lunes, 3 de diciembre de 2018

Balance, fuego y rebelión




Balance, fuego y rebelión.
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"¿Cómo ha de actuar un taoísta frente a la injusticia social?", pregunté al maestro Deng Ming Dao.

"Los taoístas creemos en el balance", dijo, "por eso, a veces es necesario intervenir enérgicamente para corregir un desbalance."

El camino de la naturaleza es el del permanente equilibrio. El de los hombres y las sociedades, el del desequilibrio constante.

La primera intención del agua es fluir, rodear, buscar los caminos de menor resistencia, llenar oquedades. Pero arrasará el obstáculo si se entorpece su andar.

Los pueblos son como el agua. No quieren problemas, pero arrasarán con fuego lo que trabe su natural desenvolvimiento.

El sabio hace todo sin actuar, dejando que las cosas sigan su curso natural, equilibrándose mutuamente los cinco elementos.

No tiene preferencias ni aversiones. Lo torcido se endereza, lo alto con lo bajo se nivela, el después sucede al antes.

Del fuego surge la tierra.
De la tierra el metal mineral.
Del mineral brotan las aguas.
El agua nutre al árbol.
La madera alimenta al fuego.

El fuego funde el metal.
El metal corta la madera.
El árbol consume la tierra.
La tierra da su curso a las aguas.
El agua extingue el fuego.

En el mundo del hombre, a veces las cosas se llevan a un grado de desequilibrio intolerable.

Luego recordé el capítulo 29 del Tao Te King: "El santo sólo interviene interviene para cortar demasías, para podar lo exuberante".

Cuando la tensión en la atmósfera llega a un punto de desequilibrio insostenible, se desata la tormenta con toda su furia, hasta que el equilibrio se restablece.

Dice el I Ching: " La revolución. En tu propio día encontrarás fe. Elevado éxito. Se desvanece el arrepentimiento". "Los tiempos cambian, y con ellos las exigencias. Así cambian las estaciones en el curso del año. Así también en el año cósmico hay primaveras y otoños en los pueblos y naciones, que requieren transformaciones sociales."

Así se suceden las revoluciones, como tormentas que se desatan para restablecer equilibrio y armonía, pero jamás un nuevo y más hondo desbalance oportunista y egoísta.

En el lago hay fuego: la imagen de la revolución. Así ordenan los hombres nobles los tiempos y clarifican las épocas.

Jbv

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