viernes, 22 de enero de 2021

La espiral y la serpiente



"Surge el peligro allí donde alguien se siente seguro de su posición. Amenaza el hundimiento allí donde alguien lo tiene todo en orden.

Por eso el noble, cuando está en seguridad no olvida el peligro; cuando permanece no olvida el hundimiento, y cuando mantiene el orden no olvida la confusión." I Ching, el Gran Tratado, cap. 4


Y así avanzamos, con el recuerdo de haber retrocedido.

Y así perdonamos, recordando que fuimos ofensores.

Y así le sonreímos al dolor que ya no está, y le pedimos cautela a la desmesura.


En el desierto buscamos con desesperación el agua, y en el centro del mar un puñado de arena donde descansar.


En la liviandad vemos nuestra profundidad,

En el goce lo que fue represión,

En el permiso el antiguo mandato,

En la risa sepultamos viejas culposidades,

En el atrevimiento una tonta timidez.


Cuando creemos ver claro el camino, no olvidamos la pasada cerrazón y la posibilidad de hallarla en el próximo recodo de la senda.

Porque casi siempre es una espiral, o una serpiente ondulante hasta la definitiva muda.

En el cuerpo que se expresa libremente y pide sin vergüenza enterramos la cachetada del viejo y despreciable cura en la confesión.


La libertad rompió viejos barrotes, y la consciencia antiguos estados de sopor y anestesia.


La acción correcta y la correcta abstención no tienen juicio posible si surgen desde la Visión, desde la atención y la claridad.


Lo otro es sueño. A veces agradable, a veces peligroso y tremendo. El pecado es la inercia. El automatismo. Y es pecado al separarnos de la divinidad. 


Estar en el paraíso sin saberlo es el peor pecado. Es precisa la piedad y misericordia de Dios al expulsarnos, para que podamos volver ya transformados. Un dios que no expulsa es un mal dios.


Todo va, todo viene. A veces el vino es bueno, a veces áspero. Y entre los dos regalan una borrachera descomunal en el cielo de los mortales.


Jbv

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario