lunes, 11 de enero de 2021

Hex. 25: Inocente como risotada de niño

 




Me dice ese espíritu que habita o habla mediante el libro y me susurra: La acción correcta es siempre inocente porque está libre de segundas intenciones y parte de un corazón puro. Es simple porque no oculta especulación ni premeditación ventajera, sino que es como un trueno que fluye directamente del vacío a la acción. 


Con las mismas cualidades que la risotada de un niño. Así sueño que sea mi hacer.


La acción inocente es un movimiento que parte de un espíritu que siempre está orientado y regido por la ley del Cielo, acorde al Tao.


Dice Richard Wilhelm en su comentario al hexagrama 25: "si el movimiento responde a la ley del cielo, el hombre es inocente y sin falsía. Allí donde se nota la intención se pierde la verdad".


Me dice el Libro de los Cambios: En todas nuestras tareas podemos ser inocentes. Hacer desde el corazón puro. Perseverando en ese camino habrá un elevado éxito. Quien no se mantiene recto al final sufrirá la desdicha en lo que emprenda.


Cuando adentro detectamos que hay truenos, agitación, turbiedad, podemos hacer un alto y esperar bajo el ombú a que pase. Y luego dejar que la acción retome su curso orientada hacia el Tao. El movimiento será puro, regido por la ley creativa del poder del cielo. 


Cuando el trueno se agita bajo el cielo en primavera, todo entonces brota, crece y florece. Si toda esa fuerza vital que nos galopa adentro la orientamos y movemos en el tiempo adecuado y en la dirección correcta, los frutos nacen y maduran solos, como llegan las ciruelas tras la flor, sin que el árbol haga nada para ello.


Todo andar inocente trae ventura. Si las cosas no van bien en la tarea, retorna a la inocencia (pureza de corazón) con la que iniciaste tu camino. 


Y si no encuentras inocencia allí, sino cálculo, búsqueda de ventaja y especulación,  entonces no es un camino con corazón. Había demasiada mente y bolsillo en el momento en que pusiste un pie en el camino. ¿Puede haber plenitud en un sendero como ese?


El tiempo pasa, quemamos distancias por rutas pobladas y a veces desiertas. Nos metemos en el barro de la tarea, la profesión, la militancia, la misión, el destino, y la inocencia va quedando hecha hilachas al costado de la vía. Nos encontramos con la especulación, la importancia personal, el anhelo por el jugoso fruto. Pero también nos abraza la desdicha, la insatisfacción. Algo no va bien.


Vuelve a vaciar el corazón. Recuerda la carcajada de un niño. Es por ahí. 


Retorna a la simple e inocente acción. Persevera y te mantendrás sin tacha.


La acción simple, inocente y natural causa siempre sorpresa y un poco de horror en quien actúa desde la teoría, el concepto, el dogma, el cálculo, la técnica eficiente, la expectativa y el apego a los frutos de su acción.


Manso, tranquilo, con el poder personal puesto al servicio de la ley del cielo. La acción correcta es certera, precisa, espontánea, como un reflejo. Sin huella después ni previa premeditación.


Si tienes una misión, una tarea que llena tu corazón, y encontraste el camino que conduce hacia tu destino, abraza entonces la inocencia. Todo irá muy bien.


La práctica perfecta es inocente y simple. Mantente alerta a lo inesperado. 


Tú vacía, purifica la intención, lo inevitable decide.


José B. Varela, reflexiones sobre el hexagrama 25, La inocencia, I Ching.


Las risotadas memorables de Manu y Emi.

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