viernes, 3 de septiembre de 2021

Curar escuchando

 



Existe una magia curativa en la escucha.


El mundo se afirma a sí mismo mediante el ruido, el incesante parloteo hueco y centrado en el yo, en la propia historia. 


Ya no hay lugar para el vacío, para escuchar y dejar que esa energía mueva, circule, se desatasque y vuelva de manera sanadora para quien padece o precisa ser escuchado.


No escucha el médico,

No escucha el psicólogo,

No escucha el terapeuta,

No escucha el padre,

La madre,

El amigo,

La pareja.


Todos hablan, tienen la posta. Y el ruido es ensordecedor.


Doña Pastora era “la sabia de la montaña”, como le llamaban en la mística región de El Siambón. Por pocos meses me perdí la gracia de conocerla, pero todos los relatos que me hicieron de ella coinciden en que su don supremo era curar escuchando. A su rancho acudían de todo el norte del país a transmutar sus padecimientos en el cuenco espacioso que era esa mujer que partió al silencio a los cien años se servicio.


Estar presente mientras el otro te está hablando. Oír el sentido profundo de su palabra y la energía oculta que se está manifestando en ese decir.


Estate ahí. Colocate habitando un profundo silencio. No des tu opinión si no te es solicitada, no empieces a hablar de vos. No interrumpas, da espacio, que tu gestualidad sea receptiva, no quieras resolver, no emitas un juicio interior.


Simplemente escucha callado. Ese es tu mayor discurso y mensaje, tu enseñanza sin palabras, tu herramienta sanadora. 

Y además un gran elemento de autodiagnóstico: ¿Te cuesta estar callado y atento mientras otro habla? ¿Te produce hasta una incomodidad física? ¿Te genera ansiedad y no podés esperar a que el otro termine para decir lo tuyo?

Lo que sale de la boca del otro: ¿Es tan sólo un ruido molesto que solamente esperás a que cese para empezar a hablar vos?


La escucha, un poderoso instrumento infravalorado en la sanación.


Podés ponerlo en práctica ahora mismo.


En tiempos donde progreso humano es distanciarse y acelerar los audios de wsp para no perder tiempo, un valioso contraveneno es callarse uno y escuchar al otro.





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