"Y el señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y dijo: "Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un sólo pueblo y todos hablen la misma lengua. Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua para que ya no se entiendan unos a otros".
(Génesis 11 5-7)
Vivimos en un mundo construido de palabras, entre universos paralelos separados por filtros y barreras psicológicas y emocionales de todo tipo.
Cada palabra pronunciada atravesará todos esos tamices de historia personal hasta llegar al otro lado. Cada palabra que leamos o escuchemos hará lo mismo hasta llegar a nosotros.
La palabra es una flecha lanzada con una intención y un objetivo, más miles de condiciones que escapan a nuestro control pueden desviarla.
El celoso señor ha bajado del cielo a trampearnos la comunicación, y mientras sigamos siendo vos y yo, seguiremos sin comprendernos.
La economía o la cesación de palabra es la enseñanza de los grandes maestros para comunicar aquello que no puede decirse. Ellos sabían de la antigua treta del viejo Yahvé.
Y buscaron la maestría de hablar sin ruido interno desde lo alto de la torre de nuestra consciencia unificada y sin separación.
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