martes, 31 de diciembre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 60.



Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 60.

"Gobernar de manera saludable la mente y el espíritu es un asunto delicado como freír pescaditos en aceite hirviendo. Si los mueves mucho se deshacen. Así de vulnerables son la serenidad y la paz interior.

El shen (mente/espíritu), ese insondable reino de los poderes psíquicos y las fuerzas emotivas, es como un profundo lago o un oscuro estanque lleno de celosos demonios. Si se mantiene el agua en quietud, en calma y serenidad, esos poderes permanecerán dormidos y tranquilos.

Al menor movimiento y agitación del shen, cualquiera de esos espectros puede despertar y causar todo tipo de trastornos y desequilibrios, provocando la enfermedad de los órganos, estancar la energía de los meridianos, o alterar por exceso o deficiencia el natural flujo del Qi.

La persona perfecta, la que ya no puede ser asaltada por la enfermedad, quizás sea aquella que ha logrado desalojar por completo a los monstruos del fondo del lago, habiendo conseguido purificar el agua y mantenerla tranquila, en la serenidad en la cual ya no hay agitaciones ni desequilibrios patológicos, aún habiendo tormentas en la superficie.

Pero mientras no seamos capaces de desalojarlos, si se gobierna el shen a través del camino del Tao, volviendo al centro y la quietud, al remanso donde las aguas no se sacuden, ninguna de esas bestias despertará y no serán nocivas para la persona.

Es por eso que quien porta la sabiduría médica no agita sus propias aguas, y procura aquietar las tormentosas corrientes de quienes acuden a su puerta."

Jbv

Ilustración: John Kenn Mortensen

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 22.



Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 22

"Todo vive en permanente compensación. Los Caminos del Cielo y la Tierra buscan su centro con eterno dinamismo. El animal humano deambula entre ambas realidades y observa:

Lo que está abajo es levantado.
Lo torcido se endereza.
El vacío de los valles se llena de vida y agua.
Lo que es viejo muere y es renovado bajo otro aspecto.
Lo que va termina regresando.
Lo sencillo se realiza y lo complicado se parte y queda abandonado por los caminos.
Lo que se llena completamente rebalsa y se pierde.

Es por eso que solo puede tener una vida larga y saludable quién es capaz de esta comprensión y de coordinar el microcosmos interior  con el macrocosmos exterior.

Quien porta la sabiduría médica mira lo constante que subyace bajo todo ese mover eterno y lo abraza como su joya más esencial. Sabe que todo busca su centro por sí mismo usando los opuestos que se complementan, y lo aprovecha para su beneficio sin interferir para nada. Y procura llevar hacia ese camino a los dolientes que acuden a su puerta.

Por eso el sabio brilla, porque no se exhibe.
Es buscado porque se oculta.
Le dan el mérito porque no se aferra a sus obras.
Buscan oír sus enseñanzas porque nunca dice nada.
Como se dedica a servir al pueblo sin que éste se de cuenta le ofrecen el mando.

Le confían su salud porque él irradia salud y vitalidad.

Nadie busca pelear con él porque no se apega a ninguna posesión y no lo encuentran en ninguna parte.

El sol ilumina por la mañana una ladera de la colina y por la tarde la otra. Así mismo es el espíritu del que sabe sentarse quieto a contemplar: conoce que hay un rato de luz, un  rato de sombra, y acordándose de los tiempos se suceden los días y las noches sin ningún esfuerzo de su parte."

Texto y dibujo Jbv

Pasar




Mientras una y otra vez vuelo del pasado al futuro, en el presente, ahora mismo dos gorriones caen al suelo trenzados en una lucha mortal. Un solo segundo; luego parecen olvidar todo y las mutaciones en el universo continúan sin pausa.

Sólo mi mente insiste en volver. En quedarse.

En cada hierba, en cada piedra, en cada bicho, en cada flor, en todo lo que tiembla a mi alrededor se manifiesta la potencia de la vida. El silencio es lo que se cuela en cada soplo de ese Misterio que ordena las cosas.

Todo late en el monte, cada vibración me penetra aunque yo ya no esté allí.

Y soy parte de todo, uno más de esos bichos que saltan de pasto en pasto, soy los cantos de los boyeros que conversan de un sauce a otro, y soy esos sauces y sus llantos de agua y el viento que sacude al gran ciprés. Viento que pasa, estremece y sigue adonde quiera que vaya.

Y soy la gata que me acompaña y el río allá lejos, aunque no pueda verlo desde acá. Pero, ¿qué es acá? ¿qué es allá?

Todo sonríe y pasa de largo.
Y yo también.

Jbv.
Foto: arroyo Esperita, delta del Paraná.

jueves, 19 de diciembre de 2019

Virgen tierra



La docilidad de la Tierra se abre receptiva,
La fuerza creadora del Cielo siembra
Su poder transformador
En la mansedumbre y la quietud dispuesta.

Toda concepción del porvenir nace de la inmaculada unión del poder y la entrega,
De la fuerza y la receptividad,
Del movimiento y el vacío,
De la potencia creadora y la disposición de ser canal, vehículo, instrumento.

La cósmica sagrada unión
Rueda indetenible de creación
Y destrucción.
Pura, virgen, divina gestación
Del poder y la blandura,
La luz y la sombra
Santa comunión.

Jbv
Pintura: "La Lupita", Mariana Zuñiga

Incertezas

Incertezas

Somos biología y células y carne, un temblor y vibración en diferentes frecuencias.

Somos la fuerza de la Tierra y el Cielo en comunión, Newén en permanente flujo y movimiento y manifestación de Poder.

Un rarísimo accidente cósmico -y tal vez cómico- que de pronto cobra una fugaz y misteriosa conciencia, para luego desaparecer con la rapidez de un relámpago en la noche.

No sé qué hubo antes ni qué haya después.
¿Venimos de antiguos eones? ¿Volveremos acaso?
¿Hay almas nuevas, de media edad o viejas?
¿Alguna tarea que cumplir, un sentido que hallar, algún punto hacia el cual evolucionar, alguna escalera por la cual ascender?

Quién puede afirmarlo... Estamos aquí, completamente atónitos y con eso alcanza para no desperdiciar la oportunidad. Nos tiraron por acá con un potencial enorme de comulgar con el resto de este acertijo llamado existencia.

Dijo el sabio cacique Pincén, líder guerrero y espiritual de los indios pampas:

 "Todo tiene su Newén: el cielo, la tierra, el sol, la luna, las estrellas, el trueno, los rayos, el relámpago, la nieve, la lluvia. En la tierra habitan las plantas, ríos, volcanes, cerros, piedras, la medicina, y cada uno de ellos tiene su propio Newén. El ojo de agua, los caballos, todos nuestros recursos naturales lo tienen.
La tarea del hombre de fuerza es comunicarse con los distintos Newén para mantener el equilibrio natural."

Los niveles de esta fusión/comunión que alcancemos será de acuerdo al trabajo interno que cada cada cual esté dispuesto a entregar; y su capacidad de evolución de la propia consciencia.

No sé qué hubo antes, ni qué haya después. ¿Quién puede afirmar lo que tanto libro, sacerdote o gurú asegura tan seria, solemne y atrevidamente?

¿Qué cosas pueden pronunciarse sin caer en el ridículo y el absurdo? Si lo que se puede expresar con palabras jamás está cerca de la esencia de alguna verdad?

Las certezas solo son que hay que respirar hondo, plenamente, moverse, sostener el equilibrio y ser todo lo que está en nuestra naturaleza ser hasta que este rarísimo accidente cósmico y tal vez  cómico se acabe. ¿Que más da lo que llegue después?

Jbv

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 78

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 78.

"El estado óptimo de salud se sostiene con flexibilidad y blandura. Es menester una elástica sintonización con los cambios exteriores, ambientales, estacionales, climáticos.

Esta actitud es la que derrota al malestar provocado por la rigidez y el modo estático de vivir siempre igual.

El dolor, la enfermedad, la tensión nerviosa y la insatisfacción están ahí como una roca en el curso del río, esperando y entorpeciendo el fluir del agua. Debe rodearse, evitarse con agilidad y flexibilidad líquida.

A su vez, paradójicamente, son necesarias la firmeza y la perseverancia para sostener esa actitud de blandura y "debilidad" frente a los embates del viento, como hacen la caña y el junco, que vencen cediendo. Y vuelven a su posición pasado el sacudón.

Quienes siguen el curso de la naturaleza para mantenerse saludables oponen yin al yang, y yang a yin. También aprovechan y cultivan el fuerte yang activando el yang, y sostienen el débil yin aquietándose.

Cambiadas las condiciones se readaptan y siguen con su vida.

Para fluir blandamente con las mudanzas se precisa disciplina y constancia para adoptar los cambios de hábitos necesarios a lo largo del año, dependiendo lugar, clima, estación, edad, sexo, etcétera, para mantener plenas la vitalidad y salud.

Todo el mundo sabe esto y sin embargo nadie lo practica.

Las personas viven como si la vida fuese una línea recta, inalterable, que jamás sufre variaciones.

La gente es incapaz de tomar las curvas que se presentan en el Camino. Todo el año, toda la vida mismos horarios, dieta, hiperactividad, sedentarismo.

La vida rígida y estática enferma. La vida fluida, flexible y blanda es saludable.

En comportarse como el agua está la respuesta: si fluye y corre, es clara, pura y sana.

Si se estanca, se corrompe y se vuelve una ciénaga llena de enfermedades pestilentes.

Del mismo modo actúa quien porta la sabiduría médica: jamás verá a un paciente como algo rígido o fijo, sino que siempre adaptará flexiblemente su tratamiento a las reales condiciones de la persona que acude a su puerta. Jamás verá a dos dolientes de la misma manera, ni insistirá rígida y dogmáticamente en algo que no está funcionando, sino que adoptará cambios.

Incluso en el curso de un mismo tratamiento se comportará como el agua, tomando las medidas y modificaciones necesarias según avance la curación.

A quien trate los desequilibrios y males de los demás de esta manera se le puede confiar la salud de todos y todas."

Jbv

Recibir el ser con el no ser

"Utilice el no ser para responder al ser.

Utilice el vacío para recibir la plenitud y el exceso.

Lo blando y flexible domina a lo duro y fuerte.

Sea agua, amigo mío. El agua vence cediendo.

No hay nada que el vacío no pueda tomar en su interior, nada que la calma no pueda sustentar.

El que toma este Camino como su guía, cuando aparece un obstáculo, oposición o resistencia, permanece vacío y abierto, claro y tranquilo, etéreo, misterioso, silencioso como un profundo abismo, y entonces desaparece.

El silencio, hacerse agua es la llave que abre la puerta al mundo del no ser, y a la huella del Camino sin forma al que todo lo que Es se somete."

Jbv

lunes, 9 de diciembre de 2019

Pincén, la sombra



Pincén fue el lado oscuro, fue la sombra tenebrosa para esa sociedad blanca que se quería instaurar a sangre, fuego, servidumbre y bala de rémington.

Detrás de la frontera, ese tajo supurante abierto en la pampa, se agitaban los fantasmas de violencias y salvajismos sin par que en el momento menos pensado podían salir, cruzar, invadir.

Pincén no era un ajeno. Él se decía criollo, argentino. No era otro. Pero no era el ideal de ciudadano que se pretendía escribir en los manuales.

No era otro. Era nosotros. Su faceta más natural, pura y plena del vitalismo de la tierra. Hijo de esta llanura, guiado por su poderoso Newén.

Indomable, rebelde, independiente, cazador y domador del puma, desobediente, insobornable, espontáneo. Feroz con el fuerte y manso con el desvalido.

Fue protector del gaucho explotado y matrero, y refugio del milico desertor.

Formó su tribu juntando a todos los desheredados y necesitados del inmenso territorio libre de más allá de los fortines.

Fue voz de los olvidados, expulsados, perseguidos, explotados, humillados.

Pincén es una lanza clavada en el pecho de nuestra historia falsamente blanca. Pincén es una llaga en lo que pudo ser una sociedad integradora, diversa, plural, abierta, y no fue. No quisieron que fuera.

Pincén fue el nagüel, el tigre feroz que ruge en nuestra conciencia. Fue la fuerza de la naturaleza abierta y latiente de la pampa infinta.

Fue el poder y la guía espiritual de un pueblo que no dudó jamás que se podía vivir salvando las diferencias.

La zanja, esa vergüenza, esa grieta doliente la abrió el huinca.

Pincén fue faro de libertad detrás de la frontera.

Fue dignidad
Soledad
Coraje
Sabiduría, magia, fuerza del espíritu por sobre la carne. Esperanza truncada.

Fue un grito, una pesadilla del inconsciente de esa neurótica nación que quería ser Europa y era América india, mestiza, gaucha, negra. Natural, campesina, rural.

Así vivió Pincén, ese alarido de la pampa. De misterioso origen, de incierto final.

No quedan rastros de su destino inexorable hacia el silencio.

Pincén vive y late como un kultrún en el corazón de los pueblos del llano y las lagunas, para ser integrado de una vez por todas en nuestra desorientada psiquis nacional, donde existen sectores aún incapaces de comprender porqué las sombras rechazadas siguen surgiendo una y otra vez del hondo jagüel que es nuestro inconsciente colectivo.

Jbv

Imagen: cacique Pincén, Ilustración de mi querido hermano Jerónimo del Carril.

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 14.

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 14.



"El Tao es ese origen misterioso al que no podemos atrapar con conceptos o palabras, tocar, ver, oír. Ese poder que sostiene todo lo existente creando y destruyendo. Alzando y haciendo caer, adelantándose y retrasándose. Ese impulso que se manifiesta como Naturaleza, Camino, sentido.

Todos los aspectos de la existencia surgen de allí, de esa "hembra misteriosa", y son regidos por esos principios. ¿Y qué lección podemos obtener en el ámbito de la curación natural?

 Quien porta la sabiduría médica conoce esa ley implacable, ese secreto acontecer de alternancias indefinible en palabras. Sabe que sólo puede vislumbrar las manifestaciones exteriores del Tao,  sus señales, signos, formas. La polaridad danzante y transformante de todo fenómeno.

Por ello, buscará minuciosamente observar esos destellos exteriores del desequilibrio del Tao y del Yin y el Yang en la persona que acude a su puerta para buscar sanación. La sabiduría médica ve lo interno mediante lo externo. Y confía en que devolviendo a la persona a la senda del Tao, el desequilibrio se restablecerá por sí mismo.

Tiene la plena seguridad de que esa fuerza oculta actúa siempre a favor de la vida, y sabe con certeza que intervenir lo menos posible es quitar obstáculos y dar más libertad a la acción benéfica del Tao.

Su técnica médica, cuanto más simple y falta de adornos sea, más cercana al misterioso accionar de ese poder insondable estará. Será como esa forma sin forma, esa figura sin figura, que lleva a todas las cosas a su natural camino y consumación.

Cuanto más antigua sea la sabiduría que haya aprendido de su maestro, menos lejos del Punto Cero, de la esencia original y más cercana a los primeros desvíos del Tao se encontrará.

Si tiene plena confianza en ese saber adquirido y practicado, no habrá enfermedad que se le resista. Porque sólo deberá tirar de ese hilo de sencilla sabiduría para llegar hasta el origen. Sólo debe tener fe en que su ínfima intervención será beneficiosa para que el poder silencioso e invisible del Tao actúe en lo secreto a favor del paciente.

La sabiduría médica atesora que un conocimiento simple y despojado  se manifiesta en menos intervención y en dejar mayor campo de acción libre para el Tao. Sabe que "sólo la Naturaleza cura".

Es decir, estudia y comtempla las inexorables leyes del yin y el yang, y solamente guía a su paciente de vuelta al Camino perdido, buscando actuar lo menos posible.

Cuando el Cielo alimenta a los seres, humedece la tierra mediante la lluvia y la seca con el soplar del viento y el sol, nadie puede verlo beneficiando, y sin embargo todo cobra vitalidad. Cuando mata y destruye nadie puede verlo aniquilando, y sin embargo los seres acaban y vuelven al origen.

Por ello, la sabiduría médica emula al camino del Cielo, y cuando produce sanación, nadie percibe cómo lo hace, y sin embargo los dolientes vuelven al camino perdido y se equilibran.

Viendo el germen de las cosas, quien porta la sabiduría, logra ver el pasado, el presente y puede corregir el futuro. Tirando de ese fino hilo llega al primer desvío, y casi sin hacer puede corregir el rumbo en el Camino perdido."

Jbv

jueves, 5 de diciembre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 12.



"Quien vive en lo exterior sufre seria merma de su energía vital.
Poner la atención y la mente en las cosas exteriores nos corre del centro, nos arrastra hacia la periferia, y así nuestra mente y espíritu empiezan el ciclo de preocupaciones, ansiedad, angustia y drenaje energético.

Cuanto más lejos del centro, más drenaje y pérdida de vitalidad y salud padecemos.

El estómago es el centro, lo esencial, lo importante para nutrir el organismo y el resto de la vida. Cultiva y concentra energía para su correcta gestión y economía posterior. En el estómago se produce la saciedad, el saber cuándo es suficiente, la vida interior, secreta, oculta y silenciosa.

Los ojos son la vía a lo accesorio, el adorno, el contacto con lo externo, con el objeto de los sentidos. Con las luces y brillos del mundo.

Por los ojos se fuga la fuerza vital, brotan la ira y la insatisfacción permanente. Los ojos no conocen el hartazgo y les cuesta saber cuándo ya está bien.

El ojo es la periferia, ahí no hay cultivo ni concentración energética. Hay un drenaje permanente del Qi cuando el ojo es quien manda. Por las imágenes nacidas de los ojos viaja el pensamiento hacia el futuro y al pasado, hacia los confines del mundo y del universo. Lo inútil, la erudición vacía.

Por eso es muy beneficioso ayunar regularmente de cosas exteriores que nos distraen y alejan de nuestro centro.

Sentarse tranquilo sin hacer nada. Llevar el aire al ombligo (al estómago). Cerrar los ojos. Todo lo necesario será revelado allí, en ese íntimo recinto, sin salir por la puerta ni mirar por las múltiples ventanas.

Volver al centro. Cultivar la fuerza. Dejar la periferia. Es una de las prácticas esenciales del Camino."


Jbv

Apuntes de sachasofía: "Una luz pa' iluminar a cada uno"






En uno de los tres o cuatro caseríos que se recuestan perezosos y dispersos en las serranías de El Siambón vive don Robles.

En una casita que tuvo su larga y vieja historia,  pero sobre la que no daré más detalles porque sé que a él, criollo que es todo huella invisible, secreto y sobria discreción, lo incomodaría haciéndolo notorio.

Una banderita argentina corona la cumbrera del rancho que casi siempre está cerrado. Él vive solo, sale tempranito en su moto (el nuevo flete del cerreño hace ya varios años), y vuelve por la tardecita.

A veces anda por los senderos del Periquillo moviendo hacienda, en el río juntando piedra,  o buscando leña seca en las cercanías.

Sus rasgos revelan su sangre mestizada con algún gringo, aunque su conocimiento bien paisano del monte y el cerro -dicen- es insuperable.

 Silencioso y siempre sonriendo, cuando paso por su frente y me ve, corre atrás de la casa y vuelve al trotecito con una bolsa en la mano. Algunas veces son paltas, otras ciruelas, otras duraznos, un cayote. Robles da. Siempre da. Sonriendo.

Una sola vez tuve una larga charla con él que trascendió el tema del clima, los animales o la fuerza con la que venía el río tras alguna de esas desmesuradas lluvias tucumanas.

Hablamos del servicio, su manera de hacer militancia,  de cómo ve las cosas de la política y de la pobre patria.

Robles se rige por una sola ley: la gauchada. Ese sacro mandato criollo del servicio espontáneo y radical hacia quien precisa. Tiene plena conciencia de que el mundo va mal, muy mal, y que tal vez sea ya olvidable la utopía de un paraíso terrenal. "El paraíso está en le corazón de cada uno. Y el infierno también se lleva adentro adónde uno vaya. Pero hay muchos que necesitan, muchos andan viviendo mal."

"No es posible ir al paraíso solos.  Si hay una vida espiritual, una escalera por la que ascender al dios, no se puede subirla sin expandir la luz que uno encuentra hacia los otros. Darles una manito para que puedan subir ellos también. A los cansados, a los que sufren las maldades de los que tienen todo."

Cada vez que Robles ayuda a alguien (me lo han mentado otros lugareños), él pide, como hacía también el nazareno, que no se lo diga a nadie. Que guarde la reserva. Y que si quiere retribuir la gauchada, lo haga con otro necesitado.

"La luz interior se da en secreto, con la mano medio cerradita. Como si tuviera un tucu tucu atrapado. (Tucu Tucu, tuquito, tuco, es un insecto con dos ojos verdes incandescentes). Se le da al otro en lo oscurito, sin que nadie vea."

"Uno prende su lucecita interior, como dice el Señor, no para esconderla en un cajón, pero tampoco para andar encandilando y brillando. Cuando uno da, es como dar un tuquito, que tiene dos ojitos luminosos: una lucecita alumbra al que es ayudado, y la otra lo ilumina a usté. El servicio y la gauchada nos iluminan a ambos."

"Esté atento al otro. Sea suave, servicial, en lo secreto. Dele la mano al prójimo y al irse déjele el tucu pa que se lo ofrezca a otra persona, y así se sigan alumbrando."

Me salió al cruce una tarde en la que yo volvía de alguna de mis habituales caminatas por esas senditas en las que sólo andan la vaca, un pensativo lugareño a caballo y el silencio desconfiado de la montaña.

Robles enseña desde el anonimato y la austeridad de palabra. Muy pocas veces habla -dicen- y me ha honrado ese día con su magisterio de sachásofo consumado, regido por la única ley que ata al paisano aún libre de los interioriores de nuestra patria profunda: la espontánea y sacra gauchada.

Jbv

Esencias



No son más espirituales las túnicas naranjas que la ropa de trabajo.

No son más sagrados los mantras, salmos y oraciones que las coplas lanzadas al cosmos por una oscura bagualera en la quebrada de Humahuaca.

No hay posturas que nos eleven más la conciencia que aquella con la que nos ponemos frente al entorno inmediato; así seamos yoguis, sadhus, rezadoras del monte o una cocinera picando cebolla.

No hay comida más pura que aquella que podemos poner en la mesa como fruto del trabajo propio.

No es más santa la bendición del obispo que el beso que el Chango descalzo estampa en la frente de su mama vieja.

No es el humo de los inciensos más purificador o inductor a la meditación que un fogón sobre la llanura de la pampa infinita, alrededor del cual tres criollos churrasquean bajo la Cruz del Sur.

No es el adorno, el accesorio, es la esencia.

Jbv