro poder personalísimo, lo que está en nuestra íntima naturaleza ser cuando vamos inmersos en el sentido de esa gran corriente que es Tao.


Tao es al Te lo que la tierra, la humedad y la luz adecuadas son para que una determinada semilla ofrezca el árbol y el fruto que lleva adentro, y no otra cosa desviada de su esencia.


Apartando los obstáculos, dejando de intervenir en el curso natural de las cosas, dejando de hacer tonterías y aplacando nuestra desmedida importancia personal, que permanentemente nos dice qué hacer y qué no hacer para engrandecerse aún más, permitimos que todo lo que está en nuestra íntima naturaleza ser, tanto desde lo mental y espiritual, como en lo físico se despliegue en plenitud y se lleve a la consumación.


Dice en su traducción William Scott Wilson: "Te es la potencia natural de todo fenómeno. Todo, desde el hombre hasta las plantas y la piedra tiene su propio Te o está lleno de él. El Te es su verdadero carácter natural. Es lo que queda después de haber tirado por la borda todo el equipaje."


El genio taoísta Chuang Tzu lo expresó así: "lo que yo llamo Bien no es el humanitarismo ni la rectitud. El Bien se encierra en tu propio Te. Significa cargar con el sentido de la naturaleza innata que se te ha impuesto."


Y nosotros, ¿estamos cargando con el sentido de la naturaleza innata que se nos ha impuesto? ¿Dejamos de obstaculizar con nuestro gigantesco Yo y con nuestro grado enfermizo de civilización lo que está en nuestra naturaleza innata ser? 


¿Permitimos que nuestro Te, tanto espiritual y psíquico como físico se despliegue en plenitud?


Estamos enfermos de civilización. Esta civilización y su modo de vida es un gigantesco obstáculo entre nuestro potencial genético y el pleno desarrollo de nuestro Te. Urge una resilvestración: redescubrir los comportamientos evolutivos más importantes que promuevan la expresión óptima de nuestros genes, los cuales prácticamente no han cambiado en los últimos sesenta mil años.


Descivilizarse: tirar por la borda todos los comportamientos que entorpecen la expresión óptima de nuestro diseño biológico, que es el resultado de casi dos millones de años de evolución y adaptación, dándole permanentemente cosas que ese diseño no espera, y no dándole nunca aquello que sí espera. 


Mark Sisson da sus 10 mandamientos del cavernícola que pueden orientarnos en el camino al despliegue de nuestro Te como especie: 


''Nada en la biología tiene sentido, excepto a la luz de la evolución''


PRIMER MANDAMIENTO: Come plantas y animales: Disfruta los alimentos naturales y saciantes que han servido de combustible a la evolución humana durante dos millones de años. 


SEGUNDO MANDAMIENTO: Evita cosas venenosas: Evita alimentos procesados (grasas trans y parcialmente hidrogenadas, azúcares, leguminosas y cereales, incluyendo cereales integrales) que son incompatibles con nuestros genes y nos engordan y enferman. 


TERCER MANDAMIENTO: Muévete con frecuencia, pero despacio: Mejora la metabolización de la grasa y evita el agotamiento manteniéndote activo, pero sin exagerar.


CUARTO MANDAMIENTO: Levanta cosas pesadas: Haz sesiones breves pero intensas de movimientos funcionales de todo el cuerpo para promover el desarrollo muscular y retrasar el envejecimiento. 


QUINTO MANDAMIENTO: Haz sprints de cuando en cuando: Los sprints intensos ocasionales optimizan la expresión de los genes y el flujo hormonal. 


SEXTO MANDAMIENTO: Duerme lo suficiente: Evita el exceso de luz artificial y estímulos digitales después del anochecer para alinear tu ritmo circadiano con el sol y disfrutar de excelentes funciones inmunológicas, cerebrales y endócrinas. 


SEPTIMO MANDAMIENTO: Juega: Equilibra el estrés de la vida moderna con algo de diversión física espontánea. Tanto los recesos breves como las salidas largas son esenciales para el bienestar físico y mental. 


OCTAVO MANDAMIENTO: Toma suficiente sol: ¡No le temas al sol! Una exposición adecuada al sol ayuda a sintetizar vitamina D, la cual garantiza una función celular saludable. 


NOVENO MANDAMIENTO: Evita los errores estúpidos: Cultiva la vigilancia extrema y el manejo de riesgos para evitar el tipo de errores estúpidos que les provocan “dolor prevenible” a los humanos modernos. 


DECIMO MANDAMIENTO: Usa el cerebro: Involúcrate en actividades creativas y estimulantes para mejorar tu salud mental y tu bienestar general."


Nuestra misión y destino psíquico y espiritual se despliega si borramos los obstáculos de nuestra desmedida importancia personal. Nuestra máxima expresión física la obtenemos descivilizándonos un poco. 


Sacar el mayor provecho de nuestra receta genética para disfrutar de una larga vida de excelente salud y máximo desempeño. Resilvestrándonos, descivilizando nuestras decisiones y hábitos abrimos el campo para que nuestro Te se exprese en su plenitud y se lleve a su consumación.


Jbv


jueves, 10 de diciembre de 2020

Apuntes de sachasofía: "Entre el templo y el bodegón".

 




Fue lo que me dijo el sachaprofeta Arcángel Rosales una tarde en el espinudo monte seco de Tapia. Ya he hablado de él alguna vez y de su afinidad de abrir consciencias a martillazos.


Comíamos carne criolla traída por los Chavarría del fondo y hablábamos de lo sacro y lo profano, y tras echarle un chorro de soda  al vino áspero que tomábamos empezó un discurso que más o menos así recuerdo:


"¡Olvídese de la santidad!, tírela a la basura como meta. Abandone la idea de la herejía también y del pecado. Todo eso es pura mierda.


El punto es actuar sin inercias, desde el vacío total, espontáneamente, volviendo siempre al punto cero de su centro vital, y guiarse por la pura intuición ante lo que la vida propone.


Limpie el canal. Desde un estado de consciencia acrecentada olvidamos cualquier dogma, cualquier "debería" y vivimos desde lo que los taoístas  antiguos llamaban "Te". El Te es nuestra virtud individual, nuestro poder personalísimo, lo que está en nuestra íntima naturaleza ser cuando vamos inmersos en el sentido de esa gran corriente que es Tao.


La vida del hombre íntegro transcurre entre el templo y el bodegón. Viviendo lo que Tao propone. Sin inercias, sin condescendencias siempre desde el punto cero al que siempre vuelve para recuperar y vivir desde la plena atención y comprensión.


Vive lo sagrado y lo profano sin sentido de identificación con una u otra categoría, rompiendo así la dualidad.


Busque sólo vivir en "amor".  ¿Y qué es vivir en amor? Es ese estado de consciencia y vibracional tan elevado que destruye el dualismo. Ya no hay dos sino uno. Eso es vivir en amor, es un desborde en un sentido que se entrega y es un abismo en un sentido que recibe y contiene. No se puede explicar con palabras. Debe tener la potente experiencia vital de este amor para poder comprender.


Amor no es ese estúpido estado ñoño y namasteroso que abunda hoy en día.


Es la potencia desbordante, dionisíaca, y otras veces serena, femenina, receptiva que nace de vivir sin dogma, sin inercia de ningún tipo sino desde el  punto cero, la permanente vuelta al Tao para que su propio Te se despliegue en su máximo potencial. Tao es al Te lo que la tierra, la humedad y la luz adecuadas son para que una determinada semilla ofrezca el árbol y el fruto que lleva adentro. 


Por eso déjese de tonterías con lo sagrado y lo profano. El templo y el bodegón son el mismo sitio, y el santo y el borracho son el mismo espíritu. No hay dualidad si se limpia, acrecienta su consciencia y despliega su Te. Del dos se hace uno."


Estaba muy taoísta Rosales esa tarde, y  finalizó su discurso: "El movimiento del Tao es reversivo, siempre vuelve sobre sí mismo y desde allí actúa siempre. 


Así está internamente el espíritu del ser que ha integrado su mil partes y del dos ha hecho uno: sentado quieto sin hacer nada. Y entonces se transforma todo y la vida fluye desde lo que los chinos llaman Tzu Jan, la espontaneidad, naturalidad, autenticidad de quien ya no está ahí sino que es  como un arroyo fresco y limpio que corre, como un espejo sin suciedad que refleja todo, que es como un conducto de toda esa fuerza que lo atraviesa." 


Jbv


martes, 8 de diciembre de 2020

La tierra virgen

 


La docilidad de la Tierra se abre receptiva,

La fuerza creadora del Cielo siembra 

Su poder transformador

En la mansedumbre y la quietud dispuesta.


Toda concepción del porvenir nace de la inmaculada unión del poder y la entrega,

De la fuerza y la receptividad,

Del movimiento y el vacío,

De la potencia creadora y la disposición de ser canal, vehículo, instrumento.


El Poder, la Fuerza del Espíritu se manifiesta cuando ya no estás ahí, cuando el ego se ha disuelto, y como la joven galilea somos capaces de afirmar al ángel mensajero "he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".


La cósmica sagrada unión

Rueda indetenible de creación 

Y destrucción.

Pura, virgen, divina gestación

Del poder y la blandura,

La luz y la sombra

Santa comunión.


Jbv

Pintura: Virgen de Guadalupe.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Las lenguas de fuego

 


El gran maestro de Galilea no fue un adoctrinador. No fue un llenador, sino mas bien un vaciador.


La potente pedagogía del vacío fue su prédica. Un desdogmatizador.


Siempre instó a sus discípulos a soltar las amarras conceptuales de sus barcas pescadoras y confiar en el poder del espíritu. Sólo ligeros de equipaje esta fuerza actuaría a través de ellos. Limpiar el canal, vaciar y purificar el cáliz, el cuenco.


Sólo enseñó el amor y la vacuidad. La con-pasión con el resto de los seres que sólo puede experimentarse (no como idea mental sino como experiencia vital de no-dualidad) tras la eliminación del ego.


De muchas y variadas formas propuso descartar todo aquello que nos llena y obstruye. Toda esa basura mental y dogmática acumulada.


"Sigueme y deja que los muertos sepulten a los muertos". "El que no abandona a su padre y a su madre no puede seguir mi camino".


Todo aquel lastre heredado de culpas, mandatos, prejuicios, roles y deberes son el tapón que impiden que la fuerza del Gran Misterio se manifieste a través de nosotros. Es preciso limpiar el cáliz, encontrar odres nuevos para este vino nuevo. 


Fue el maestro  sin enseñanza. Sólo el amor y la absoluta confianza en el poder del Espíritu. Solo haciéndose a un lado éste puede manifestarse.


Habla pues, de un nuevo estado de consciencia llamado "el reino de los cielos". Ya los esenios hablaban de él y conocían el acceso a través de la purificación y la comunión con las fuerzas naturales. El reino es el resultado del ego disuelto, ese ego construido con los ladrillos de la historia personal, los inútiles conceptos dualistas sobre la vida, los prejuicios que arrastramos, nuestra desmesurada importancia personal. Nada bueno puede surgir de ese sueño, ni ninguna fuerza actuar a través de nosotros.


El estado de consciencia que mostró el carpintero fue Total, sin distinciones. Un reino donde el puro espíritu actúa en quien se ha vaciado de si mismo. Fue el reivindicador del principio femenino que seis siglos antes había enseñado Lao Tsé. El vacío receptivo, la flexibilidad del perdón, la humildad de abrirse para que la fuerza se manifieste. El Wu wei, la no intervención del ego humano en el curso natural de las cosas. Ser tierra, humus para que la semilla germine. El misterio del principio hembra.


"No se haga mi voluntad, sino la tuya". La confianza en el espíritu hasta las últimas consecuencias.


"No os angustiéis sobre cómo habéis de hablar o qué habéis de decir, porque se os dará en aquel momento lo que debéis decir. Porque no sois vosotros los que hablareis, sino el espíritu a través de vosotros. 


Es la Puerta de la Hembra Misteriosa.


Su prédica fue la antidoctrina. Lejos de enseñar qué hacer o decir, mostró que lo único que importa es tirar todo el lastre, y arrojar las redes con confianza. La pesca se dará sin buscarla. Solo es preciso confiar y abandonar todo lo que se sabe sobre pescar.


Es la confianza absoluta en el Poder del Gran Misterio. Es la vida sin juicios, vacíos de equipaje, que responde con absoluta naturalidad y espontaneidad a aquello que se presenta. 


Así el verdadero amor desinteresado se manifiesta como fuerza desbordante que no hace acepción de personas, que da a cada cual lo que necesita (no lo que desea) a través de quien vive en la conciencia del vacío total, en el "reino de los cielos".


Ese estado de conciencia acrecentada fue el que es representado en el pasaje  evangélico de pentecostés, cuando el Espíritu desciende en forma de lenguas de fuego sobre los discípulos que habían logrado la desdogmatización total y la purificación del corazón/cáliz. Habían arrojado todo su lastre, toda la basura y los temores que guardaban. Y abrieron la puerta de la hembra misteriosa de la que Lao Tsé habló.


Quienes los escuchaban se sorprendían estupefactos al oírlos hablar "cada uno en su propia lengua". Cuando hacemos silencio en el vacío el espíritu habla en nuestra lengua y lo comprendemos. Cuando hacemos vacío en el silencio, el espíritu habla a través nuestro en la lengua de los otros y así pueden comprendernos y se nutrirse.


El galileo fue el maestro de la antidoctrina. Quien la vive pasa a habitar el reino de los cielos aquí en la tierra. Todo se vuelve dar y recibir como el romance entre una mansa orilla y la marea. El que habita ese reino es siempre desconcertante, sorprendente y espontáneo porque él no está allí. No hay un ego limitado presente entorpeciendo. Es fuente inagotable de la que cada cual va a beber el agua viva pura y fresca que necesita.


Jbv.


martes, 1 de diciembre de 2020

Correte!!

 


"¡Qué portentosa acumulación, ahorro y liberación adecuada de energía cuando reduces tu importancia personal!


Cuando te dejas de tonteras. Si, no, lo que dijo, lo que no dijo, lo que dirán, lo que no dirán, bueno, malo, por acá, por allá. Bla bla bla bla. Qué fastidio!!!


Cuando ya no estás ahí. Cuando ya no hay nadie que tenga algo para decidir.

Si hay que decidir hay partición, estás aturdido.


La importancia personal es un bloque de granito en el medio obstaculizando, agita los brazotes de piedra gritando ¡¡mirenme!! ¡Qué importante que soy!!


¡Fuera de ahí! ¡Quien te crees que sos??


Da un paso al costado.


Aaaah que silencio se produce! 

Qué alivio!

Qué liberación!

Cuanta claridad!


Shhhhhh callate. Fuera de ahí.

Hazte el favor, haz el favor al flujo de energía que debe circular sin estúpidas obstrucciones.


Verás hacia adónde conduce..."