jueves, 17 de junio de 2021

Soldar las limaduras




 

Mira en el interior y descubrirás que hay algo cambiando permanentemente. A cada sacudón del exterior, algo en ti se modifica.


Todo cambia en nosotros y a cada instante, librados a los ajenos aconteceres.


Somos un recipiente lleno de limaduras de hierro. Cada choque de las circunstancias nos provoca un desplazamiento de las partículas, acusando el simbronazo en toda nuestra emocionalidad errante.


El incansable trabajo interior, la determinación inclaudicable de unificación provocará un estado vibratorio de esas partículas hasta ahora inertes, intensificando la sensibilidad a esos movimientos y desplazamientos. 


Decía Mouravieff que la consciencia del frotamiento entre las partículas terminará encendiendo el fuego interior. Un fuego vivo, ardiente, que una vez encendido debe ser cuidadosamente mantenido por la voluntad de afinar y cultivar la sensibilidad.


El fin de esos fuegos es provocar la soldadura, hasta que el contenido disperso de nuestras limaduras no sean más que un sólido bloque. En este punto, habremos adquirido la firmeza en medio de las tempestades.


Pasar de la esclavitud de los acontecimientos a hacerse amo de sí. 


Los fuegos de la consciencia, hacer claro lo oscuro, hacer de lo vario, uno.


Imágenes del primer tomo de Gnosis, cristianismo esotérico, de Boris Mouravieff.


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