Abundan los ciegos que guían a otros ciegos, cayendo en pozos cada vez más hondos.
Discípulos que se perciben superiores a su maestro, sin templanza ni paciencia para cruzar el desierto, ascender a la montaña o padecer la fronda selvática del auténtico aprendizaje.
Mentores y sanadores con vigas ensartadas en los ojos pretendiendo quitar la paja de ojos ajenos.
El árbol habla por sus frutos, no por su flor.
Retirarse periódicamente a la cueva interior.
Volver abundante y cercano.
Hacer la tarea sin llamar mucho la atención.
¿Quién puede apartarse un poco, dejar de participar por un momento sin preocuparse por su reputación?
¡Sed transeúntes!
Descuidar la propia perfección y andar buscando la del prójimo, ¿No es esto andar fuera del camino?
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