domingo, 31 de mayo de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 8



"Quien porta la sabiduría médica es como el agua.

Beneficia sin distinción a todos los dolientes que acuden a su puerta. A quienes se acercan a sus orillas da de beber sin preguntar.

Con suma humildad, se hace su servidor, sin dudarlo se ocupa de personas y dolencias que otros aborrecen y menosprecian tratar.

Así su comportamiento está cerca del Tao.

Su espíritu es profundo y sereno.
Su mente está siempre presente, sin distracción.
Sus palabras hacia los pacientes son siempre sinceras y veraces.
En su trato es gentil, amoroso y compasivo.
En su acción, es siempre preciso, eficaz y oportuno.
Gobierna su vida en el cultivo del orden.
No existe quien hable mal de él pues con nadie compite, ni a nadie se antepone."

"Lecciones médicas del Tao Te Ching", inédito.

Texto y tinta china: José B. Varela.

jueves, 28 de mayo de 2020

"Es propicio atravesar las grandes aguas"



"Es propicio atravesar las grandes aguas"

Ku "el trabajo con lo echado a perder".

La pintura en tinta china sobre el delicado papel de arroz te coloca frente a tu propia tensión, distracción, agitación mental, desesperación.

La práctica no admite torpezas, errores. Obliga a trabajar en el vacío abismal y con las mudanzas que van apareciendo en el devenir de la obra.

No hay otro recurso de supervivencia que ser flexible, ser capaz de ceder. Abandonar el ideal preconcebido para dejar que florezca la perfección de lo espontáneo, de lo sorprendente.

A saber cuándo es suficiente, aceptar lo inacabado o a enfrentarse a la frustración de la derrota ante el error irreparable y a volver a empezar.

A no intervenir. A permitir que ocurra. Wu wei.

La práctica unifica cuerpo, mente y espíritu, al tener que disponer la respiración, la postura, la tensión y relajación adecuadas.

El cuerpo, así dirigido por la mente se hace vehículo y canal del espíritu que busca salir y desaparecer, fundirse en la indefinición y abrazarse al tao eterno.

Texto y pintura: Jbv, tinta china sobre papel de arroz.

domingo, 24 de mayo de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 73.



"Si tienes virtudes, conocimientos, coraje, y te desesperas porque todo el mundo lo sepa, estás perdido. Ya nada de eso tiene valor.

Si tienes todos esos tesoros y no te interesa que nadie lo sepa, es más, te cuidas bien de que nadie lo note, ganas la vida y todos tus bienes están a salvo.

¿Por qué esto es así? ¿Si el Tao es imparcial?

Quien porta la sabiduría médica observa a su alrededor y aprende del gran libro de la naturaleza.

Por eso no se opone a la enfermedad, sino que fortalece e instruye a las personas que acuden a su casa para que cultiven su fuerza vital y no retrocedan ante los ataques de las energías perversas.

No habla, pero se hace comprender por los demás con el testimonio de su propia vida, expresión cabal de vitalidad y salud.

No hace propaganda de su saber ni convoca a nadie, pero todos tocan a su puerta para ser curados de sus dolencias.

Parece que no le importara, como si estuviera ausente, pero no hay detalle que pase inadvertido a la mirada de su ojo interno.

Su capacidad de observar, oír, sentir, percibir, oler y palpar es como una red de gigantescas mallas, pero de la que ningún escurridizo pez puede escapar."

Jbv

Ilustración: Zhu Da, pintor, poeta  y ermitaño taoísta del siglo XVII. China.

Añorandoi



¡Qué difícil es en la ciudad encontrar un refugio de silencio!

Un espacio abierto, un templo con techo de cielo en el que se oiga lo que el viento dice, el murmullo del secreteo sensual entre las piedras y el río.

Que se escuche a las aves conversar sus asuntos, o tan sólo el tum tum de la caja que el hombre lleva pecho adentro y le llaman corazón.
¡Y que se  oiga lo que esa caja tan honda canta!

¿Adónde ir? ¡Todo aquí es comprable y vendible! ¿Pero en qué tienda compro un poco de silencio? ¡Si he oído decir que no vale nada!

¿Adónde veo el horizonte, esa esperanza promesante del que siempre va andando?

¿Qué sentido puede tener la vida sin el olor del toronjil, el arcayuyo y los eucaliptos tras una lluvia?

¿Cómo hace el sol para salir al alba y ponerse al crepúsculo sin el llamado gritón de las gallinetas?

¿Qué significado tiene la vida sin el olor del caballo transpirado y de la bosta del buey?

¿Qué vale ese mero existir sin tierra en las manos, sin pensamientos que desplieguen alas y sin un callar compartido durante una senda perdida entre el verdor o la chacrita llena de santo maíz?

¿En qué triste balcón se oculta el misterio del monte?

¿En qué esquina espantosa se siente el olor del pan del horno de Juanjo y la carne criolla asada de don Miguel?

¿En qué sórdido callejón pueden los libros antiguos de sabiduría hablarle a uno mientras el pasto es colchón?

¿Qué bocinazo se parece al quejido de la burra y qué sirena desesperada puede siquiera asemejarse al chillido de los chanchos de Diego y Rosalía?

¿Qué transacción económico financiera rinde dividendos como el apretón de manos de Paco y su sonrisa franca?

Y tesoros guardados e historias, y aulas donde se dictan cátedras de sachasofía.... ¿Dónde están? ¿Adónde se encuentran en esta ciudad?

Rumbos que toman las cosas, siguiendo los senderos sinuosos que conducen al jardín interior.
Y ahí llegar, y allí reconocerse y descansar. En el secreto y buscado jardín interior al que en definitiva, todos y cualquier camino que tomemos terminará por llevarnos.

Jbv

Tempo de caja y vidala



Cuando afuera todo es velocidad, desenfreno y aceleración, nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espíritu pierden el compás y sufren por vivir a un ritmo que nada tiene que ver con el tempo interno.

Allá afuera, el tempo del bípedo urbanoide lo marcan el ritmo de las máquinas, los autos, los mensajes que van y vienen, el ritmo en que se llenan cuentas bancarias ajenas y se vacía la propia.

Nos lleva el chanfle, nos come el cuco, nos corre el diablo con el látigo de su cola y el pinche de tres puntas.

Llegamos con la lengua afuera, jadeando, nos desplomamos temblando pidiendo clemencia mientras ese objeto inventado en el infierno sigue chillando, exigiendo atención.

Sin embargo, adentro tenemos el regulador más perfecto y adecuado, que está en plena sintonía y sincronización con el latir del cielo y de la tierra. Pero en algún punto se nos perdió el compás y todo se desmadró.

La caja chirlera que es nuestra alma pierde su cadencia vidalera y se vuelve huracán, whatsapp, zoom.

Hay un ritmo olvidado. El de la luna faseando, el del arroyo bajando, rodeando. El otoño deshojando y los caballos pastando. Las campanas del monasterio sonando.

Y hay que encontrar la huella de vuelta. Ahondar hacia adentro y encontrar el tempo vital.

Iluminar el interior, cerrando los ojos.

El pulso, el corazón, nuestra respiración son el lenguaje con el que nos canta su vidala el Cielo y nos marca el Tempo adecuado para vivir en paz, en salud y armonía.

Hay que callar y oír esa vidala. Sintonizar con el golpe sereno de su caja. Y todo se hace más lento, más hondo. Se empieza a crecer para adentro.

Enseñó el bodhisattva Laohualpa Tsepanqui en diferentes épocas:

"Quien esté turbio puede aclararse lentamente con el reposo. Quien es capaz de permanecer quieto en medio del movimiento duradero podrá vivir en calma".

"Vientos de injustas arenas
fueron mi huella tapando.
Lo que antes fue clara senda
se enllenó de espina y barro.

Parece que no hubo nada
si se mira sin mirarlo.
Todo es malezal confuso,
pero mi huella está abajo".

El pulso, el corazón y la respiración son el ritmo adecuado y saludable de nuestra naturaleza, que yace oculto adentro, tapado de espina y cardo, de vientos intensos de posmodernidad. Charco embarrado de agitación que sólo puede aclararse en reposo y silencio.

Silencio... Y el tum tum de la caja del corazón vuelve a rezar su vidala.

La aceleración de la vida del mundo arrastra al Ser al sinsentido, al sufrimiento, a la desconexión sideral con el tempo de la tierra y el cielo, trayendo enfermedad y malestar existencial.

Calma. Calla. Entra en el misterio del monte interior. De lo hondo de monte empieza a oírse el rumor de los golpes cadenciosos. ¿Son hachas derrumbando mandatos duros como quebrachos?

¿O es el salmo vidalero de tu espíritu golpeando la caja de tu corazón para entonar el canto que grita volver?

Texto y dibujo: Jbv

domingo, 17 de mayo de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching: Capítulo 57.




"Con imparcialidad y calma puede dirigirse el curso de un tratamiento exitoso.

Como si fuera un ejército, con tácticas simples, flexibles, inesperadas, puedes comandar el Qi del paciente para restablecer su equilibrio y lograr la victoria.

Sin interferir jamás en las leyes de la naturaleza, puedes llevar de vuelta al Tao a los dolientes que acudan a tu puerta y que conquisten así su salud, felicidad y plenitud.

Cuanto más ingenioso, extravagante y listo sea el médico, más "estilos", técnicas y parafernalias aparecerán en su práctica.

Cuanto más abunden diferenciaciones, especializaciones, segmentaciones en el arte de la medicina y la acupuntura, más bandidos habrá.

Por eso dice quien porta la sabiduría médica: yo no hago nada más que hacerlo simple con Intención y el paciente mejora por sí mismo.

Yo estoy en calma, en silencio, y los que acuden a mi puerta se curan por sí solos.

Yo no quiero nada para mí, y las personas encuentran el camino a la unidad y por lo tanto a su sanación."

Jbv

Imagen: médico tomando los pulsos del paciente para conocer el estado de su Qi.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 67.



"El verdadero arte médico es grande pero no lo aparenta.

Una pequeña aguja, una humilde hierba, una poderosa Intención, un gran movimiento sanador.

Mucha sofisticación y adorno, muy poca medicina. Así se engrandece el médico y se empequeñece su ciencia.

Pocas agujas y artificios mucha fuerza dirigida, muchas agujas y artificios, mucha fuerza dispersada.

Quien porta la sabiduría médica posee y conserva tres tesoros con el cuidado de quien lleva un recién nacido en brazos:

El amor nutriente
La frugalidad y la modestia
La capacidad de ceder.

Del amor nutriente brota la pasión por su misión inquebrantable de sanar a quienes acuden a su puerta.

Por ser frugal y modesto siempre puede dar de más, con sencillez, sin brillos, sin adornos ni excesos, en lo secreto de su corazón.

Por su capacidad de siempre ceder, el gran médico puede correr a un lado su ego, sus ideas preconcebidas, fórmulas rígidas  aprendidas, sus conceptos, deseos, vaciar su mente y abrazar el Tao para observar desde la absoluta quietud adónde radica el nudo y el bloqueo que impide la curación y la evolución de la persona sufriente que ha tocado la puerta de su casa.

Hoy se renuncia al amor y la pasión en pos del renombre entre los colegas y el mundo.

Se descartan la frugalidad y la modestia sucumbiendo a la ambición.

Y se abandona la blandura del ceder para ponerse rígida y altivamente por delante del paciente y del espectáculo del mundo."

Jbv

Imagen "El sueño de Chuang Tzu"

sábado, 9 de mayo de 2020

Las cinco transformaciones



Las cinco transformaciones

De cinco mutaciones me habló el Gran Misterio. Cinco transformaciones me reveló. Y el viento me susurró en un sueño el largo y sinuoso camino que el destino nos trazó.

Soy semilla. Brotan de mí las transformaciones latentes que llevo dentro, como un destino inexorable. Todo ya está ahí dispuesto si es que los ciclos y las condiciones me encienden con su chispa creadora.

Y soy la madera. Crezco, me expando y busco la luz. Toda una esencia y un camino latiendo en el grano hundido y dormido en la tierra. Y despierto, elevo mi tallo, y soy rama para tus nidos, y florezco en mil flores. Y por mi fruto me conocerás. Soy el eje celestial, nexo entre el cielo y la tierra, morada del Alma etérea de los sueños. Soy fuerza creativa, expansiva, simbólica y el viento es mi voz. Y soy semilla, planta, árbol, flor, fruto y semilla otra vez. Y luego me quedo, me voy secando y endureciendo en el ocaso de mi ciclo. Y no me aferro, lo dejo ir y mutar, transformarse.

Y me enciendo fuego. Y ardo y quemo los restos secos de esa madera que un día fui. Y me ilumino, y los ilumino, y los caliento y cobijo en las noches de la estrella y la Alegre hermandad. Y el espíritu me habla, me susurra la inquietante verdad: caer en la cuenta de que al final, nadie arde ni es luz por sí mismo. Toda luminosidad, todo fuego, todo ardor reclama humildad y reconocer que ningún brillo es propio. Sino que es producto de la muerte y la extinción, de la entrega del otro hacia sí. Toda luz surge de la adherencia a lo que ha muerto, a lo descompuesto, a lo putrefacto para poder arder. Lo más luminoso depende en última instancia de lo que se descompone para renacer en fuego. Y ese es lamento y la vergüenza del santo Fuego: la máxima luz es hija y esclava de la putrefacción.
Y al fin me extingo, y dejo tras de mí cenizas que se hacen tierra. Y no me aferro al final del ciclo. Le permito su final, mutar y transformarse.

Y soy restos de combustión. Y soy ya tierra, sostén, cuenco vacío, receptividad, campo fértil, humus, madre nutricia, centro, quietud, estabilidad. Y todas las fuerzas del Cielo actúan en mí y a través de mí, y se hacen vida. Por arriba y por abajo, afuera y adentro nutro, guardo, sostengo y alimento. Y cuando el afuera mengua, cuando el cielo se enfría y oscurece, permito que las energías desciendan y se refugien en mi seno. Y me vuelvo manto y cobertura de los tesoros que oculto bajo mi ropaje de apariencia seca, gris, dormida. Tesoro mineral, oro incorruptible, frío Metal, habitado por el Alma Corpórea de la materia sin mente. Y no me aferro al final del ciclo, le permito mutar y transformarse. Me vuelvo, me voy hacia adentro a la patria de las honduras del espíritu. Allí me enfrento al frío helado de la soledad interior, a la interioridad deshojada de máscaras del otoño espiritual.

Y siento brotar de mi pureza áurea la chispa de la divinidad, el germen de la vida. Empieza desde mi a brotar un nuevo y húmedo renacer. Y no me aferro, acepto esa disolución y me hago agua. Soy manantial, brotan en mi transformados lo que fueron miedos y terrores y hoy son promesas y vehículo de toda vida. Albergue de resurrección y fresca esperanza. Y rodeo las piedras, y avanzo por lo más bajo, nutrido de mil arroyos y vertientes. Y corro, y me amoldo sin forma, con la flexibilidad de quien acepta lo que el momento dispone. Y soy Agua, substrato líquido del inconsciente colectivo de la humanidad. Soy símbolo, numinosa incomodidad, inquieta profundidad. Y soy también agua clara, portadora del mañana, agua nutrida y nutriente. Todas las raíces y semillas que fui empiezan a amanecer cuando dejo al ciclo mutar y transformarse.

Y el ciclo es un día nuevo. Y despierto Madera una vez más. Soy germen, semilla, Raíz, hierba fresca que busca ser árbol de nuevo. Ser tronco, ser rama, ser flor. Ser mutación, movimiento, un eterno sendero de transformación.

Jbv.
Imagen: Ciclo Wu Xing. Las cinco fases o movimientos del qi.

viernes, 8 de mayo de 2020

Intervenir y no intervenir




En el mundo natural todo está en un adecuado balance y equilibrio dinámico.

Como el practicante del Tao cree en el balance como suprema virtud y aspiración, no interviene, se corre del medio y deja que todo siga su curso. Y así todo está perfecto.

Así todo es realizado sin hacer nada.
Así todo es enseñado y aprendido sin discursos.

En el mundo humano, muchas veces las cosas están en grave desequilibrio y desbalanceadas profundamente.

Como el practicante del Tao cree en el balance como suprema virtud y aspiración, debe a veces intervenir valiente y enérgicamente para restablecer los desequilibrios.
Así da uso a los tres tesoros que enseñó Lao Tsé en su capítulo 67:

"Hay tres tesoros que guardo y protejo como si llevara un niño recién nacido a cuestas:

El primero es el amor que nutre, a mi mismo y a los otros.

El segundo es la frugalidad y la modestia.

El tercero es la capacidad de ceder.

De mi amor nutriente brota el coraje de intervenir para cortar excesos y restablecer el equilibrio en el mundo.

Por ser frugal tengo de más para dar.

Por mi capacidad de siempre ceder, nada se interpone en mi camino hacia el Tao".

Amor para intervenir.
Capacidad de ceder para que el orden natural de las cosas siga su curso sin obstáculos.

La Frugalidad y la Modestia son la barca en la que navega el largo río hacia la final disolución en lejano y vasto océano que es el Tao.

Jbv

Ilustración: "El cimarrón" tapa para el libro Coplas de la Tierra de Agua, por Mariana Zuñiga

miércoles, 6 de mayo de 2020

Relación de Fuerzas

En toda cultura ancestral, profunda, elevada y plena de sabiduría, existe la conciencia de que a fin de cuentas todo se resume en cuánta energía (con el nombre que cada cual le ha dado: Qi, prana, Ki, sami, newén, etc) entra, sale, y cómo es gestionada.

Para ello, estos diferentes pueblos a lo largo y ancho del mundo desarrollaron ejercicios energéticos que podían realizarse en serie o aisladamente.

También tenían consciencia de que toda la Tierra es un organismo vivo, y que cada una de sus partes constitutivas está interrelacionada por estas fuerzas sólo visibles y percibibles a través de un adecuado entrenamiento.

Así lo vieron además los Esenios a través de lo que ellos llamaban "Ángeles" de la Madre Terrenal, y los cristianos primitivos y padres del desierto fortaleciendo y limpiando su vínculo con el Espíritu Santo y con el poder de la oración de Jesús. Todos ellos nombres diferentes para mencionar ese Gran Misterio, ese Poder o Fuerza que nos sostiene y alimenta.

Cuentan algunos relatos de la frontera que cuando cayó prisionero el bravo cacique Vicente Catrunao Pincén, líder guerrero y espiritual de los Günün ä küna a manos de las tropas del ejército argentino en 1878, el coronel Conrado Villegas, apodado por los mismos indios "el Toro" por su coraje en combate, le preguntó durante un breve diálogo: "¿qué es para usted lo más importante?"

El jefe rebelde respondió imperturbable: "¡lo más importante es la fuerza!"

Villegas se quedó en la superficie de la respuesta, y orgulloso ante su rival vencido, lo confinó a morir de tristeza en la isla Martín García.

 Conversaciones posteriores con un hermano de lucha de Pincén aclararon un poco más al Toro la enigmática respuesta del líder Pampa: "El gran jefe se refería con la palabra 'fuerza' a la Energía, el Newén, la vitalidad poderosa que sostiene a cada uno de nosotros y a todas las cosas. El que forja y cultiva un poderoso Newén vive sano y fuerte. Quien puede ver y conducir el Newén puede curar y salvar a su hermano.

Todo tiene su Newén: el cielo, la tierra, el sol, la luna, las estrellas, el trueno, los rayos, el relámpago, la nieve, la lluvia. En la tierra habitan las plantas, ríos, volcanes, cerros, piedras, la medicina, y cada uno de ellos tiene su propio Newén. El ojo de agua, los caballos, todos nuestros recursos naturales lo tienen.

La tarea del hombre de fuerza es comunicarse con los distintos Newén para mantener el equilibrio natural.

Pincén sabía todo esto y nos lo enseñaba, por eso era un líder sabio y tantos años le ha costado a usted, a pesar de sus armas, vencerlo. Ahora todo ha terminado, pero su Newén es poderoso y no será fácil extinguirlo".

No existe ni existió ninguna cultura sabia y elevada espiritualmente que no supiera lo que enseñaba Pincén, y no haya diseñado ciertos ejercicios y rituales para cultivar esa energía.

Los que más se han popularizado en occidente quizás sean el yoga de la India o  el Chi kung y el tai Chi chinos. También en algunos círculos se conoce lo que Castaneda llamó Tensegridad, que son ejercicios que al parecer se practicaban en el México antiguo.

Aquí se ve una serie de ejercicios energéticos y de meditación de la tradición andina, muy poderosos por cierto. El manejo de la energía fue clave para todas estas culturas, y lo es para todo aquel que busque estar saludable, fuerte y equilibrado.

Texto: Jbv
Las imágenes fueron tomadas del libro "Espiritualidad Andina" de Jorge Alfano.



















lunes, 4 de mayo de 2020

Apuntes de sachasofía: "Mujeres que equilibran el universo. Doña Pastora, la sabia de la montaña."



El conjunto de prácticas conocidas popularmente como "medicina criolla" se encuentra en plena vigencia y está hondamente arraigado en los usos cotidianos del pueblo.

Pueden encontrarse "curanderos", "señoras o señores que curan" en muchísimos pueblos de todo el país, en zonas rurales y los grandes conurbanos.

Estas medicinas pueden rastrearse además en infinidad de obras del cancionero criollo, en relatos literarios y manifestaciones artísticas de todo tipo.

Es una práctica que incorpora elementos europeos paganos, católicos e indígenas americanos. Se diferencia bien de las medicinas tradicionales puramente aborígenes, contando con herramientas prácticas y mágicas, como el uso de las tradicionales ventosas, masajes, uso de hierbas, y por otro lado rezos, "curas de palabra", y manejo de las energías sutiles a través de imposición de manos, sahumos, etcétera.

La persona que ejerce estas medicinas lo aprende por tradición oral, o por "revelación", por medio de sueños, de haber sobrevivido una grave enfermedad o accidente, o por algún tipo de conexión suprasensorial con fuerzas de la naturaleza, Dios, u otro tipo de canalización.

Lejos de ir despareciendo, esta medicina criolla convive con la medicina moderna de manera totalmente natural en las poblaciones rurales, en las que la atención estatal es deficiente o directamente no existe, siendo muchas veces la primera instancia de salud.

La medicina criolla tradicional es parte fundamental del acervo folklórico del pueblo argentino y latinoamericano, y conocerla y cuidarla es fortalecer nuestra identidad y nuestra cultura.

Asi como la copla, con sus matices, temas, colores y paisajes, podría ser considerada como el documento de identidad que une la cultura de nuestras regiones, la medicina criolla es también otro preciadísimo tesoro que sin embargo es aún ignorado y hasta despreciado por nuestras clases "cultas".

A la música popular se la buscó, revivió y valorizó grandemente. La tarea de gente como Leda Valladares, Andrés Chazarreta o Juan Alfonso Carrizo, es invaluable.

También se reconoce el valor de nuestras danzas, comidas, artesanías. ¿Por qué no ocurre lo mismo entonces con esta maravilla que es la medicina criolla? ¿Por qué son sistemáticamente ignorados y subestimados quienes la practican, los llamados curanderos, sanadores?

Si, es probable que no tengan el glamour de las terapias New Age, y son un poco demasiado religiosos para el deconstruido progresista urbano.

Pero su valor está tan arraigado en el pueblo que muchísimas obras del cancionero popular la recogen. Y basta vivir fuera de cualquier ciudad, o en las orillas, para ver cómo la gente acude a ella masivamente.

Se trata de un completo sistema médico que incluye diagnóstico, tratamiento, mantenimiento de la salud y planes terapéuticos. Es una disciplina holística, que integra a la persona en una unidad fisica, psicológica, emocional y energética.

Claro que está lleno de chantas, ¡como también lo están los escenarios!

Por eso me gusta decir que "el uso del yuyo es tan folclórico como una chacarera o una zamba".

Llevo una espina clavada, que es la de no haber podido conocer a doña Pastora, que tuvo las ganas de irse al silencio unos meses antes de que yo me radicara en los valles del Siambón.

Pero sí tuve la dicha de haber escuchado de boca de todos sus allegados las historias de su maravilloso don de curar escuchando, diciendo la palabra precisa y purificante, y tal vez recetando algún yuyito del cerro.

Pastora es un fiel exponente de esta medicina del cuerpo y del alma que aún pervive en el campo argentino.

Llegó a El Siambón cuando era muy chica a trabajar en los cercos de verdura. Vivió cien años y se convirtió en la consejera del pueblo y “la abuela de todos”.

Su nombre era Doña Pastora, mejor conocida como “la sabia de la montaña”.

He visto en el interior de algunos  ranchos de la zona altrarcitos a la virgen, y a su lado la imagen de La Pastora. Esa es la veneración de sus paisanos a su entrega.

Conocía todos los yuyos del cerro. El poder sanador de la senda vegetal. También sabía la fuerza de la medicina de la palabra, y el milagro curativo de la atenta escucha al que sufre.

Bajó al Siambón desde Chaquivil cuando era muy chica. Desde ese momento emprendió una tarea solidaria y sanadora.

Era devota de la virgen, curandera y consejera de todo el pueblo. “Era mucho de conversar y ayudar con su palabra a gente que se sentía sola. Muchos le decíamos la sabia de la montaña, porque a todos les llegaba mucho lo que ella decía”.

Pastora enviudó en 1984 y como no podía tener hijos, adoptó a Palmira y sus siete hermanos. Mientras tanto, seguía trabajando en los cercos. “Hacía trabajos que en general eran realizados por hombres. Trabajó de sol a sol y por eso nunca nos faltó un pedazo de pan en la mesa, por eso me emociono, porque fue una gran luchadora y una gran mujer”, dice su nieta Palmira.

Sencillez, humildad, solidaridad, espiritualidad profunda y austera.

Pepa Carrillo también es nieta de Doña Pastora. “Ella era la abuela de todos. Lo poco que tenía lo compartía. Ayudó a muchísima gente, curó de palabra a cientos de personas sin pedir nada a cambio. Recibía al pobre, al rico, al grande y al chico”, contó.

Pepa comenta que había personas que la visitaban por enfermedades que los médicos no podían curar, pero Pastora sí. “Porque ella entendía lo que nadie entendía, incluso sin hablar mucho."

La sabia de la montaña, mujer-tierra-vasija-medicina recordada y amada por su gente. Su energía poderosa está allí aún. Lo invade a uno cuando anda por esas senditas perdidas o al pasar por la que fue su casa tantos años.

¿Cuántas Pastoras más esconderán los cerros, las islas, la selva, los pueblos llaneros, todos los caminos ocultos de nuestra patria?

 Jbv.

Foto: mural en su homenaje en la parada de colectivo de Raco, Tucumán.