lunes, 10 de diciembre de 2018

¿Ver o no ver?



Ver o no ver
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Don Felipe, a sus 95 años, hacía tiempo ya que se había quedado completamente ciego.

A quienes no lo conocían, era preciso aclarárselo pues el hombre, en celosa independencia, salía, pillaba su tordilla, la ensillaba y bajaba por la mañana al almacén a hacer algunas compritas: yerba, tabaco, vinito, un poco de azúcar y algo de conversación.

No hacía falta ayudarlo. Ni pedía ni dejaba. Encendía el horno de leña, fumaba un cigarro -a veces con un poco de "marihuanilla" (leonorus) que abunda cimarrona en el pago-. Hace ya muchos años de esto.

Parecía tener don Felipe una comunión sagrada con el monte, el cerro, el río, de toda una vida de andanzas.
Pero comulgar no es andar por andar nomás.

"Para el que mira sin ver,
La tierra es tierra nomás,
Nada le dicen la pampa,
Ni el arroyo, ni el sauzal."

Dijo un payador perseguido que pasó por Raco en un tiempo.

Don Felipe ERA la tierra misma; "el hombre es tierra que anda" dijo el mismo payador. Su rezo era hacia el interior. Nunca salió de entre esos parajes de Nogalito, Siambón, Raco y Anfama.

Su tierra iba por dentro, como un río subterráneo que solo conoce el rabdomante. A la vera de esa corriente interna estaban sus plantas, bichos, fantasmas, demonios y coplas cerreñas.

Lleno de ciegos a su alrededor, que andan sin ver, que cantan, anhelan, se inquietan y rezan hacia afuera, se fue callando. Se fue yendo al silencioso vórtice que late en el más guardado abismo que tienen los ojos del alma paisana.

Jbv

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