miércoles, 13 de diciembre de 2017

La escalera



Como Amaru la serpiente, arrastramos nuestras vidas de aquí para allá, perdidos en una densa niebla de incertidumbre, miedo e insatisfacción.

Sólo la fuerza y la bravura de un jaguar, de un puma, del feroz Uturunku es capaz de de lograr el sacudón que nuestras vidas necesitan para rebelarse a ese destino y ascender sin miedo por la escala de una conciencia mayor. Fuerza y Visión de lo oscuro, del lado nocturno, rebelión, paciencia y acecho nos van volviendo cada vez más libres si es que somos implacables con nosotros mismos.

Pero hace falta el paso liberador. El desterrar de nosotros cualquier furia que enceguezca, tirar al fuego todo punto de vista terrestre y montaraz limitado, por más poderoso que éste pudiera ser.

Y dar paso al nacimiento de las alas del espíritu, ascender a la cumbre y volar como el Kúntur señor del cielo, al que nada de la realidad se le escapa, el dueño de la Visión total desde las alturas. Inocencia sin rastros de odio, resentimiento, juicios, parcialidad. Cóndor-niño. Su ascenso libre es el techo y mirador de la Tierra. Ojos de faro, alma de cosmos. 



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