martes, 5 de octubre de 2021

Habitar el silencio

 



Todos tenemos un silencio que se aloja en lo hondo de nuestro verdadero ser. Podría decirse que nuestro auténtico yo reside ahí, y que todo lo demás es vanidad y correr tras el viento.


Un habitáculo secreto en el cual el diálogo interno y el ruido cesan por completo.


Podemos ponerlo habitable e instalarnos allí. En ese ir y venir por las sacudidas del mundo, nos es posible ir quedándonos cada vez más en esa cueva, en ese jardín interior.


Desde ese lugar, nuestras palabra son dichas sin ruido dentro, nuestras acciones carecen de intención especulativa y la espontaneidad se vuelve un modo real de vivir.


Todos nacemos con un sitio así en nuestro corazón. Encontrarlo es como hallar un gran tesoro en medio de una ruidosa ciudad.


No es aquí o allá, esto o aquello, con éste o sin este. Ese silencio del que hablo es el punto cero de contemplación en el que no hay interpretación y toda dirección es buena.


Aún estando entre los antagonismos de los caminos de los hombres, que no son más que reflejos de nuestro quebrado y fragmentado interior, en la cueva cesa el conflicto y las cosas toman un carácter de simpleza y mágica liviandad.



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