El que nunca cede,
El que jamás vislumbra el germen de un mal humor y lo deja crecer hasta orientarlo hasta su víctima inocente.
El que se ofende,
El que no tiene nada más que aprender,
El que siempre toma y nunca da.
El que se ve superior,
El que se piensa bueno, de intachable moral.
El que piensa mal a los demás,
El que reclama,
El que exige,
El que fuerza las cosas,
El que trama,
El que es muy especial.
Todos esos no se sientan en la ronda a callarse frente al río marrón y a compartir el matecito de la unión.
Todos ellos conforman el gran monstruo horrible.
Y todos tenemos semillas de esa abominable criatura que separa, aisla, castiga, señala.
No hay lugar en la ronda frente al río marrón.
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