jueves, 29 de julio de 2021

Susurros del I Ching. Hex. 43, El desbordamiento

 


Toda transformación es una ruptura. 

¿Tienes la fuerza? Entonces ¡Da el paso con resolución!


El poder desborda los límites de lo que parecía un sereno lago.

Olvida los cerdos y los peces, ya no malgastes flechas y tiempo en ellos.

Dueño de la energía necesaria, visto el meollo del asunto resueltamente llévalo a la corte de tu consciencia. 

Con verdad. Escucha con humildad, Cede en todo, pero no cedas jamás el poder personal. 


Lo fuerte se vuelve implacable contra lo vulgar y rompes con eso. 

Deja esa casa atrás. No gires tu cabeza a esos hábitos mentales que te condujeron al desastre, a la frustración, al enojo, a la ansiedad, a la depresión, al victimismo.


Cuando hay fuerza avanzas. 

Conoce hasta adónde eres capaz.


Si te sientes sin ellas, descansas. Sin culpa, sin resignación. Sin recurrir a las armas ni a castigos. Simplemente observas con atención, te sientas a recuperar tu condición y oír esa voz que habla cuando callas.


La escalera es un tránsito de un estado del ser a otro. Mutan las situaciones y la luz y la sombra juegan a la danza del cambio y de la ilusión. Rompe, ve resueltamente un paso tras otro de lo viejo a lo nuevo.

¡A vino nuevo, odres nuevos! Verdadero, auténtico, sin falsa modestia ni mojigatería.


Asumir la tarea, el don. ¡No entierres el talento bajo la tierra! ¡No es para vos! ¡Es para Dios, que tiene la cara de los otros! ¿Qué dirás al amo cuando vuelva de su viaje a exigir lo que es suyo?


El sentido trascendente de tener un destino, una misión, una tarea que cumplir es que ya no vives para vos. Has desaparecido y sos tan sólo un silbo en el viento. Ruido de juncos, de cañaveral.


¿Viste el conflicto? ¿Te desborda la fuerza? Es propicio emprender algo entonces. Todos aquellos habituales estados interiores en los que te alojabas cómodamente han de ser aniquilados.


No devuelvas golpe por golpe a tus demonios. Simplemente disuelve el mal avanzando enérgicamente, resueltamente paso a paso en el sentido del bien.


Susurros del I Ching, hex. 43, El Desbordamiento, La ruptura, la resolución.


martes, 27 de julio de 2021

Susurros del I Ching, hex. 44, Ir al encuentro

 



Ulises sabía muy bien el poder seductor que tenía el elemento yin, y se ató al mástil de su nave para no sucumbir e ir al encuentro de las sirenas que lo llamaban con sus cantos para desviarlo de su rumbo.


La trampa puede abrirse en cualquier momento. Fuerzas y sombras que creíamos desterradas e iluminadas en nuestro camino buscan presentarse subrepticiamente, seductoramente como una frágil e inocente muchacha.


Ideas, personas, impulsos que nos desvían de nuestra senda reaparecen y claman nuestra complacencia. ¡No vayas a su encuentro!


Un intento inflexible guía al guerrero con una determinación portentosa de no “casarse con esa muchachita”. Sabe bien el sabio santo que no es buena compañía para su camino.


Un ejercicio permanente de la presencia se requiere para identificar de inmediato los gérmenes de esos trazos oscuros que intentan furtivamente reaparecer en nuestro carácter, en nuestros modos, en nuestro obsoleto sistema de creencias. 


Por el contrario. Iluminados nuestros rincones sombríos hemos de mantener esa luz encendida. “No se enciende una lámpara para ocultarla bajo un cajón”.


Ir al encuentro complacientemente de todo aquello que nos completa, nos complementa, nos impulsa al desarrollo, que nos potencia.


Nuestro “Te” puede desplegarse en plenitud si vamos al encuentro de todo aquello que está en armonía con lo que somos verdaderamente. Allí nuestra esencia personalísima, auténtica, se manifiesta y expande, y nos hace avanzar por nuestro camino de retorno a casa.


Como Ulises, atarse al mástil y no acudir a los cantos de sirena que nos desviarán de nuestro destino y misión. 


¡Identifica las fuerzas que has desterrado! Observa si un germen de ellas busca penetrar y no caigas en ser complaciente con ellas. Son las voces seductoras de tu perdición.


Acoplate a esas potencias que te impulsan, sal al encuentro de lo que te da alas, y ¡Descubre tu vuelo al fin!


Susurros del I Ching, hex. 44, Ir al encuentro, el acoplamiento.

El guijarro y el equilibrio del mundo

 



Los seres más puros se aquietan para oír las respuestas calladas del río, de la piedra y el monte.

Las verdades que maduran en su corazón se comparten en una compañía silenciosa, confiada y entregada.


Los seres saturados son ruidosos,

Pedigüeños, insistentes, llenos de desconfianza. Alzan rezos plagados de órdenes y consejos a la divinidad,

De reclamos a su entorno, miran torcido,

Arrasan con la creación, que es tan sólo el escenario inerte de su velocidad ciega.


Unos se sorprenden con la belleza de un guijarro en el río, y lo dejan ahí para no quebrar el equilibrio del mundo.

Otros lo toman para arrojar la primera piedra al pecador.

Mana

 



Cuando no está en el medio ese impedimento-obstáculo que es el Yo pedigüeño, exigidor, monitor, idealizador

Aparece la perfección,

El mensaje,

El poder,

El desaparecer.


La liberación magnífica de la insignificancia,

El asombroso don del que no está ahí,

La fabulosa experiencia de la disolución.


Y luego la transformación,

El despliegue vertiginoso de las potencias

El loco, el lobo, la santa, la bruja, la sangre, el fuego, el newén.


La fuerza del Mana, que te anunció esa voz interior hace añares hasta que tus manos y tu corazón se abrieron y tomaron por asalto amoroso su misión.

Y entonces comprendiste.


Y ya, pasar, quedar en los otros y en la tierra, y en la hierba después.

 Y quién sabe qué más.


Susurros del I Ching, hex 48, El Pozo

 



Podés cambiar de lugar, de entorno, de parafernalia exterior. Pero tu esencia sigue siendo siempre la misma. Esta no disminuye ni aumenta. 


La voz te dice: “¡Ve al pozo!”


Tu “Te” es único, personalísimo. Solo puede manifestarse, desplegarse y darse como agua fresca, o verse impedido, contaminado, frustrado, truncado, y finalmente jamás manifestado.


Ordenando tus asuntos, simplificando todos los órdenes de la vida, “revocando tu pozo”, poniéndote en concordancia con el flujo natural de las cosas, todas tus potencias manan desde lo profundo para ser dación a los otros que se arriman a la boca de tu aljibe y sumergir allí sus baldes para sacar agua pura.


En la distracción y en el perdernos en los descarríos del mundo, nuestro pozo se avejenta, se derriban las paredes y el agua se enturbia. Hace mucho que no bajabas el balde hasta el fondo. Quizás nunca lo habías hecho. 


El limo del pozo no se bebe. Ni siquiera los animales acuden a él.


A veces el cántaro está roto y no sirve para sacar el agua vital.


Has hecho el trabajo interior de limpiarlo, pero nadie acude. La historia personal es una cárcel y nadie es profeta en su tierra.


Luego tu pozo no solo es limpiado sino que has revocado sus paredes  nuevamente. 


Tu agua brota a la superficie tras las lluvias transparente, fresca, clara.


Se hace evidente que de tu pozo se puede beber agua viva. Toda la comarca lo intuye y lo menciona como novedad de aldea.


Ya tu Te florece y mana sin obstrucción, fácil, simple. Ya lo que estás llamado a ser, es.


Se acercan, extraen agua de tu pozo sin impedimento. Confían como tímidos ciervos que se arriman al río, primero temerosos, luego sin resquemor. 

¡Beben de tus aguas! ¡Elevada ventura!


Susurros del I Ching, hex. 48, Pozo de Agua, Manar.

jueves, 22 de julio de 2021

La liberación que da la insignificancia

 


¿De qué se trata a fin de cuentas toda nuestra práctica? De estar en el mundo sin ser del mundo.


De escapar a nuestra triste profana condición, dominada por la inquietud, la dispersión mental, la imposibilidad permanente de dejar de pensar en todo y en todos como si fuéramos el mismísimo Dios-Controlador-monitor. 

Por favor, esa respiración desordenada y superficial, esa ansiedad y esa angustia que puebla las noches desde que tenemos memoria.


Así hasta el final de un viaje mediocre y terrible de fantasmas ilusorios sin haber vivido un solo día de libre y vital insignificancia, llenos de tanta importancia personal que te impide dejar en paz un rato a los demás y a los asuntos del mundo. Ahhhh…. ¡La gloriosa liberación que da la insignificancia!


La santa y humilde Contemplación te regala salir de vos por un rato, olvidar tu cuerpo y sus exigencias, no ir en los pensamientos más allá de tu situación, dejar de ser el centro de tu alocado mandala, abrirlo, permitir fundirte en la totalidad durante un recreo, e ir entrenando para mantenerte ahí cada vez más, y hacer templo de las cotidianas ocupaciones.


Porque siempre están “pasando cosas” extraordinarias de las que te perdés dentro de la celda egoica de tus propios relatos, tu insoportable-mente y tu eterno lamento. La perfección del Gran Misterio suena insulsa y ordinaria si te la cuento: 


Esta masa de piedra y agua girando en el cosmos, esa bola de fuego que parece asomarse por el horizonte, a lo lejos un barco y todos los sueños y desvelos de esas pequeñas criaturas que van a bordo, las aves que se persiguen unas a otras sobre el río, el Biguá que se sumerge y sale haciendo malabares con un pez en el pico a la superficie, las cotorras que se arriman audaces, los insectos en el pasto, las ramas del ceibo pelado, el junco, los juncos, el juncal, el ondular del agua hoy mansa, la loca forma de las nubes y los colores que reflejan.


Toda esa obra se presenta al mismo instante, aquello que se puede decir en palabras, y lo que solo quedará expresado en el silencio.

Entre toda esta magia cotidiana, la demencial carrera humana que prosigue sin tregua.


No la rechazo, solo que renuncio a pertenecerle. Hago el ayuno interior ritual, abro los siete sellos y saco de su estuche mi espada mágica: se llama Contemplación. Corta sin sangre los hilos y los bordes, para derramarme y fundirme en este Gran Misterio asombroso, y así ya no entregarle mis días a las tribulaciones y cargas del mundo.


Fotos: Karmen Sojo amanecer en Río de la Plata.

lunes, 19 de julio de 2021

Pasar de Fama a Cronopio

 



¡Qué bien van las cosas cuando desconozco adónde voy!

Qué asombroso es el mundo cuando descarto los manuales y camino a ciegas, como un borracho que no sabe cómo llegó hasta su cama, pero se despierta en ella caliente y tapado.


Soltar el control, suspender la terca incredulidad.


Tres centros. El del medio suele estar cerrado. La mente es una tirana, la pulsión  vital bulle por dentro como un dragón en la cueva. La emotividad es una princesa lisiada y loca que fue encerrada en la torre.

Cuando el héroe la libera de su encierro, todas las potencias del ser se despliegan por el único camino que vale la pena transitar: el de ser absolutamente quien sos, espontáneamente, auténticamente, libremente.


Nos educan para Fama, cuando la vida está entre los Cronopios.


Me dice el brujo espinudo en la voz de un titiritero ebrio:

“Hay una escalera ardua que consta de sólo tres escalones:

Pensá bien a los demás

Cortá con el pasado.

Sé siempre amable.”


Y así, cuando participo de la hermandad de los perdidos, mi rumbo es ya claro como un cielo en la montaña. 


Pasan los convencidos, los certeros, y recojo en mi bolsa su mueca de disgusto al ver a un pobre hombre embobado, perdido en su presente eterno, como un loco alojado en el gran monasterio del mundo, a quien se lo ve a veces mirando por la ventana, o  paseando por el jardín perdiendo el tiempo, oliendo cada flor y conversando estúpidamente con las aves mientras el mundo sigue andando.



domingo, 18 de julio de 2021

Susurros del I Ching. Hex. 20, la contemplación.

 



Recogerse interiormente es la tienda de campaña que lleva consigo el caminante.

Hacerse receptivo a las mudanzas y a los cambios es su única sagrada práctica.


En los descansos que le permite su viaje, se sube a lo alto sobre si mismo y desde allí contempla hacia arriba los caminos del Cielo,

A su alrededor los inciertos pasos del Hombre,

A sus pies el comportamiento de la Tierra dócil y mansa, germinadora de asuntos de fuerzas supremas, acompañante de la acción del poder creativo aún así sin comprender tal vez del todo lo que en ella se siembra. 


Dice un gran Sí, afirmando la vida y alentando la descomposición, sin calificar, dejando pasar.


Parado en un activo estado de presencia contempla sin retener, reflejando todo como una bola de vidrio que rueda libre sobre un impoluto espejo.


En la rústica mesa de la posada que hoy aloja la noche de su viaje agradece el vino que se le sirve, y al vaciar la copa la borra le dicta los destinos de las cosas y la gente.


Y así, como un viento que planea sobre la tierra, visita todas las regiones luminosas y sombrías del mundo,

Todas las costumbres y rarezas de las civilizaciones,

Todos los aciertos y desatinos de estos extraños humanos.


Sus pies ligeros lo guían por las orillas de las comarcas.

A veces invisible,

Otras un fuego sobre la colina al que las personas acuden a calentarse un poco,

Por momentos un lago fresco o

Enérgico río de montaña que siempre va diciendo su adiós.


Nada fue igual para él después de haber aprendido la contemplación.

Ese abrazo a todo, esa brisa que recorre el mundo como un amable fantasma que ejerce su tránsito suspendiendo la incredulidad y descartando todas las certezas.


Susurros del I ching, hex. 20, Contemplar, mirar con atención, observar, adivinar por el líquido de una taza los destinos.

viernes, 16 de julio de 2021

Pon en ayunas tu intelecto


 

Ya puedes poner en ayunas a tu intelecto.

Dale de una vez por todas alimento del bueno a tu centro emotivo, dale poder nutricio a tu sexualidad creativa.


Tu intelecto está empachado de comida chatarra, y tus otros dos estómagos están anoréxicos, hambrientos y rugientes. 


"El sabio vacía las mentes y llena los estómagos" enseñó el viejo orejudo.


Fíjate sobre qué senderos transitan los hombres y sus enredos. "Esos son problemas de palabras, yo no tengo nada que ver con eso", dijo el centurión romano a los verbalistas hebreos que lo buscaban para un arbitraje sobre cuestiones religiosas.


¿De qué nutres tu ser?

Richard Wilhelm comenta el hexagrama 27 del I Ching "las comisuras de la boca": "cuando  se quiere conocer a alguien solo es menester prestar atención a quién dispensa sus cuidados y cuales son los aspectos de su propio ser que cultiva y alimenta".


El maestro de Nazareth fue claro ante los puristas: "no es lo que entra en el cuerpo lo que hace impuro al hombre, sino lo que sale de su corazón".


Sólo miro de qué te nutres, qué aspecto de tu ser alimentas. No me interesan ya casi las ideas, las opiniones y las palabras huecas. 

Mis oídos las rechazan y el bostezo me invade y no puedo disimular.

Me interesan las experiencias de las que te has nutrido y lo que has aprendido de ellas. Simple, vitalmente.


Por esas regiones del sentimiento, del corazón abierto y el estómago lleno todo es más nutricio. 


El intelecto es ya para mi un granero vacío, un almacén de productos vencidos. Una góndola de supermercado de cosas enlatadas. Puedes llevártelo a la boca, masticarlo y tragarlo. Pero no está ahí la nutrición.


Amo las granjas, los bosques, donde todo late y vive, y hay que salir a cazarlo.

Susurros del I Ching. La gracia

 


A veces es necesaria la gracia, ataviar, ornamentar, dar importancia a la forma. No mucho, un poco nomás, lo mínimo necesario.


Lo apasionado, lo enérgico, intrépido, directo y esencial a veces escapa a quien no es capaz aún de verlo y termina por perderse en el vacío de lo inasible.


El acto curativo muchas veces debe tomar una forma graciosa, vehículo de la esencia, para que la persona  pueda comprender. A veces no basta la sola toma de consciencia.


El juego es distractivo, de atrapar la atención. Una vez cogido el pez, olvídate de la red.


Es un fuego que proviene de las profundidades de la montaña, una claridad que aparece entre los abismos de la quietud, de la suspensión de la incredulidad y del cese del diálogo interior.


Cuando la forma agraciada se vuelve lo importante, todo se ha perdido. 

Cuando la convertimos en mero continente de lo esencial, todo se logra aunque parezca pequeño el éxito.


Cuando el sabio brujo conoce que a veces necesitamos la experiencia, cuando menos simbólica, del contenido de nuestro inconsciente, el meollo del asunto se capta y todo se hace luminoso, libre, tranquilamente, en un instante mágico de poder personal.


Susurros del I Ching, hex. 22.


Foto Mariana Zuñiga


Presencia

 


¿Quién es capaz de de estar ahí cuando la mente comienza su tejido inútil y agobiante, cuando emprende su vuelo llevándonos un millón de años luz lejos de casa?


¿Quién puede estar ahí alumbrando cuando la emoción está por arrasarnos como un incendio forestal? 


¿Quién logra estar ahí mientras la pulsión vital sacude todos los cimientos como una gigantesca serpiente?


El pertinaz ejercicio de la presencia.

La vista de cóndor sobre las múltiples facetas del loco monstruo frankenstein que es nuestra Personalidad, donde cada pequeñito yo que la conforma reacciona en diferentes direcciones como los caballos de un carro sin conductor.


Ejerce la activa atención que emplearía quien va montado sobre un dragón.

Poco a poco, la bestia, al saberse observada, mengua su potencia, se va predisponiendo al diálogo, a la amistad y a la cesión de autoridad hacia quien lo monta.


Cuerpo, fuego interior, alas. 

Por sobre el monstruo ya integrado.

La consciencia que todo lo ve.


Dibujo en grafito sobre papel: Jerónimo del Carril, Lao Tsé montado sobre un dragón.


El juego

 



Olvidando cacareos obsoletos

El sabio santo transita los senderos de manera independiente.


Su real independencia es haberse despojado de preferencias y aversiones,

De favores y deshonra, 

De éxitos y fracasos.


Nada tiene que ver con las ansias e inquietudes de aquellos que se sacuden en los caminos externos trazados por pequeñitos hombres sin rumbo.


Su independencia interior corta toda red con la filosa tijera de la consciencia que lo desata de las polaridades del mundo, pero que jamás lo aleja del mundo.


Sólo reír, 

Sabe bien que el juego se trata de qué hacer con las circunstancias y las mutaciones,

Olvidando el fruto de nuestras acciones.

Dios tiene cara de otro

 



Encontró el sabio santo que su dojo de práctica, su templo y su meditación eran  todo momento y cualquier lugar.

Vio que los vínculos cercanos, la ruidosa feria del mundo y la ordinaria cotidianeidad eran las anheladas pruebas celestiales, el desierto y la práctica santa.


Por más que miró, jamás pudo hallar la línea que separa lo sagrado de lo profano.


Allí en los demás estaba el altar de las ofrendas: "Porque tuve hambre y sed y ustedes no me dieron de beber, estaba de paso y no me alojaron, desnudo y no me vistieron, enfermo y preso, y no me visitaron. Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con alguno de estos pequeños no lo hicieron conmigo".


Es ahí, si hay un Dios, tiene cara de otro.


Luego vio el santo sabio que el que se distancia impolutamente de las simples alegrías del pueblo vive solo en su isla de pureza emocional y jamás logra la transformación en niño que es la llave para entrar al reino. 


Que quien se vuelve solemne y se percibe a sí mismo iluminado o despierto es un ciego dentro de un pozo de brillantez. 


Que quien construye su ermita lejos del corazón de los hombres muere de una beatitud desequilibrada sin haberse conocido a sí mismo, porque en el vínculo está la verdad de quienes somos, y los otros son la mayor enseñanza sobre nuestra verdadera humana condición.


Entendió el sabio santo que no hay más meditación que un eterno estar activo en la presencia, y no solo media hora sobre un safu peleándose con los pensamientos.


En las orillas, el sabio santo pasa invisible por el discurrir del tiempo y su influjo es una fogata sobre la montaña, cuya luz es llevada por el viento hasta bien lejas comarcas.

La escuela de la enfermedad

 Todos los dolientes que acuden a mi puerta me enseñaron que el dolor no nos hace especiales, que la enfermedad es una dura escuela capaz de ser una vía de iluminación o de aniquilación, y que todo es una perspectiva.


Que un sacudón en el punto de encaje puede dar alas a una vida que se encaminaba al abandono y  a la resignación.


Ví  que tras las máscaras que usamos diariamente existe una gran herida abierta que clama, que todas nuestras acciones parten desde el punto central de nuestro propio sufrimiento personal.

Esa comprensión no pudo más que obligarme a servir a cada cual un vino particular y propio con suma delicadeza, pero sin jamás llevarme a enseñar la autocompasión, ese brutal impedimento.


Saber que mi sombra y mi dolor son quienes muchas veces me justifican internamente y excusan mis fechorías me llevó abrazar y a besar la cicatriz doliente de todos mis hermanos y hermanas que encuentro en el camino.


Sin escándalo, cada cual lleva su cruz. Saber que todos están clavados a una y que nadie es especial por ello es una gran revelación para poder cargarla hasta que me sea dado arrojarla al fuego de algún encuentro con la enseñanza suprema del gran misterio.

jueves, 1 de julio de 2021

Creatividad o receptividad


 

El antiguo I Ching, el libro de las mutaciones, nos enseña que hay dos fuerzas principales que rigen todo lo existente. 

La fuerza Creativa

La fuerza receptiva.


La fuerza receptiva tiene y brinda todas las condiciones para que la fuerza creativa impulse y actúe y así todo se lleve a cabo adecuadamente.


Una dócilmente se entrega.

La otra activamente moviliza.


La más alta sabiduría es poder identificar en cada situación de nuestra vida estas dos fuerzas que rigen. En la tradición esotérica se habla incluso de una tercera fuerza, la Neutralizante, que viene a ser la situación concreta o el lazo que une a estas dos fuerzas en un momento dado. 


Saber identificar con precisión que a veces somos la fuerza pasiva y receptiva, y a veces la fuerza creativa y movilizante, nos llevará siempre por el camino correcto y armónico. Esta identificación del rol que debemos jugar, nos permite preparar mejor el escenario -la fuerza neutralizante-, para que todo ocurra acorde al momento dado.


Identificar mal estas dos potencias regentes y ubicarnos en el lugar contrario, o "preferir" desde la mente racional alguna de las dos nos hace una vida esforzada, a contrapelo, trabada, llena de tensiones y el sentimiento de profunda incomprensión del mundo circundante.


Suspender la incredulidad, soltar la pretensión de controlar todo, trabajar en acrecentar nuestra percepción para identificar las energías en juego.

 Conscientemente pararse en el lugar correcto, dóciles y receptivos, o activos y ejecutantes según el caso, nos hace fluir con los acontecimientos de manera natural, fácil y simple. 


Y luego, todo continúa su incesante mutación para volver a ubicarnos en uno u otro polo de las energías complementarias en juego.



Percepción


 

Somos entidades en un viaje perceptual.


Cada acrecentamiento en el campo individual de percepción modifica drásticamente el juicio de lo que es real y lo que no lo es,

Lo que está y lo que no está.

Lo que acrecienta el poder y lo que lo disminuye,

Lo bueno y lo malo,

Agradable y desagradable.


Esta consciencia de que cada cual percibe diferentes campos de energía, tanto en cantidad como en calidad, que en nuestra mente se traduce como percepción y etiquetado, 

Es la alarma para silenciar todo juicio sobre los demás. Nadie puede percibir la realidad tal cual lo haces vos.

Vos no podés hacerlo tal cual lo hace el otro.


Este grado de capacidad de percibir es móvil, tanto para crecer como para decrecer. 

¿Qué otra cosa que cuidar ese jardín tenés que hacer? No hay tiempo para señalar a nadie.


Detrás de todo, se trata de cuánto amor sos capaz de percibir, dar, y recibir. No el amor ñoño y namasteroso, sino el amor como fuerza unificadora, servidora y sostenedora de la vida.


¡La energía se potencia o se debilita. 

Eso es todo!


Ahuecarse


 No se si tengo una "filosofía" o un modo particular de pensar. Si la tuviera, esta ha de ser el manojo de ideas más inconsistente del mundo.


Quiero poder hacer lo que siento en cada momento. 

Decir lo que se me viene a la cabeza sin preocupaciones de coherencia e incoherencia.

Ser distinto al de ayer,

¡Mañana es mejor!


Expresarle a cada cual lo que me baja o me aflora de las tripas en ese instante, a cada persona, para esa persona particular.


Anotar en estas libretas las palabras que me surgen a chorros en las mañanas de lecturas fragmentarias, silencio y mate caliente.


Publicarlas para que algún andariego que pasa, si así lo siente, las recoja.


Sin rectas, silogismos ni urbanidad.

Así mi pensar, mi hacer, mi sentir, cobran alas de biguá, patas de biguá, el sumergirse del biguá, salvajismo de biguá, meditación serena de biguá.

Qué bicho maravilloso mi animal de poder.


Abrirse, aprender, desaprender. 

Mover, mutar, desapegarse. 

Desenmascararse.


Estar aquí, total, en este preciso momento.

Liberado de toda mi historia, mi nombre, mi carga, mi auto relato.

Tirarse al vacío, al furioso mar, desde el acantilado.


Ahhh, y el vientito de la libertad absoluta en la cara. 

El vientito, que sople.

Que toque en mí la melodía que quiera.

Yo me ahueco,

Y el silbo que se oye no proviene de mí.

¿Quién sabe de donde?