jueves, 20 de diciembre de 2018

Oración del silencio




Los antiguos taoístas afirmaban que la mente-espíritu (el shen) reside en el corazón. El corazón guarda el espíritu. También sabe la medicina china que la lengua es el "brote del corazón". Lengua inquieta, shen alterado.

Cuando la lengua no está activa a través de la palabra, el corazón se calma, el shen se apacigua, y el espíritu se eleva.

Oración del silencio
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Demorar esa palabra,
Dejar que hable el silencio,
Decirlo todo callando,
Expresarse en el misterio.

Escuchar como habla el río,
Las carcajadas del viento,
Sentencias de la montaña,
Consejos sabios del cerro.

Cuando se aquieta la lengua
Adentro crecen abismos,
Y vienen mil noches calmas
Si sin palabras decimos.

La tierra tiene sus voces,
¡Si yo pudiera callar!
Aprender de los caminos
Que enseñan con el andar.

Abandonar la palabra,
Mejor que hable el silencio,
Un paso vale mil dichos
Lanzados al firmamento.

Jbv

Ser no ser




Oí que al lado del río conversaban el viejo Chocobar y carlitos, hijo del terrateniente, mientras hacían descansar los caballos rumbo a Nogalito. Me vio don Chocobar, me saludó y continuó con el envión de la charla:

 "Utilice el no ser para responder al ser.
Utilice el vacío para recibir la plenitud y el exceso.
Lo blando y flexible domina a lo duro y fuerte.
Sea agua, amigo mío. El agua vence cediendo. Arrasa solo cuando se le han cerrado todos los caminos. Y cuando lo hace, es implacable.

No hay nada que el vacío no pueda tomar en su interior, nada que la calma no pueda sustentar.

El que toma este Camino como su guía, cuando aparece un obstáculo, oposición o resistencia, permanece vacío y abierto, claro y tranquilo, etéreo, misterioso, silencioso como un profundo abismo, y entonces desaparece.

El silencio, hacerse agua es la llave que abre la puerta al mundo del no ser, y a la huella del Camino sin forma al que todo lo que Es se somete."

Carlitos y yo nos miramos. No sé que decía su mirada. La mía... Seguí caminando, ellos cruzaron el río, llenas las alforjas de la voz de la tierra.

Jbv

lunes, 17 de diciembre de 2018

Faltas y sobras




El chancho de al lado grita hasta que le dan comida y a veces también cuando tiene abundante. No se sabe porqué, quizás él tampoco, ni el paisano chanchero.

El dorado nada y salta en el río sin percatarse del agua; ni siquiera piensa en ella, como el hombre no repara el aire que respira mas que cuando le falta. Y entonces sufre y se queja. A veces también sufre y se queja habiendo aire a su alrededor. No se sabe porqué, quizás ni él lo sepa, y así va el "pierna" complicado la vida.

Nos sobra cuando tenemos, nos falta cuando escasea. Otros viven faltos en la abundancia, otros sobrados en la carencia.

¿Por qué esto es así? Nadie lo sabe ni vale la pena averiguarlo.

Más vale simplificar todos los aspectos de la vida y actuar con lo que está ahí, y dejar de lado lo que "debiera ser".

Unir en sí el Cielo y la Tierra, el macho y la hembra e integrar todo aquello que está desparramado abriendo la puerta de todos los misterios. Del no ser surge el ser y todo naturalmente retorna a su origen.

¿Por qué esto es así? Quién sabe, tal vez ni valga la pena averiguarlo.

Jbv

Yampa

Dicen que don Mercedes Yampa nunca salió de entre los cerros de Anca Juli, Anfama y el Siambón.
Que cuando lo pilló la muerte una helada noche allá por el 30, se lo llevó sabedor de las Honduras del corazón humano, de la sonrisa que cura, de las ilusiones del vino y los secretos de las estrellas. Con sólo mirar por la ventana de su rancho entendía los caminos de Dios.

Una mujer de mediana edad, que parece europea, o de cualquier ciudad gringa de América, viaja y recorre el mundo hace años. La sigue implacable su desesperación. Y en una carta no escrita confiesa que aún no ha encontrado el silencio en ninguna parte.

Jbv

jueves, 13 de diciembre de 2018

Somos



Somos biología y células y carne, y temblor y vibración en diferentes frecuencias.

Somos la fuerza de la Tierra y el Cielo en comunión, Newén en permanente flujo y movimiento.

Un rarísimo accidente cósmico y tal vez cómico que de pronto cobra una fugaz y misteriosa conciencia, para luego desaparecer.

No sé qué hubo antes ni qué haya después.
¿Venimos de antiguos eones? ¿Volveremos acaso?

Quién puede afirmarlo... Estamos aquí, y con eso alcanza para no desperdiciar la oportunidad. Nos tiraron por acá con un potencial enorme de comulgar con el resto de esta existencia.

Dijo el sabio cacique Pincén, líder guerrero y espiritual de los indios pampas:

 "Todo tiene su Newén: el cielo, la tierra, el sol, la luna, las estrellas, el trueno, los rayos, el relámpago, la nieve, la lluvia. En la tierra habitan las plantas, ríos, volcanes, cerros, piedras, la medicina, y cada uno de ellos tiene su propio Newén. El ojo de agua, los caballos, todos nuestros recursos naturales lo tienen.
La tarea del hombre de fuerza es comunicarse con los distintos Newén para mantener el equilibrio natural."

Los niveles de esta fusión/comunión que alcancemos será de acuerdo al trabajo interno que cada cada cual esté dispuesto a entregar.

No sé qué hubo antes, ni qué haya después. ¿Quién puede afirmar lo que tanto libro, sacerdote o gurú asegura tan seriamente?

¿Qué cosas pueden pronunciarse? Si lo que se puede expresar con palabras jamás está cerca de la esencia de alguna verdad?

Las certezas solo son que hay que respirar hondo, plenamente, moverse, sostener el equilibrio y ser todo lo que está en nuestra naturaleza ser hasta que este rarísimo accidente cósmico y tal vez  cómico se acabe. ¿Que más da lo que llegue después?

Jbv

lunes, 10 de diciembre de 2018

Desde la sillita i' tiento

Don Chocobar se sienta en una sillita de tientos de cuero en la galería de su rancho de Raco y desde allí contempla el escurridizo acontecer del tiempo.

Sus manos apoyadas en el bastón de vara de guayacán entre las piernas

Nada piensa, nada busca. Vacía su mente. Su impenetrable gesto orientado hacia las cumbres y el Cabra Horco.

Nada hace, nada sueña, nada trama ni imagina.

Sin embargo, a su alrededor todo se hace con la más natural perfección y él para nada interviene. Una pipita de hueso con incayuyo eleva su waira blanco a las nubes, y un vaso de vino sobre la mesa duerme la siesta.

Los lapachos florecen a tiempo, las chanchas paren numerosos lechones, las lluvias llegan con puntualidad, la luna se  llena y se vacía sin interrupción. El río se amansa y se enfurece con natural periodicidad. Los caballos suben y bajan a los pastos.

Don Chocobar asiste desde la galería de su rancho de Raco a la perfecta danza entre el cielo y la tierra. Él es sabedor de lo innecesario de su intervención, y así deja que todo siga su curso.


¿Ver o no ver?



Ver o no ver
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Don Felipe, a sus 95 años, hacía tiempo ya que se había quedado completamente ciego.

A quienes no lo conocían, era preciso aclarárselo pues el hombre, en celosa independencia, salía, pillaba su tordilla, la ensillaba y bajaba por la mañana al almacén a hacer algunas compritas: yerba, tabaco, vinito, un poco de azúcar y algo de conversación.

No hacía falta ayudarlo. Ni pedía ni dejaba. Encendía el horno de leña, fumaba un cigarro -a veces con un poco de "marihuanilla" (leonorus) que abunda cimarrona en el pago-. Hace ya muchos años de esto.

Parecía tener don Felipe una comunión sagrada con el monte, el cerro, el río, de toda una vida de andanzas.
Pero comulgar no es andar por andar nomás.

"Para el que mira sin ver,
La tierra es tierra nomás,
Nada le dicen la pampa,
Ni el arroyo, ni el sauzal."

Dijo un payador perseguido que pasó por Raco en un tiempo.

Don Felipe ERA la tierra misma; "el hombre es tierra que anda" dijo el mismo payador. Su rezo era hacia el interior. Nunca salió de entre esos parajes de Nogalito, Siambón, Raco y Anfama.

Su tierra iba por dentro, como un río subterráneo que solo conoce el rabdomante. A la vera de esa corriente interna estaban sus plantas, bichos, fantasmas, demonios y coplas cerreñas.

Lleno de ciegos a su alrededor, que andan sin ver, que cantan, anhelan, se inquietan y rezan hacia afuera, se fue callando. Se fue yendo al silencioso vórtice que late en el más guardado abismo que tienen los ojos del alma paisana.

Jbv

jueves, 6 de diciembre de 2018

La temperatura del sol



Disputaban Mamani y Herrera sobre la temperatura del sol. El primero decía que el sol estaba caliente, y el segundo que era helado.

Mamani afirmaba haber leído en un libro que la temperatura del astro era gigantesca, y basado en su lectura, ahí se plantaba.

Herrera, por el contrario, decía que es evidente que el sol ha de estar helado.

-"En los bajíos y humedales pantanosos, y cuantimás abajo se va uno la calor es más aplastante. Cuantimás sube uno al cerro, el aire se vuelve helado y nadie despierta vivo si lo agarra la noche en la altura y al sereno. Fíjese bien, cuantimás altito suba, más cerca del sol está, y más frío siente."

Por ahí justo pasaba don Sosa arriando dos vacas y una chancha y decidieron someter a su arbitrio la cuestión ya que era hombre viajado. Luego de pensarlo unos instantes dijo:

-"Allá en el sur, el hombre se mete a la laguna, -que está abajo- y que es fresca, profunda y serena, porque afuera la pampa quema de arriba. Por aquí, el paisano busca frescor subiendo al cerro, porque arriba se serena la calor.

Abajo o arriba, ¿adónde acudir? Si no se acopla a la circunstancia y sube o baja asigún la ocasión, el hombre actúa como si viviera atao y entrampao en lo que dice un libro o un papel, inflexible, lineal. Así, es abrasao por la calor de abajo o de arriba, congelado por el frío de arriba o abajo, sufriendo gran calamidad. Más le vale observar el movimiento del cielo y la tierra, y acudir a dónde llame el momento, ¿que no?"

Sosa saludó, grito "cuchi cuchi" a la chancha que buscaba irse y siguió su camino. Mamani y Herrera armaron un cigarrito en silencio y volvieron lento por el costado de la ruta conversando de los pastos de más arriba.

Jbv

Abrazar el yin y recibir el yang



La naturaleza actúa complementando opuestos. Vacía lo lleno y llena los vacíos.
El que está atento a este proceder y lo imita, no encuentra oposición, y su acción se hace espontánea, simple y fluida.
Pareciera que no hiciera nada, que todo se hiciera por sí mismo.

"Se completará lo incompleto, se enderezará lo torcido, se llenará lo vacío, lo gastado se renueva. Aquel que desea poco se beneficia, el que desea demasiado se extravía.
El sabio abraza el Tao y se constituye en modelo: no se exhibe y sin embargo brilla, no se interesa por sí mismo, y es venerado; no se jacta y recibe reconocimiento. Su mérito consiste en no fanfarronear, vacilar, ni pelear.
Como no compite con nadie, nadie compite con él." (T. T. Ch. Cap. 22)

Así, el que hace silencio es escuchado con suma atención, y son ignoradas las razones del que no deja de parlotear.

El que se aleja es buscado, el que está siempre presente es un plomo.

Cuando busca ansiosamente se pierde, cuando se deja ir, el Camino lo encuentra.

Este es el secreto de abrazar el yin, y recibir el yang.

JBV.
Imagen: símbolos equivalentes al oriental yin yang encontrados en la América pre hispánica.

¿Útil o inútil?



Andaban por la zona de la cumbre el flaco Almeida y Mamani. Conversaban desconcertados sobre algunas paradojas que presenta la existencia en este mundo.

Fíjese que el gallo del mocho Lezama, encontró su fin una madrugada por presumir ser útil. Una mañana, cantando bien juerte lo ha despertao al mocho, y éste se había acostao tarde ha visto? Y quería dormir. Por ser útil, el gallo ha terminao con el pescuezo cortao y adentro e' la olla i' barro.

Mire en cambio al zaino rengo ese de doña Carmen que ya tiene como 37 años. Al no servir pa' ni aca nunca es molestao y se da la buena vida, llena la panza y sin fatiga, mientras que el alazán y la tordilla, día a día sudan y trabajan, no llegan a los doce años y ya se ven toditos reventaos.

¿Útil, inútil, qué es mejor? Ser útil le costó la vida al gallo, ser inútil, al zaino le valió una larga y pacífica existencia. ¡Qué curioso! Exclamó Mamani alzándose de hombros.

A mi hijo Antonio, comentó Almeida, por ser inútil y medio haragán lo corrieron de la cosecha el año pasao. Y a doña María Rosa, por ser su parcela tan famosa por el buen maíz que da y por toda la verdura que saca, esos de la ciudá se la han arrebatao y se ha ido a lo de la hermana.

 En cambio a mí, como andoi en el monte de tierra todita salitrosa nadie me molesta. A Antonito, ser inútil le valió quedarse sin trabajo, a la fértil tierra de la María Rosa, ser objeto de codicia, injusticia y despojo.

¿Útil, inútil, qué es mejor? ¿Quién entiende por qué son así estas cosas? ¡Más vale no averiguarlo que no!

Y alzándose de hombros, los hombres continuaron el camino.

Jbv

"Lo más importante es el Newén"



"Lo más importante es el Newén"
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Cuentan algunos relatos de la frontera que cuando cayó prisionero el bravo cacique Vicente Catrunao Pincén, líder guerrero y espiritual de los Günün ä küna a manos de las tropas del ejército argentino en 1878, el coronel Conrado Villegas, apodado por los mismos indios "el Toro" por su coraje en combate, le preguntó durante un breve diálogo: "¿qué es para usted lo más importante?"

El jefe rebelde respondió imperturbable: "¡lo más importante es la fuerza!"

Villegas se quedó en la superficie de la respuesta, y orgulloso ante su rival vencido, lo confinó a morir de tristeza en la isla Martín García.

 Conversaciones posteriores con un hermano de lucha de Pincén aclararon un poco más al Toro la enigmática respuesta del líder Pampa: "El gran jefe se refería con la palabra 'fuerza' a la Energía, el Newén, la vitalidad poderosa que sostiene a cada uno de nosotros y a todas las cosas. El que forja y cultiva un poderoso Newén vive sano y fuerte. Quien puede ver y conducir el Newén puede curar y salvar a su hermano.

Todo tiene su Newén: el cielo, la tierra, el sol, la luna, las estrellas, el trueno, los rayos, el relámpago, la nieve, la lluvia. En la tierra habitan las plantas, ríos, volcanes, cerros, piedras, la medicina, y cada uno de ellos tiene su propio Newén. El ojo de agua, los caballos, todos nuestros recursos naturales lo tienen.

La tarea del hombre de fuerza es comunicarse con los distintos Newén para mantener el equilibrio natural.

Pincén sabía todo esto y nos lo enseñaba, por eso era un líder sabio y tantos años le ha costado a usted, a pesar de sus armas, vencerlo. Ahora todo ha terminado, pero su Newén es poderoso y no será fácil extinguirlo".


lunes, 3 de diciembre de 2018

Creencias




Creencias
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-¿Y usted en qué cree?, inquirió el alto dignatario de la doctrina oficial.
-Pues la verdad que no lo sé, dijo tímido el acusado, que había sido detenido ayer en los cerros, cazado como un puma cebado.

-Pero siempre he hablado sin ocultarme, por qué no pregunta a quien me haya oído?

-¿Cómo es que no sabe en lo que cree? ¿Me toma el pelo?

-¿Debo responder algo acaso?
Un monje negro lo golpeó de atrás. -¡Más te vale salvaje!

-¿Por qué me pega?, ¿acaso he dicho algo malo?

Se hizo un silencio en la mazmorra de piedra. Algo parecido a una sonrisa apareció en su cara serena y una gran calma lo poseyó.

-¿Oye eso?, dijo el cautivo. Lo escucho desde aquí. Es el sonido del aletear de las mariposas.

¿Oye eso? Es la respiración de las plantas.
¿Oye eso Su Santidad? Es el arrastrarse de las nubes por el cielo. Puedo escucharlo desde aquí.

El canto del viento se queda en el cañaveral.
El humo del incayuyo susurra un silencio secreto.
La mirada del jaguar dice más que el coro de pájaros que viene de la tupida selva.

¿Qué es ese rumor que murmura el río mientras salta entre piedras?
Porqué cuando callo hay lugar para una cósmica danza en la que todo, Todo participa?

¿En qué creo? No sé cómo se llama eso.
Me envuelve una naturaleza que está viva y que late.

Tal vez crea en los caminos que diseñan juntos el cielo y la tierra, y en que todo sigue un orden perfecto, en el que deberíamos interferir lo menos posible.

A veces le rezo al viento,
Me estremezco ante la idea de los misterios que ocultará la espesura del monte,
Callo solemnemente ante el río que corre. No sé qué sea eso que creo.

Me siento fuego el espíritu,
Cóndor la imaginación,
Piedra mi silencio, no sé que sea eso que creo.

Siento que hay hilos sutiles que nos unen al árbol,
A los movimientos de los astros,
Que el cerro me escucha,
Que el yuyo comulga conmigo cuando me cura.

Que algo me dicen los bichos, el perro, el caballo, el gato en honda meditación.
Algo será eso que creo. No se cómo se llama.

Eso creo, eso vivo. Eso moriré si es necesario, Su Santidad.

Texto y dibujo: Jbv

Quietud y movimiento



Quietud y movimiento

La vida y la salud son permanente flujo y transformación. Igual que la inteligencia.

La enfermedad y la muerte, estancamiento y detención. Igual que la ignorancia, el fanatismo y la brutalidad.

La máxima vitalidad es renovación constante y circulación sin estorbos.
La máxima muerte es la paralización total. El no-cambio absoluto.

La fluidez es renovación, oxigenación y alta frecuencia vibracional.

El estancamiento es el germen de la putrefacción y baja frecuencia vibracional.

En el vacío pueden ocurrir transformaciones y circulación. Por lo tanto es bueno hacer vacío.

En lo lleno nada puede suceder, todo está allí saturado y estanco.

Lo útil de la jarra es su vacío. Lo que hace habitable una casa es su espacio interior.

Por eso se ha dicho: "en una casa estrecha sus habitantes pelean. En una jaula chica, cuando los pollos se hacen grandes se matan entre sí para hacer espacio. En una mente pequeña las  ideas se confunden entre sí".

Por eso use el vacío para llenarlo, y una vez saturado vuélvalo a vaciar.

Mientras haya circulación y fluidez -de sangre, líquidos corporales, Qi, ideas emociones- hay vida y salud posible.

Lo blando y flexible es sinónimo de vida.
Lo duro y rígido es muerte segura.

Por eso se ha dicho: mudanza en lo externo, quietud en lo interno.

Jbv

Invisible





Invisible. Insulso. Sombra en la sombra. Ordinario.

Silencioso pasa. Callado trabaja.

Por dentro lleva un universo de sabiduría y de estrellas, por fuera es un árbol seco.

Inadvertido, anda sin dejar huella.
Viste burdo ropaje, y lleva un tesoro en el corazón.

Sin brillar.
Sin distinguirse.
Sin un peinado especial.
Sin una barba particular.
Sin una vestimenta espiritual.
Sin más rezo ni ceremonial que su serena respiración, su pericia en el hacer, y una sonrisa tranquila.

Puede cruzarlo en cualquier esquina del mundo ordinario, realizando múltiples mundanales tareas.

No lo verá. No llamará su atención.

El sabio permanece en secreto hasta que la ocasión de darse a conocer a alguien en particular lo convoque. En la intimidad de una vida común. Hasta que el anonimato lo destierre, y pasar de largo después.

Jbv

El tonto de la colina






 tonto de la colina

¿Cuál es la frontera entre el bien y el mal?
¿Adónde empieza lo alto y termina lo bajo?
¿En qué momento lo que decíamos "caliente" se vuelve " frío?
¿Qué es lo que llamamos Orden y qué es Desorden?

Hay alguien que desde la cima de una colina ve los dos extremos del Camino, y pierde así la ilusión de los opuestos. Ya no se enreda en los desvíos. Como el cóndor, su visión le permite ver que lo que parecían ser senderos divergentes, conducían nomás al mismo destino.

Hay otro que se arrastra, que solo ve metro a metro, paso a paso. Hay unos cuantos de ellos. Cualquier curva lo llena de inquietud y le hace perder la perspectiva y la calma. Vive atormentado y movedizo, tener que decidir derecha o izquierda le roba el humor.

Éste se mueve de aquí para allá, eléctrico, buscador, y a los ojos de todos es un gran hacedor que opta entre esto y aquello, y disfruta de esa imagen que se tiene de él. Opinar y decidir es un gran pasatiempo que le otorga notoriedad.

El otro parece un tonto, embobado y sedentario que nada hace, en aparente oscuridad, no atrae a nadie y más de uno se ríe de él. No se esfuerza en decidir nada, sólo se sienta y contempla el Camino.

Uno está perdido en el bosque y debe elegir entre aparentes opuestos.
El otro ya ha recorrido el camino, se ha perdido en él más de una vez, y sabe que todo es aparente contradicción.

El tonto de la colina ve el mundo girar, y por ello sonríe como un idiota mientras los otros se ríen de él.

Jbv

Balance, fuego y rebelión




Balance, fuego y rebelión.
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"¿Cómo ha de actuar un taoísta frente a la injusticia social?", pregunté al maestro Deng Ming Dao.

"Los taoístas creemos en el balance", dijo, "por eso, a veces es necesario intervenir enérgicamente para corregir un desbalance."

El camino de la naturaleza es el del permanente equilibrio. El de los hombres y las sociedades, el del desequilibrio constante.

La primera intención del agua es fluir, rodear, buscar los caminos de menor resistencia, llenar oquedades. Pero arrasará el obstáculo si se entorpece su andar.

Los pueblos son como el agua. No quieren problemas, pero arrasarán con fuego lo que trabe su natural desenvolvimiento.

El sabio hace todo sin actuar, dejando que las cosas sigan su curso natural, equilibrándose mutuamente los cinco elementos.

No tiene preferencias ni aversiones. Lo torcido se endereza, lo alto con lo bajo se nivela, el después sucede al antes.

Del fuego surge la tierra.
De la tierra el metal mineral.
Del mineral brotan las aguas.
El agua nutre al árbol.
La madera alimenta al fuego.

El fuego funde el metal.
El metal corta la madera.
El árbol consume la tierra.
La tierra da su curso a las aguas.
El agua extingue el fuego.

En el mundo del hombre, a veces las cosas se llevan a un grado de desequilibrio intolerable.

Luego recordé el capítulo 29 del Tao Te King: "El santo sólo interviene interviene para cortar demasías, para podar lo exuberante".

Cuando la tensión en la atmósfera llega a un punto de desequilibrio insostenible, se desata la tormenta con toda su furia, hasta que el equilibrio se restablece.

Dice el I Ching: " La revolución. En tu propio día encontrarás fe. Elevado éxito. Se desvanece el arrepentimiento". "Los tiempos cambian, y con ellos las exigencias. Así cambian las estaciones en el curso del año. Así también en el año cósmico hay primaveras y otoños en los pueblos y naciones, que requieren transformaciones sociales."

Así se suceden las revoluciones, como tormentas que se desatan para restablecer equilibrio y armonía, pero jamás un nuevo y más hondo desbalance oportunista y egoísta.

En el lago hay fuego: la imagen de la revolución. Así ordenan los hombres nobles los tiempos y clarifican las épocas.

Jbv