“Cuando Cielo
y Tierra no comulgan, hay estancamiento.
Si Espíritu
y cuerpo no viven en unidad, el chi se desordena y sobreviene la enfermedad.
Quien porta
la sabiduría médica sabe que no puede abrazarse uno solo de estos polos, sino
que se debe retornar a la totalidad del ser para vivir plenamente en salud y
armonía. Ese es su trabajo con el paciente. Reunir su chi disperso hasta
volverlo integrado, flexible y fluido como un bebé lactante.
La mente de
un lactante es como un espejo sin manchas, que no retiene nada sino que todo lo
refleja sin juicio ni preconcepto. Así el flujo es incesante, sin bloqueos, sin
enfermedad.
El gran
médico ama a su paciente y lo guía hacia la salud, dándole herramientas de
autogestión y liberación del sufrimiento y del dolor. No manipula ni vuelve
dependientes de él a quienes acuden a su puerta buscando alivio.
Enseña a
confiar y a no acobardarse ante las disposiciones y leyes de la medicina natural,
a atravesar sin miedos las crisis de curación, para llegar finalmente a la
sanación.
Así, quien
porta la sabiduría médica es clarividente, más no demuestra ni hace alarde de
erudición, más bien se muestra simple y modesto.
Brinda alivio
y nutrición, sin ser posesivo.
Actúa con
flexibilidad sin apoyos rígidos.
Guía y
orienta sin dominar.
Esta es su
misteriosa virtud."
Jbv
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