Observa el mecanismo de tu enojo o de tu ofensa y desactivalo de inmediato. No le des ni un segundo de permiso una vez que lo hayas Visto.
No hay derecho a castigar a la otra persona con tu veneno silencioso, afilado e hiriente y arruinarle su mañana o su día con tu horrible amargura.
Si orientas la linterna hacia el interior alumbra mucho mejor, y te mostrará el camino que recorrió esa energía mal dirigida.
Redirígela de inmediato hacia la disculpa honesta. Si el otro o la otra siente amor por vos se reirán juntos de ese niño travieso que fue descubierto en su fechoría.
Jbv
No hay comentarios:
Publicar un comentario