lunes, 7 de junio de 2021

El fruto del árbol de la dualidad


 

"Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, exceptuando únicamente el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.  De él no deberás comer porque el día que lo hagas quedarás sujeto a la muerte". 

(Génesis 2, 16-17)


Cuando comemos del fruto del árbol del dualismo toda la existencia queda fragmentada como un espejo roto. La muerte nos pisa los talones como enemiga de la vida.


El viejo Dios nos previno para que no saliéramos del Edén, que no es más que vivir en una consciencia de totalidad, de la que lo individual particular es tan sólo una chispa.


Nos advirtió que ese árbol estaba envenenado de bueno/malo, preferencias/aversiones, honor/deshonra, yo/los otros. 

Este narcótico nos va aislando en ínfimas partículas que se demoran allí, en la separación y la exaltación de un ridículo yo desfigurado que nos impide el regreso al paraíso. 


Se hace arduo el camino entonces.

Porque hay cosas que hacer y otras que no hacer para llegar a alguna parte. No hay donde ir en verdad.... Ni ninguna acción que emprender....


Todo está acá mismo en esta orilla, donde la vida transita hacia la dilución y se experimenta ese estado basal del espíritu expansivo al que le llaman con el trillado nombre de amor.


El viejo Yahvé nos previno de la toxicidad de ese árbol de la separación... Y lo tomamos igual.

Pero por allí, el pícaro Señor ocultó otras hierbas en el jardín, las secretas hierbas del regreso. 

A algunos, de oídos despiertos, les reveló en un susurro la ubicación de esos truquitos... Solo de esos trucos han hablado los verdaderos maestros, no de otra cosa. De la hierba de la quietud, de la flor maravillosa del silencio y del árbol de la contemplación.


Plantitas, flores y silencios para vislumbrar que no hay razón para defenderse, que no existe ofensa, que pensar mal al otro es un abismo y un cerco electrificado.


Mejor elegir la planta medicinal adecuada que nos lleve de vuelta, tomar juntos el vino de la disolución.

Reír, que llega el sol, ser juncal, unido por el invisible rizoma y retornar al paraíso.


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