martes, 31 de diciembre de 2019

Pasar




Mientras una y otra vez vuelo del pasado al futuro, en el presente, ahora mismo dos gorriones caen al suelo trenzados en una lucha mortal. Un solo segundo; luego parecen olvidar todo y las mutaciones en el universo continúan sin pausa.

Sólo mi mente insiste en volver. En quedarse.

En cada hierba, en cada piedra, en cada bicho, en cada flor, en todo lo que tiembla a mi alrededor se manifiesta la potencia de la vida. El silencio es lo que se cuela en cada soplo de ese Misterio que ordena las cosas.

Todo late en el monte, cada vibración me penetra aunque yo ya no esté allí.

Y soy parte de todo, uno más de esos bichos que saltan de pasto en pasto, soy los cantos de los boyeros que conversan de un sauce a otro, y soy esos sauces y sus llantos de agua y el viento que sacude al gran ciprés. Viento que pasa, estremece y sigue adonde quiera que vaya.

Y soy la gata que me acompaña y el río allá lejos, aunque no pueda verlo desde acá. Pero, ¿qué es acá? ¿qué es allá?

Todo sonríe y pasa de largo.
Y yo también.

Jbv.
Foto: arroyo Esperita, delta del Paraná.

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