Deja que la potencia y la grandeza de tus intuiciones, la hondura de tu comprensión, vivan tranquilas y en paz en tu jardín interior. No las presiones. Permíteles expresarse en silencio.
Cuando intentas verbalizarlo, cuando quieres decir con palabras articuladas aquello que has Visto, intuido y comprendido, cuando pretendes explicar ese Gran Misterio que te habita, te quedas mudo. O si lo has ensayado, la sensación que te invade es la de haber dicho tonterías, obviedades insulsas, vulgaridades.
Te quedas con esa sensación de estornudo fallido. Sacas la lengua como un lagarto, y la vuelves a guardar. Te invade la impotencia de saber que la palabra es un vehículo imperfecto para hablar de lo que está ahí detrás.
Nos salva la poesía, esa trampa del lenguaje para arrimarse e iluminar lo más posible a esas desmesuras que hallamos en estos rincones.
A veces el silencio es lo más elocuente y tu hacer cotidiano el texto más cabal sobre aquello que querías nombrar.
Jbv
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